12 Marzo 2011
El terremoto ocurrió a más de 20.000 kilómetros de Tucumán, en tierras lejanas, exóticas y casi siempre desconocidas para los tucumanos. Pero a Alejandra Nieva de Carrizo, cuando el tsunami le impactó en los ojos a través del televisor, le tembló hasta el alma. "Mi marido está varado en Japón. Llamó hace un rato y por suerte dijo que está bien, aunque no sabe cuándo volverá. No tiene en qué llegar al aeropuerto y todos los vuelos están cancelados", le contó a LA GACETA cuando logró juntar fuerzas para agarrar el teléfono nuevamente.
Franco Carrizo, su esposo, es un tucumano que vivió el terremoto en carne propia. Hace sólo una semana que llegó a Kioto, a 513 kilómetros de Tokio, junto con un comprovinciano y otros ocho colegas del resto del país. "Apenas pudo llamó y lo atendió mi suegra. Le contó que el terremoto fue muy fuerte y que se asustaron muchísimo. Por suerte están todos bien. Ellos tenían vuelo para hoy", relató Nieva, todavía con la voz entrecortada. "Entré a internet a ver bien qué pasaba. Ya no quiero seguir viendo nada, es insoportable lo que se ve, da mucho miedo", confesó la mujer.
Convivir con la catástrofe
La actual vicerrectora de la UNT, Alicia Bardón, no sólo vivió en tierras niponas sino que le tocó estar allí en un terremoto. En 2001 realizaba sus investigaciones en la Universidad de Tokushima, y de repente Hiroshima tembló. "Me instruyeron que no debía moverme del interior del edificio porque los riesgos eran mayores. De hecho, cuando sucedió ese temblor, en mi ciudad la única persona que murió fue porque salió a la calle y le cayó una maceta en la cabeza", contó la académica, y aseguró que la tecnología que utilizan en la construcción antisísmica no tiene parangón. "Es más, cuando consideran que la tecnología se vuelve obsoleta, demuelen el edificio y lo hacen de nuevo", destacó.
Todos los tucumanos que pudieron pisar la tierra del sol naciente destacan la forma en que están preparados los japoneses para enfrentar la bravura de la naturaleza. "Es una cultura que convive con las catástrofes y lo viven preparados con mucha seriedad", asegura Liliana Cosiansi, ex secretaria Académica de la UNT, quien vivió durante tres años en Osaka. "Pero lo mejor que vi es que cuando llega un inmigrante, en su propio idioma, la Municipalidad le da clases especiales de cómo actuar en terremotos y tsunamis", puntualizó la docente.
A pesar de los mares de distancia, varios corazones latieron acelerados en nuestra provincia con la noticia. Mientras el televisor disparaba las imágenes tortuosas que se vieron ayer, Keiko Saito, arquitecta y docente de la UNT, no podía comunicarse con su familia en Japón para saber cómo estaba. "Por más preparados que estén, creo que nadie puede acostumbrarse a las catástrofes naturales", finalizó.
Franco Carrizo, su esposo, es un tucumano que vivió el terremoto en carne propia. Hace sólo una semana que llegó a Kioto, a 513 kilómetros de Tokio, junto con un comprovinciano y otros ocho colegas del resto del país. "Apenas pudo llamó y lo atendió mi suegra. Le contó que el terremoto fue muy fuerte y que se asustaron muchísimo. Por suerte están todos bien. Ellos tenían vuelo para hoy", relató Nieva, todavía con la voz entrecortada. "Entré a internet a ver bien qué pasaba. Ya no quiero seguir viendo nada, es insoportable lo que se ve, da mucho miedo", confesó la mujer.
Convivir con la catástrofe
La actual vicerrectora de la UNT, Alicia Bardón, no sólo vivió en tierras niponas sino que le tocó estar allí en un terremoto. En 2001 realizaba sus investigaciones en la Universidad de Tokushima, y de repente Hiroshima tembló. "Me instruyeron que no debía moverme del interior del edificio porque los riesgos eran mayores. De hecho, cuando sucedió ese temblor, en mi ciudad la única persona que murió fue porque salió a la calle y le cayó una maceta en la cabeza", contó la académica, y aseguró que la tecnología que utilizan en la construcción antisísmica no tiene parangón. "Es más, cuando consideran que la tecnología se vuelve obsoleta, demuelen el edificio y lo hacen de nuevo", destacó.
Todos los tucumanos que pudieron pisar la tierra del sol naciente destacan la forma en que están preparados los japoneses para enfrentar la bravura de la naturaleza. "Es una cultura que convive con las catástrofes y lo viven preparados con mucha seriedad", asegura Liliana Cosiansi, ex secretaria Académica de la UNT, quien vivió durante tres años en Osaka. "Pero lo mejor que vi es que cuando llega un inmigrante, en su propio idioma, la Municipalidad le da clases especiales de cómo actuar en terremotos y tsunamis", puntualizó la docente.
A pesar de los mares de distancia, varios corazones latieron acelerados en nuestra provincia con la noticia. Mientras el televisor disparaba las imágenes tortuosas que se vieron ayer, Keiko Saito, arquitecta y docente de la UNT, no podía comunicarse con su familia en Japón para saber cómo estaba. "Por más preparados que estén, creo que nadie puede acostumbrarse a las catástrofes naturales", finalizó.
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