PROTAGONISTA. Guiot presenta una serie de obras nuevas, disímiles pero con sólidos hilos conductores.
En el interior de Biomba Galería, entre dibujos, objetos, acuarelas y la promesa de acciones en vivo, “La lógica del capricho” va tomando forma. Es un territorio donde el azar y el control se tensan, discuten y finalmente conviven. Con curaduría de Javier Soria Vázquez y texto de Mirena Muñoz, la muestra enlaza diversas líneas del trabajo de Pablo Guiot: dibujo, pintura, obra objetual, instalación, performance e interacción con el público.
“El título ya dice mucho -explica Guiot-. La muestra reúne una serie de obras que desde diferentes materialidades, procedimientos y formatos trabajan en torno a esta idea de buscar cierta lógica de algo que en principio es caprichoso, azaroso o incluso absurdo. Me interesa eso; abordar desde distintos lugares una misma inquietud”.
Esa urgencia está también en la manera de producir. “Tener un lápiz, un estilógrafo y un papel es como una forma rápida de captar una idea -apunta el artista-. Si bien ese es un elemento que está en casi todas las obras, hay también otros formatos y otras materialidades”.
En detalle
Es mediodía en Biomba y se percibe el ajetreo previo a toda inauguración (el telón se correrá hoy a las 20 en la galería, Santa Fe 240). Guiot hace un alto y en torno a una improvisada mesa de café se da tiempo para poner en palabras todo lo que “El capricho del azar” propone.
“TEJIDO”. Un abrigo constituido por miles de pequeñas figuritas humanas, dibujadas con un lápiz muy blando.
De movida, no se trata de una sucesión ordenada de piezas colgadas en la pared. Es, más bien, una ocupación del espacio. “Hay desde dibujos en lápiz y tinta sobre papel hasta instalaciones con objetos; con ventiladores, por ejemplo. Hay una escultura hecha con tubos de felpas y también hay acciones”, enumera.
Entre esas acciones aparece “Terrenos en pozo”, una de las propuestas más singulares de la muestra. La obra adopta el formato de una inmobiliaria para ofrecer, en venta, terrenos que pertenecen -literal y simbólicamente- al lado del arte. “Los terrenos están pintados con acuarelas -detalla Guiot- y hay una referencia a la perspectiva como sistema de representación. El paisaje visto en perspectiva genera una menor área de trabajo artístico. Es como si la propia mirada limitara el territorio”.
Allí el público deja de ser un observador pasivo. Se convierte en participante. Decide. Interviene. Elige. Compra -o no- su porción de paisaje. Se trata de un clásico en la relación que Guiot suele establecer con quienes se acercan a sus obras.
“No me interesa tanto la idea del espectador como alguien que mira desde afuera -subraya-. Concibo el hecho artístico como un acontecimiento, como una situación que se da en determinado momento, en determinado contexto, con una atmósfera particular. Va más allá del artista encerrado en su taller. En ese acontecimiento acceden otras cosas: el público, a veces la naturaleza, el azar”.
Uniendo puntos
“Cuando me proponen hacer la muestra en la galería empiezo inmediatamente a activar qué mostrar -destaca-. Me interesaba que fuera obra nueva y que hubiera esta idea de espacio tomado, de espacio intervenido. Muchas de estas obras tienen que ver con eso, con tomar el lugar”. Claro que dentro de la diversidad de formatos, Guiot buscó también una coherencia interna. Hilos conductores.
“APUNTES DE SITUACIÓN”. Un chorro de tinta estrellado se ve fraccionado en pequeñas libretas.
“Hay un pensamiento lógico en Pablo que es muy fuerte -refiere Soria Vázquez-. Siempre tiende a sustraer, a quitar a la imagen, a la materia, todo lo que sobra, para con lo mínimo decir algo. Estas obras nuevas proceden de todo un proceso de muchos años que tiene que ver con esa lógica de construcción”. La muestra, entonces, no es un quiebre sino una continuidad.
Según Muñoz, el título no es una provocación casual. “Hay una insistencia en el capricho -afirma-, pero no como ocurrencia arbitraria, sino como poética y como lógica. El azar aparece, el dibujo insiste, la participación de otros también está presente en las acciones. Hay una dimensión metafórica, pero sobre todo poética, que recorre toda la muestra”.
Muñoz habla del tiempo, ya que -advierte- algunas obras establecen un diálogo del presente con el pasado. “Hay una mirada de Pablo puesta en la historia personal, pero también en la historia del país y en la historia del arte -comenta-. Todo eso está, de alguna manera, latente en esta exposición”.
Un momento especial
A los 53 años, con una trayectoria consolidada, premios importantes y presencia en ferias como ArteBA, Guiot se permite una definición inesperada sobre su presente artístico.
“Siento que siempre estoy empezando, como que recién estoy arrancando”, dice, sin ironía. Cuenta que al realizar una de las obras -un salpicón de tinta sobre 25 agendas- se sintió como un niño: “totalmente despojado de prejuicios. Sin pensar si (la obra) va a funcionar, si va a ser entendida, si se va a comprar o no. Estoy en un momento de mucho relax que me permite generar desde cierta libertad”.
TAMBIÉN HAY OBJETOS. En este caso, confeccionado con felpas.
“Voy sumando experiencia y cada obra, aunque a veces parezca sencilla o rápida, incluye preocupaciones y cuestiones que quedaron pendientes en obras anteriores -agrega-. Hay un diálogo permanente entre una obra y otra. Cada obra es como un camino que va conectando con otra, como en la vida misma”.
De allí que “La lógica del capricho” no ofrece respuestas cerradas. Propone, más bien, la experiencia de cruzar el dibujo con el objeto, la pintura con la instalación, la obra con el cuerpo, el artista con el público. En ese cruce aparece algo vivo, algo que se mueve.
En el fondo, como sugiere Guiot, no se trata sólo de mostrar obras, sino de crear situaciones, de provocar acontecimientos, de permitir que el accidente, el deseo, la incertidumbre y la participación encuentren, aunque sea por un instante, su propia lógica.

















