Por Gustavo Martinelli
28 Agosto 2012
En los años 60, el director italiano Pier Paolo Pasolini afirmó que la gran tragedia del mundo no radica ni en la pobreza ni en la explotación, sino en la perdida de la singularidad humana. Esta idea, que quedó magistralmente retratada en sus polémicos filmes, ha resurgido en la actualidad con renovada vitalidad, ya que existe una tendencia cada vez más creciente a mostrarnos sin las singularidades que nos definen. Nuestra provincia, por ejemplo, hace rato que busca recuperar su posición estratégica dentro del NOA. Y hasta ahora solo ha conseguido resultados módicos. Desde el punto de vista turístico, por ejemplo, seguimos ofreciendo lo de siempre: bellos paisajes, poca infraestructura, rutas de terror y señales que dan pena. Pero, en materia cultural, en cambio, hemos logrado potenciar nuestras fortalezas y llevarlas a niveles dignos de cualquier urbe ilustrada. Los mismos productores afirman hoy que la provincia no solo es paisaje para los turistas: también es música, teatro y danza. Es, sobre todo, cultura. Y la agenda del Septiembre Musical que se dará a conocer mañana en el teatro San Martín, así lo ratifica. Espectáculos de ensueño, como la ópera "Tosca" (que ya fue representada elogiosamente en 2001) y artistas populares de la talla de Emma Shaplin, Silvina Garré y Norma Aleandro integran un programa que seguramente atraerá multitudes. Y no solo de Tucumán, sino también de provincias vecinas. Ahora bien, es necesario que esta pujanza cultural -una virtud que siempre fue nuestra- se aglutine con la de otros sectores a fin de conseguir una mejor eficacia. Porque lo que se hace aisladamente no sirve para construir aquello con lo que los tucumanos sueñan desde hace tiempo. Para empezar, se sigue actuando sin planificación. O, mejor dicho, con una planificación aislada. Esto quiere decir que cada sector hace lo que puede, como puede y cuando puede. A la hora de planificar el año en materia de espectáculos, nunca se puede concretar una reunión entre los distintos sectores para lograr, al menos, que algunos shows no se superpongan entre sí. La situación se complica aún más en meses como el que está por llegar, porque las actividades suelen multiplicarse en grado exponencial. En este mes no solo hay grandes espectáculos producidos por el Estado, sino que también los sectores independientes preparan lo suyo. Entonces, para que todos ganen, es prioritario el consenso, la planificación, el orden. De lo contrario nuestras virtudes singulares seguirán diluidas.
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