10 Mayo 2006
PLAZA COPADA. Portando carteles y banderas, los autoconvocados no se cansaron de gritar contra la impunidad. Representantes de distintos sectores acompañaron a Blumberg y a Lebbos. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
Fue la marcha más concurrida desde que empezaron los reclamos para pedir el esclarecimiento del crimen de Paulina Lebbos. Al menos 1.000 personas llenaron la calle 25 de Mayo primera cuadra, desde el vallado frente a la Casa de Gobierno hasta la vereda de la plaza Independencia. Allí hicieron escuchar, una vez más, el reclamo de justicia por Paulina y por otros 22 casos que aún no fueron esclarecidos. Una vez más, las velas encendidas llamearon en las escalinatas de la Casa de Gobierno, y volvieron a escucharse las críticas al gobernador José Alperovich y a la cúpula policial.
Junto a Alberto Lebbos, padre de Paulina, marchó Juan Carlos Blumberg, el hombre que, a partir del asesinato de su hijo Axel, se convirtió en un referente de los cuestionamientos a las políticas públicas de seguridad. “Se pueden lograr cosas si la población lo exige”, dijo Blumberg.
También marcharon, con pancartas y fotos de sus seres queridos, familiares de víctimas de la impunidad. Se sumaron organizaciones políticas, como la Corriente Clasista y Combativa y el Partido Obrero, los centros de estudiantes de Filosofía y Letras y de Psicología y miembros de la hinchada de Atlético, con Gustavo “el Gordo” González.
Una cárcel simbólica
“Estas marchas molestan al poder político -dijo Lebbos-, que ve como una amenaza cualquier intento de construcción social de la justicia. Nosotros hemos construido en esta plaza una cárcel simbólica para que los responsables de estos crímenes empiecen a pagar por ellos”, agregó.
Blumberg no habló en el acto, pero escuchó a las decenas de personas que lo rodearon para acercarle datos acerca de crímenes impunes. Entre ellos estaban los familiares de Luis Ibarra, asesinado en abril de 2002, cuando trataba de defender a un anciano que estaba siendo golpeado; los padres de Mauro Orellana, muerto de un balazo, tras dos meses de agonía; el padre de Daiana Gigena, de 15 años, que falleció al ser atropellada por un motociclista.
La marcha concluyó con una convocatoria a la ciudadanía a sumarse al reclamo.
Junto a Alberto Lebbos, padre de Paulina, marchó Juan Carlos Blumberg, el hombre que, a partir del asesinato de su hijo Axel, se convirtió en un referente de los cuestionamientos a las políticas públicas de seguridad. “Se pueden lograr cosas si la población lo exige”, dijo Blumberg.
También marcharon, con pancartas y fotos de sus seres queridos, familiares de víctimas de la impunidad. Se sumaron organizaciones políticas, como la Corriente Clasista y Combativa y el Partido Obrero, los centros de estudiantes de Filosofía y Letras y de Psicología y miembros de la hinchada de Atlético, con Gustavo “el Gordo” González.
Una cárcel simbólica
“Estas marchas molestan al poder político -dijo Lebbos-, que ve como una amenaza cualquier intento de construcción social de la justicia. Nosotros hemos construido en esta plaza una cárcel simbólica para que los responsables de estos crímenes empiecen a pagar por ellos”, agregó.
Blumberg no habló en el acto, pero escuchó a las decenas de personas que lo rodearon para acercarle datos acerca de crímenes impunes. Entre ellos estaban los familiares de Luis Ibarra, asesinado en abril de 2002, cuando trataba de defender a un anciano que estaba siendo golpeado; los padres de Mauro Orellana, muerto de un balazo, tras dos meses de agonía; el padre de Daiana Gigena, de 15 años, que falleció al ser atropellada por un motociclista.
La marcha concluyó con una convocatoria a la ciudadanía a sumarse al reclamo.