ESCUELA MEDIA DE ALDERETES. El día posterior a la agresión hubo presencia policial para evitar incidentes por la tensión existente en la comunidad. La Gaceta / Foto de Analía Jaramillo
La conmoción por el hecho de violencia ocurrido en la Escuela Media de Alderetes sigue atravesando a docentes, familias y autoridades educativas. El martes un alumno de 13 años ingresó a clases con un cuchillo y terminó hiriendo a una compañera. Las autoridades calificaron el hecho como algo gravísimo y siguen investigando todo lo ocurrido para tomar una decisión.
Mientras la víctima evoluciona favorablemente en el hospital de Niños, la familia del alumno agresor afirmó que sufría bullying constante por parte de sus compañeros. Su padre contó que lo llamaban “monito” y que estaba cansado del hostigamiento. Incluso les había dicho que no quería asistir más a clases.
Para comprender el trasfondo de este tipo de episodios, LA GACETA dialogó con Gracie Gómez Mothe, pedagoga e integrante del Gabinete Pedagógico Interdisciplinario (GPI) del Ministerio de Educación, equipo responsable de intervenir ante situaciones críticas en el ámbito escolar.
Gómez Mothe explicó que, dentro del Ministerio, este tipo de episodios tienen un nombre específico: situaciones escolares complejas. “Son hechos disruptivos de violencia o agresividad que pueden adoptar muchas formas: portar un arma, una agresión, una autolesión, un intento de suicidio o un abuso. No pueden leerse de manera lineal ni unicausal. Hay que mirar qué hay detrás de ese niño”, señaló.
Para la pedagoga, la primera lectura es clara: el alumno que porta un arma también está en una situación de vulneración, al igual que quienes resultan agredidos. “No es un criminal. Es un adolescente que pone en riesgo su vida y la de sus compañeros. La situación es gravísima y requiere resguardar a ambos niños”, precisó.
Internados
Según informó, tanto el agresor como la víctima están internados y con atención en salud mental.
“Dentro de este hecho disruptivo, lo urgente es la salud. Pero no puede quedar ahí. Pasa la emergencia y comienza todo el trabajo institucional que también es necesario. La transgresión existe y amerita una sanción: los adolescentes deben internalizar la norma”, precisó.
“Hay una transgresión muy grave que requiere una sanción acorde. No puede quedar la sensación de impunidad. Son adolescentes, pero deben aprender el límite”, añadió.
BARRIOS VULNERABLES. Los chicos viven en una zona con muchas carencias.
Según detalló Gómez Mothe, en Tucumán, cada escuela cuenta con un Acuerdo Escolar de Convivencia, regulado por una resolución provincial. “Ese documento establece cómo se elaboran las normas y cuál es el proceso para aplicar sanciones. La medida más extrema es el pase obligatorio a otra escuela. No deja al alumno a la deriva: se busca una vacante acorde. No es una panacea, pero a veces es necesario”, sostuvo. Y recordó que ya hubo antecedentes en la provincia con medidas similares, aunque aclaró que en Alderetes todavía se está evaluando la situación.
En marzo de este año se registró también una situación de violencia en una escuela de Acheral, donde un alumno fue atacado con un cuchillo. En esa oportunidad, se decidió darle al agresor un pase obligatorio a otra institución.
De acuerdo con el relevamiento inicial realizado por el equipo que trabaja en la zona que comprende a la escuela de Alderetes, no existían antecedentes de conflictos previos entre los estudiantes involucrados en el hecho de violencia.
Según detallaron fuentes de la investigación, ni la víctima ni el agresor tenían solicitudes de intervención. La escuela está conmocionada. No había registro de malestar, de burlas ni de situaciones previas. Sí trascendió que el ataque ocurrió después de una broma entre ellos, aunque todavía se investigan los detalles.
De todos modos, Gómez Mothe advirtió que llevar un arma durante toda la jornada escolar es en sí mismo un hecho gravísimo.
Según detalló, la intervención del GPI abarca distintos planos: trabajan con los estudiantes involucrados en el episodio puntual, con todo el grupo de compañeros y con los docentes y directivos. Y también a nivel comunitario
La especialista subrayó la importancia de trabajar con las familias, especialmente en zonas vulnerables. “La escuela tiene que generar nuevos dispositivos para acercar a la comunidad, porque no alcanza con citar a los padres solo para entregar libretas o comunicar sanciones”, dijo.
Prevención
¿Es un hecho que se podría haber prevenido? ¿Fallaron las autoridades al no detectar un problema y no actuar a tiempo? Aunque todavía hay muchas preguntas dando vueltas, Gómez Mothe aclara que la prevención no es una acción puntual sino un proceso cotidiano. “Podemos prevenir desde la palabra, la escucha, la mirada atenta, no dejar escalar los conflictos, trabajar el acuerdo escolar de convivencia y fortalecer la presencia docente. No todo es evitable, pero sí se evita muchísimo cuando la escuela trabaja”, apuntó.
Resaltó además la necesidad de cuidar también a los docentes: “son adultos que cuidan a adolescentes, y ellos mismos están atravesados por sus propias dificultades. Es un sistema muy exigido que también necesita acompañamiento”. Por úlimo, dijo que es necesario fortalecer el vínculo entre la familia y la escuela. “Hay que cuestionar, reclamar, pedir ayuda, acercarse: todo eso cuenta”, señaló. Y dejó una frase contundente: “las piedras que tiramos sobre el techo de la escuela caen sobre la cabeza de nuestros hijos. La familia y la escuela son los grandes educadores. Si no estamos en los mismos valores, es muy difícil”.
Prácticas de cuidado
La pedagoga Silvia Petrovich pone el foco en la dimensión social y comunitaria del problema y en la centralidad de las llamadas prácticas de cuidado.
Para la especialista, lo sucedido no puede entenderse como un hecho aislado. “Las situaciones conflictivas que aparecen en la escuela no están exentas de lo que ocurre por fuera. Muchas veces lo que pasa fuera de la institución termina replicándose dentro”, explicó.
La profesional advierte que en esta ocasión, el uso de un arma blanca vuelve el caso aún más sensible: “pone en riesgo la vida humana. Es una situación extrema”. Ante hechos, la primera pregunta que surge es: ¿dónde están los adultos? Para Petrovich, tanto en el ámbito familiar como en el escolar se observa un debilitamiento de la presencia adulta.
“Nos preguntamos qué prácticas de cuidado se están poniendo en juego. El adulto muchas veces se siente superado por las mismas condiciones sociales, económicas y políticas que atraviesan todo. Pero su presencia es indispensable”, sostuvo. Y habló de qué son las prácticas de cuidado: son las acciones que garantizan derechos fundamentales de niños y adolescentes: educación, privacidad, bienestar físico y emocional, contención, escucha y acompañamiento.
“No hablamos de cantidad de tiempo, sino de calidad de presencia. El adulto que escucha, que protege, que guía, que habilita la palabra. Cuando esa palabra no circula, la violencia busca otros canales”, puntualizó.
Según Petrovich, el ámbito escolar es el espacio privilegiado para promover el diálogo y el análisis. Por eso, que un conflicto llegue a expresarse de manera violenta supone que algo falló en ese proceso previo. “Si ocurrió dentro de la escuela, es porque algo se gestó allí y no pudo ser canalizado desde la escucha y la palabra”, expresó.
La escuela, afirma, debe garantizar espacios donde los estudiantes puedan pensar, reflexionar, comprender sus emociones y abordar los conflictos antes de que escalen. “Hoy hablamos de niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho. Eso coloca al adulto en un rol claro: garantizar, proteger y promover esos derechos”, destacó. Por último, dijo que la escuela debe recuperar su rol protagónico como espacio propicio para reconstruir vínculos, escuchar y enseñar a convivir: “no es fácil, pero es indispensable”.
Pactos de silencio: el bullying es una de las problemáticas más complejas en las escuelas
Los padres del estudiante agresor mencionaron la posibilidad de un caso de bullying. La pedagoga Silvia Petrovich sostuvo que precisamente estas situaciones son las más complejas que enfrentan hoy las escuelas. Justamente, una de las estrategias actuales es trabajar con esos terceros que observan en silencio.“El bullying aparece cuando fallan los vínculos saludables. Hay una parte que avasalla a otra, y también están los espectadores, que son clave. El pacto de silencio existe, claro. Pero la institución educativa tiene los recursos para generar conciencia sobre los lugares que se ocupan en los vínculos y sobre los límites necesarios para el cuidado propio y del otro”, sostuvo.
























