Tucumanos revolucionarios que lucharon en bandos opuestos en el sur

Crisóstomo Álvarez y Wenceslao Posse pasaron de ser enemigos en armas a militares cercanos que defendían la misma causa unitaria en contra de Juan Manuel de Rosas. Los trayectos personales.

LUCHA CUERPO A CUERPO. Unitarios y federales combatieron en 1839. LUCHA CUERPO A CUERPO. Unitarios y federales combatieron en 1839.
Hace 16 Hs

Por José María Paz Posse - Abogado, escritor e historiador.

En 1838, Juan Manuel de Rosas tuvo que enfrentar un sinfín de problemas. Al bloqueo anglo-francés, con sus desastrosas consecuencias económicas, se sumó la guerra planteada en el norte con la Confederación Peruano-Boliviana y la conspiración unitaria en ambas bandas del Río de la Plata. Asimismo, la campaña bonaerense distaba mucho de estar tranquila: los hacendados y comerciantes se consideraban perjudicados por una política exterior que, al indisponerlos contra Francia, les había privado de las posibilidades de exportar e importar.

Dos tucumanos tuvieron destacada actuación en aquella contienda, considerada como la primera insurrección contra el gobierno de Rosas. Uno de ellos fue Crisóstomo Álvarez, cuyo nombre recuerda una calle céntrica de nuestra ciudad. El otro, Wenceslao Posse, recordado en el pueblo azucarero que fundó.

Sobrino de La Madrid

Nacido en Tucumán hacia el año 1819, Crisóstomo Álvarez era hijo de don Francisco Álvarez y de doña Catalina Aráoz de La Madrid, hermana del general Gregorio Aráoz de La Madrid.

De joven sintió el llamado de las armas y marchó a Buenos Aires con la intención de iniciar una carrera militar. Sabemos que a los 18 años era portaestandarte del Regimiento Escolta de Buenos Aires, en el que fue ganando reputación de soldado aguerrido.

Por entonces, los malones que invadían el sur bonaerense desde Chile ya comenzaban a significar un serio problema para la incipiente colonización argentina en el sur. Se edificaron fortines, donde se acantonaron tropas para la defensa de los primeros pobladores. En uno de ellos fue destinado el tucumano, ya con el grado de alférez.

RECUERDO. El Monolito a los Héroes de Chascomús recuerda el levantamiento contra Juan Manuel de Rosas. RECUERDO. El Monolito a los Héroes de Chascomús recuerda el levantamiento contra Juan Manuel de Rosas.

Y fue allí donde su temple y coraje terminaron de forjar su leyenda de bravo, en sangrientos combates. En esos años estudió las costumbres guerreras de los indígenas del país y adoptó el uso de la lanza y el combate de a caballo, en lo que se convirtió en verdadero especialista.

En 1839, y ya con el grado de teniente graduado, tuvo una valiente actuación en ofensivas memorables contra los indios pampas en Tapalqué.

Otro referente

El otro, Wenceslao Posse, tucumano nacido en 1817, a temprana edad decidió tentar suerte en Chascomús, donde tenía familia política.

No imaginaba por entonces las vicisitudes que le depararía el destino, como exilado político, gobernador de Tucumán, pionero de la industria azucarera y puntal económico y político del presidente Julio Argentino Roca.

Por esas cosas del destino, el joven Posse en aquellos años en la frontera, trabaría una gran amistad con Francisco Bernabé Madero, que fue el vicepresidente de Roca en su primera presidencia.

Reacción

En 1839 estalló la reacción contra Rosas, localizada en varios focos: la conspiración de Maza, en la ciudad de Buenos Aires, apoyada por importantes hacendados del sur de la provincia, donde se esperaba el desembarco de Juan Lavalle con sus tropas. En Dolores se materializó “La revolución de los Libres del Sur”, acaudillada por Pedro Castelli (Ángel J. Carranza, 1988, La Revolución del Sur en Buenos Aires, Buenos Aires).

WENCESLAO POSSE. Dibujo realizado por Lola Mora. WENCESLAO POSSE. Dibujo realizado por Lola Mora.

La noticia del golpe contra Rosas fue recibida en Chascomús por don Francisco Villarino, tío político del joven Posse, radicado como vimos, desde hacía algunos años en la zona, quien de inmediato informó de la novedad a los unitarios de la comarca.

Alborozado, el joven Wenceslao se ofreció a comunicarse con su camarada, el comandante de Chascomús, José Mendiola, a fin de que con sus tropas secundara el pronunciamiento.

Al decir del historiador Ángel J. Carranza: “Posse, a pesar de su temprana edad, tomó sobre sí aquel compromiso tan serio, cuando al frente de valiosos intereses le sonreía la fortuna. No bien llegado a lo del comandante, se le abrazó exclamando ‘¡Ahora somos ya libres, amigo Mendiola!’” (Ángel J. Carranza, op. cit).

Ambos, el 2 de noviembre, encabezaron la partida de 130 hombres de la milicia de la referida localidad, quienes se alzaron contra Rosas. Wenceslao, además, integró junto a Villarino, Agrelo y Gabriel Martínez, el grupo que marchó a la desembocadura del Salado para gestionar la pronta incorporación a los rebeldes del coronel Olmos, con las fuerzas que guarecían ese punto. Poco duró la euforia de los unitarios: Rosas envió las disciplinadas tropas que mandaba su hermano, el general Prudencio Ortiz de Rosas, y los derrotó en la llamada Batalla de Chascomús, el 7 de noviembre de 1839 (Ibídem).

La batalla

Fue una acción militar muy recordada entre los bonaerenses, especialmente por la figura del tucumano Álvarez, quien por entonces respondía al general federal Prudencio Ortiz de Rozas.

Benjamín Villafañe relataba: “El coronel Crisóstomo Álvarez, lanza en mano, jamás tenía en cuenta el número de sus enemigos”. Y narra: “se colocaba al frente, en uno de sus extremos o flancos, y cuatro o cinco pasos delante de los que le seguían, daba sus cargas. Al darlas, oíase un alarido que recordaba al de los indios de la pampa, alarido que repetían los suyos y que se prolongaba, haciendo salvaje y espantosa armonía, con el retumbar del suelo bajo el casco de sus caballos”. Por sus hazañas el propio Juan Manuel de Rosas hizo colocar el retrato de Crisóstomo Álvarez en la comisaría de Chascomús.

Posse, por su parte demostró su coraje en aquella acción de armas, comandando una columna que allí ganó fama guerrera. Pero la suerte les fue esquiva a los revolucionarios. En el campo de batalla don Wenceslao, herido, fue tomado prisionero y después de breve sumario, condenado a muerte junto con José B. Gándara Lemos, José Cruz Deheza y Vicente Basavilbaso, entre otros (Ángel J. Carranza, cit).

El indulto

La pena se hubiese cumplido de no mediar la intervención de un grupo de señoras del pueblo de Dolores, quienes solicitaron al general Ortiz de Rosas el indulto de los prisioneros.

En el manifiesto, las señoras de Dolores, provincia de Buenos Aires, exponían que “sus esposos, que se hallaban presos con motivo de haberse inferido en la revolución de aquel pueblo, no abrigaban los mismos sentimientos de los que habían encabezado, y pedían en consecuencia al coronel don Prudencio Rozas, los mandase poner en libertad para prepararse a marchar a su lado en sostén del Restaurador de las Leyes, de la Confederación y de la santa causa de toda América”.

CON UNIFORME MILITAR. Una pintura de Crisóstomo Álvarez. CON UNIFORME MILITAR. Una pintura de Crisóstomo Álvarez.

Firmaron la petición Carolina Villarino, Concepción del Castillo y Galán, Petrona Machado de Cabello, Paula Machado de Gándara, Carmen Machado de Dehesa, por protección de don Wenceslao Posse, Victoriana de León, por su hermano, Carolina Villarino, por protección de don Vicente Basavilbaso, Viviana Bullinios por protección de don José Toledo y Gertrudis Pardo de Bullinios (La Gaceta Mercantil, Buenos Aires. 28 de noviembre de 1839, Biblioteca Nacional).

Salvaje

El juez de paz de Chascomús, en diciembre de ese año, testimonia las inclinaciones políticas de Posse, en el documento titulado “Clasificación del salvaje unitario Wenceslao Posse”: “Wenceslao Posse, indultado por el señor General Prudencio Ortiz de Rosas y que hoy reside en este pueblo, natural de Tucumán, como de 24 años de edad, soltero de regular fortuna, de buena conducta, negociante [...] tiene en este pueblo tienda y almacén con su tío don Ramón Posse (Insúa), del comercio de esa ciudad. No ha servido en el ejército Restaurador contra los salvajes unitarios amotinados el primero de diciembre de 1828, ni en el de ciudadanos armados en defensa de las leyes en 1833. Siendo en la primera época todavía muy joven. Es unitario obstinado habiendo aprendido a serlo en la escuela de esta clase en Chascomús, y perfeccionado en la logia del salvaje unitario Francisco Villarino, de la que era miembro distinguido” (Ángel J. Carranza, cit).

Según la tradición familiar, por las persecuciones de que era objeto, don Wenceslao volvió a Tucumán disfrazado de postillón, en el carruaje que conducía al general Gregorio Aráoz de La Madrid, con una misión de Juan Manuel de Rosas, con el que por entonces se había amigado.

Unitarios

Por esas cosas del destino, Álvarez regresó a principios de 1840 a Tucumán, escoltando a su tío, el ya famoso Gregorio Aráoz de La Madrid.

Posse y Álvarez, hasta ayer enemigos, enfrentados en batalla, seguramente se conocían desde niños en aquel pueblo de pocos miles de habitantes, como era el San Miguel de Tucumán de aquellos años.

Es tradición que se hicieron muy amigos en el trayecto. Es conocido también que, al llegar a su provincia, La Madrid y Álvarez fueron convencidos por sus familiares y amigos, cambiándose al bando unitario. Luego fueron parte de la Liga del Norte contra Rosas en 1841.

Crisóstomo bajo las órdenes de La Madrid, estuvo en el desastre de Rodeo del Medio el 24 de septiembre de 1841, tras lo cual debió exilarse en Chile y luego en Bolivia.

Wenceslao, a las órdenes del general Juan Lavalle, peleó en la Batalla de Famaillá, el 19 de septiembre de ese mismo año. Derrotado, tuvo que emigrar a Bolivia a matacaballos con la cabeza puesta a precio. Fueron aquellos, tiempos sangrientos, cuando las lealtades se ponían a prueba, y cuando los bravos que hicieron la Patria, se desangraban en estériles luchas fratricidas.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios