Por Alberto Horacio Elsinger
14 Septiembre 2012
LA GACETA / ARCHIVO
Apenas había transcurrido una hora de la medianoche. La última decena de carromatos en tránsito se quedó estática. El calendario marcaba 13 de octubre de 1965 y el reloj, la una y dos minutos del nuevo día. Ni siquiera hubo chirrido de frenos, ni del primero o el último de la hilera de 10 tranvías. Los ecos de las voces se ahogaron. Los coches quedaron varados en el lugar donde el corte abrupto del suministro de energía los había sorprendido. Varías horas después fueron trasladados al viejo e inmenso galpón de Cuba y Avellaneda: la misión estaba cumplida y sin ninguna excepción.
Un silencio muy grande lo fue envolviendo todo. Las sombras recortaron figuras fantásticas y en medio de ese ambiente, que se tornaba irreal, pareció oírse un trote lejano... Los viejos tranways a caballo volvían a buscar a sus hermanos eléctricos. Juntos marcharon hacia los confines del tiempo, allí donde se teje el olvido.
Reducción sistemática
Cuando se produjo la extinción del sistema de tranvías solo dos líneas prestaban servicio: la 1 y la 7. En su apogeo las líneas eran siete. En 1962 ya se habían reducido a cuatro. Fue el año en que el gobierno municipal decidió retirarlos del centro de la ciudad.
A mediados de los 60 el servicio había perdido cerca del 80% de los usuarios. "Nadie sabía los horarios. Y los dos recorridos existentes se asemejaban al trazo del número ocho", explicó Dioniso Abregú, habitual ex pasajero.
"Tanto el 1 como el 7 circulaban por la 24 de Septiembre. Giraban hacia el sur por Chacabuco hasta avenida Roca. Allí encaraban hacia el este por el bulevar hasta Congreso y retomaban hacia al norte para desembocar y doblar por 24 de Septiembre. El 1 giraba al norte por avenida Avellaneda y el 7 hacia el sur, por Sáenz Peña. Luego el 1 empalmaba con avenida Sarmiento y hacia el oeste circulaba hasta Maipú, retomando al sur hasta Santiago. Allí giraba hacia el oeste hasta José Colombres para desembocar en 24 de Septiembre. Por su parte el 7 iba desde El Bajo hacia el sur por Sáenz Peña hasta la intersección con la Roca. Por esta última se dirigía al oeste hasta Congreso rumbo al norte, continuaba por Laprida hasta Santiago, José Colombres y 24 de Septiembre", describió Abregú.
Luces y generadores
En sus interesantes recuerdos, que se remontan a los inicios de la década de 1940, el licenciado José Bovonikov aportó detalles acerca de este medio de transporte público, intensamente utilizado entre 1910 y 1960. "Las líneas se diferenciaban con facilidad por los distintos colores del tablero y por las luces frontales. El tablero estaba ubicado centralmente, debajo del parabrisas, e indicaba el recorrido", apuntó.
"De noche, las luces indicaban las líneas -se explaya Bovonikov-. El tranvía 1 tenía el tablero azul violáceo; el 2, rojo; el 3, rojo y blanco; el 4, verde. Finalmente, salió la línea 5, con su tablero y luces amarillas, y cuyo recorrido perimetral circundaba el cuarto noreste de las cuatro avenidas, pasando frente a la estación de tranvías, en la avenida Avellaneda y Cuba".
"En ese lugar estaban los generadores de corriente continua para alimentar el sistema -añadió-. De allí salían los conductores eléctricos para suministrar energía. Uno de ellos iba por la calle San Juan y se conectaba, en todos los cruces, con la red eléctrica del tranvía".
Otra descripción.
Respecto a los colores, Walter Miguel Bornadel (76 años) explicó que cuando las líneas eran siete los tableros eran grises y los números estaban pintados de negro con el fondo blanco".
El ex guarda Ernesto Miguel Flores (71 años) explicó que el auxiliar del cochero en los tranvías a caballo era el mayoral. "Él se ocupaba de la venta de boletos hasta la llegada del tranvía eléctrico -indicó-. Con la electrificación, el cochero pasó a ser motorman y el mayoral se transformó en guarda. Éramos la autoridad en el tranvía. Dábamos las órdenes de partida y detención del vehículo, entregábamos los boletos y cobrábamos el pasaje".
"Algunos subían y bajaban indiferentes, Otros, la gran mayoría, sabían que era el último", dijo Flores sobre el 12 de octubre de 1965, el día que el tranvía fue expatriado de las calles tucumanas y sepultado en el recuerdo.
Un silencio muy grande lo fue envolviendo todo. Las sombras recortaron figuras fantásticas y en medio de ese ambiente, que se tornaba irreal, pareció oírse un trote lejano... Los viejos tranways a caballo volvían a buscar a sus hermanos eléctricos. Juntos marcharon hacia los confines del tiempo, allí donde se teje el olvido.
Reducción sistemática
Cuando se produjo la extinción del sistema de tranvías solo dos líneas prestaban servicio: la 1 y la 7. En su apogeo las líneas eran siete. En 1962 ya se habían reducido a cuatro. Fue el año en que el gobierno municipal decidió retirarlos del centro de la ciudad.
A mediados de los 60 el servicio había perdido cerca del 80% de los usuarios. "Nadie sabía los horarios. Y los dos recorridos existentes se asemejaban al trazo del número ocho", explicó Dioniso Abregú, habitual ex pasajero.
"Tanto el 1 como el 7 circulaban por la 24 de Septiembre. Giraban hacia el sur por Chacabuco hasta avenida Roca. Allí encaraban hacia el este por el bulevar hasta Congreso y retomaban hacia al norte para desembocar y doblar por 24 de Septiembre. El 1 giraba al norte por avenida Avellaneda y el 7 hacia el sur, por Sáenz Peña. Luego el 1 empalmaba con avenida Sarmiento y hacia el oeste circulaba hasta Maipú, retomando al sur hasta Santiago. Allí giraba hacia el oeste hasta José Colombres para desembocar en 24 de Septiembre. Por su parte el 7 iba desde El Bajo hacia el sur por Sáenz Peña hasta la intersección con la Roca. Por esta última se dirigía al oeste hasta Congreso rumbo al norte, continuaba por Laprida hasta Santiago, José Colombres y 24 de Septiembre", describió Abregú.
Luces y generadores
En sus interesantes recuerdos, que se remontan a los inicios de la década de 1940, el licenciado José Bovonikov aportó detalles acerca de este medio de transporte público, intensamente utilizado entre 1910 y 1960. "Las líneas se diferenciaban con facilidad por los distintos colores del tablero y por las luces frontales. El tablero estaba ubicado centralmente, debajo del parabrisas, e indicaba el recorrido", apuntó.
"De noche, las luces indicaban las líneas -se explaya Bovonikov-. El tranvía 1 tenía el tablero azul violáceo; el 2, rojo; el 3, rojo y blanco; el 4, verde. Finalmente, salió la línea 5, con su tablero y luces amarillas, y cuyo recorrido perimetral circundaba el cuarto noreste de las cuatro avenidas, pasando frente a la estación de tranvías, en la avenida Avellaneda y Cuba".
"En ese lugar estaban los generadores de corriente continua para alimentar el sistema -añadió-. De allí salían los conductores eléctricos para suministrar energía. Uno de ellos iba por la calle San Juan y se conectaba, en todos los cruces, con la red eléctrica del tranvía".
Otra descripción.
Respecto a los colores, Walter Miguel Bornadel (76 años) explicó que cuando las líneas eran siete los tableros eran grises y los números estaban pintados de negro con el fondo blanco".
El ex guarda Ernesto Miguel Flores (71 años) explicó que el auxiliar del cochero en los tranvías a caballo era el mayoral. "Él se ocupaba de la venta de boletos hasta la llegada del tranvía eléctrico -indicó-. Con la electrificación, el cochero pasó a ser motorman y el mayoral se transformó en guarda. Éramos la autoridad en el tranvía. Dábamos las órdenes de partida y detención del vehículo, entregábamos los boletos y cobrábamos el pasaje".
"Algunos subían y bajaban indiferentes, Otros, la gran mayoría, sabían que era el último", dijo Flores sobre el 12 de octubre de 1965, el día que el tranvía fue expatriado de las calles tucumanas y sepultado en el recuerdo.
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