Por Alberto Horacio Elsinger
11 Mayo 2012
El legendario tren Estrella del Norte. Realizó, durante casi 80 años, 56.210 viajes, recorrió 64.978.760 kilómetros y llevó a 84.315.000 pasajeros.
La maleza y los arbustos crecieron tanto que los rieles se mimetizaron con la densa vegetación. Inclusive, en algunas regiones fueron levantados. Sólo son un trazado imaginario. El silencio reina en los parajes provinciales más distantes y olvidados. En esas locaciones donde el paso del tren era el nexo con la civilización, la fuente de ingreso o el acontecimiento del día o de la semana, la desolación es una marca registrada. Aún más, el chirrear de las ruedas de vagones al rozar las juntas de las vías; el pitear de las locomotoras y el ronronear de sus motores -que azuzaban a los perros, espantaban al ganado, inquietaban a las gallinas y hasta agitaban la maleza de los cañaverales- se transmutaron en quimeras. Hoy las realidades de esos pueblos, que padecieron emigraciones masivas, se colmaron de ausencias y de carencias. El vocablo despoblación, desde que el tren dejó de recorrer esos territorio, es un denominador común y habitual. No sólo para Tucumán; también para el interior de todos los estados provinciales del país.
Hechos sobresalientes
Lo concreto es que la aplicación de máquinas movidas por la fuerza del vapor -en los diversos órdenes de la producción y del transporte- fue uno de los hechos sobresalientes -quizás el más importante- de la evolución económica y técnica de la humanidad durante el siglo XIX. Y entre los transportes terrestres, el ferrocarril -con sus miles de kilómetros de caminos de hierro- fue el resultado más revolucionario de ese progreso técnico.
"Pero cuando el ferocarril fue desintegrado dejó de ser un servicio público. Predominó el lucro y dejó de cumplir una función social. Ahora no va a todas partes. Además, dejó a los pueblos sin agua, sin comunicación, y su levantamiento puso en estado de quebranto a las economías regionales por la desconexión territorial. Tampoco en la actualidad transporta todo, sino lo que le conviene", afirma Juan Carlos Cena, miembro fundador del Movimiento Nacional de Recuperación de los Ferrocarriles y del Instituto Argentino de Estudios Ferroviarios y del Transporte.
Damnificados
"Las economías extrapampeanas y los sectores de menores recursos fueron los más perjudicados desde que los trenes dejaron de correr. También se limitó la posibilidad de intercambio entre numerosos pueblos del interior argentino que hoy están en serio riesgo de desaparecer", afirma Mabel Manzanal, economista e investigadora del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en un artículo que publicó en el N° 166 de Realidad Económica (1999).
"El ferrocarril es el medio más económico para las grandes distancias. Las regiones más relegadas del país padecen la ausencia del tren. Además, las vías que desaparecieron definitivamente afectaron y afectan, fundamentalmente, a quienes necesitan de la función social de este medio de transporte -para la provisión de agua, por ejemplo-", agregó Manzanal al referirse a las consecuencias del cierre masivo de ramales ferroviarios
Vida y pasión
La primera línea ferroviaria que se construyó en la Argentina data de 1857. Pero la mayoría de la red ferroviaria se desarrolló entre 1870 y 1914, con capitales ingleses, franceses y argentinos. Llegó a abarcar casi 47.000 kilómetros. Una cifra que situó al país entre los primeros a nivel mundial en esta materia. También el tren originó la creación de numerosos pueblos, que fueron integrándose a nuestra nación de la mano de este medio de transporte.
Nacionalización
Después de 89 años de su aparición el sistema ferroviario fue nacionalizado. Las 15 empresas que se estatizaron en la década del 40 se constituyeron en seis líneas que prestaban los servicios de carga y de pasajeros, urbano e interurbano. Al cabo de un período de regresión que comenzó en 1958, con déficit creciente y eficiencia en descenso, en marzo de 1991 el gobierno del entonces presidente Carlos Saúl Menem le abrió, otra vez, el camino a la privatización.
El decreto 1168 de 1992 suprimió, a partir del 31 de julio, los servicios interurbanos de pasajeros que prestaba la compañía nacional Ferrocarriles Argentinos, creada el 13/02/1943 y cerrada el 10/03/1993. Al mismo tiempo, facultó a las provincias para que se hicieran cargo, en caso de creer que era conveniente operarlos.
El decreto 532 del mismo año (1992) invitó a las provincias con ramales en sus territorios a manifestarse sobre su voluntad de brindar los servicios. Los distritos del interior tendrían a su disposición el material rodante, y el trayecto de los trenes se realizaría sobre la infraestructura perteneciente a los concesionarios de carga.
Hechos sobresalientes
Lo concreto es que la aplicación de máquinas movidas por la fuerza del vapor -en los diversos órdenes de la producción y del transporte- fue uno de los hechos sobresalientes -quizás el más importante- de la evolución económica y técnica de la humanidad durante el siglo XIX. Y entre los transportes terrestres, el ferrocarril -con sus miles de kilómetros de caminos de hierro- fue el resultado más revolucionario de ese progreso técnico.
"Pero cuando el ferocarril fue desintegrado dejó de ser un servicio público. Predominó el lucro y dejó de cumplir una función social. Ahora no va a todas partes. Además, dejó a los pueblos sin agua, sin comunicación, y su levantamiento puso en estado de quebranto a las economías regionales por la desconexión territorial. Tampoco en la actualidad transporta todo, sino lo que le conviene", afirma Juan Carlos Cena, miembro fundador del Movimiento Nacional de Recuperación de los Ferrocarriles y del Instituto Argentino de Estudios Ferroviarios y del Transporte.
Damnificados
"Las economías extrapampeanas y los sectores de menores recursos fueron los más perjudicados desde que los trenes dejaron de correr. También se limitó la posibilidad de intercambio entre numerosos pueblos del interior argentino que hoy están en serio riesgo de desaparecer", afirma Mabel Manzanal, economista e investigadora del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en un artículo que publicó en el N° 166 de Realidad Económica (1999).
"El ferrocarril es el medio más económico para las grandes distancias. Las regiones más relegadas del país padecen la ausencia del tren. Además, las vías que desaparecieron definitivamente afectaron y afectan, fundamentalmente, a quienes necesitan de la función social de este medio de transporte -para la provisión de agua, por ejemplo-", agregó Manzanal al referirse a las consecuencias del cierre masivo de ramales ferroviarios
Vida y pasión
La primera línea ferroviaria que se construyó en la Argentina data de 1857. Pero la mayoría de la red ferroviaria se desarrolló entre 1870 y 1914, con capitales ingleses, franceses y argentinos. Llegó a abarcar casi 47.000 kilómetros. Una cifra que situó al país entre los primeros a nivel mundial en esta materia. También el tren originó la creación de numerosos pueblos, que fueron integrándose a nuestra nación de la mano de este medio de transporte.
Nacionalización
Después de 89 años de su aparición el sistema ferroviario fue nacionalizado. Las 15 empresas que se estatizaron en la década del 40 se constituyeron en seis líneas que prestaban los servicios de carga y de pasajeros, urbano e interurbano. Al cabo de un período de regresión que comenzó en 1958, con déficit creciente y eficiencia en descenso, en marzo de 1991 el gobierno del entonces presidente Carlos Saúl Menem le abrió, otra vez, el camino a la privatización.
El decreto 1168 de 1992 suprimió, a partir del 31 de julio, los servicios interurbanos de pasajeros que prestaba la compañía nacional Ferrocarriles Argentinos, creada el 13/02/1943 y cerrada el 10/03/1993. Al mismo tiempo, facultó a las provincias para que se hicieran cargo, en caso de creer que era conveniente operarlos.
El decreto 532 del mismo año (1992) invitó a las provincias con ramales en sus territorios a manifestarse sobre su voluntad de brindar los servicios. Los distritos del interior tendrían a su disposición el material rodante, y el trayecto de los trenes se realizaría sobre la infraestructura perteneciente a los concesionarios de carga.
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