28 Octubre 2012
BUENOS AIRES.- Herido, así llega David Trezeguet al superclásico que esperó toda una vida, al desafío de ponerse la camiseta de River con Boca enfrente, cuando los cuatro colores con más adeptos en Argentina se alquimicen hoy sobre el verde césped.
El francés capitán encabezará la fila de sus compañeros a la salida del túnel, pegará un saltito, se golpeará el pecho y besará el escudo de su camiseta, provocando un rugido en las tribunas. El ritual será protagonizado esta vez por un Trezeguet herido en cuerpo y alma, jaqueado por una dolorosa separación conyugal y una rodilla izquierda que clama por quirófano a la brevedad. Infiltrado y todo, allí estará, tras entrenar en soledad en Mónaco y realizar un raid de 20 horas de vuelo en la antesala de un partido que no se quiere perder y que podría ser el último en que luzca la camiseta de su amado River. "Va a ser mi primer clásico (oficial), estoy con ganas de participar. Va a ser un descubrimiento también, como jugador y como hincha. Mucha gente de Europa va a venir a ver este partido, y van a venir mis hijos", contó el delantero de 35 años.
Su prole es el motivo que quizá lo devuelva a Europa a principios de 2013. O incluso antes si se opera tras el clásico. Pero él sólo piensa en este partido.
"El sueño del hincha y el mío es hacerle un gol a Boca", confesó Trezeguet, quien desde que River volvió a Primera extrañamente ya no se pareció a sí mismo. En la B Nacional era "Trezegol", esa pantera que aparecía por sorpresa en el área rival para hincarle sus colmillos al gol. Allí reside otra herida: pasó de aquellos 13 tantos coronados con el doblete del ascenso ante Almirante Brown a la magrísima cosecha de un único grito, frente a Newell's, en el Inicial.
Por eso, su presencia ante Boca generó controversias. Muchos hinchas consideran que Trezeguet, con molestias físicas y falta de entrenamiento adecuado, sólo debería ser opción de recambio.
Pero el "Pelado" Almeyda coincide con su otro lugarteniente en cancha, Leo Ponzio. "Necesitamos mucho a Trezeguet. A la hora de jugar los rivales ya saben a quién van a marcar, a quién van a encontrar", señaló. Schiavi, Burdisso y compañía se encontrarán con un animal herido, quizá por ello más peligroso aún, en busca de la sangre de su presa.
El francés capitán encabezará la fila de sus compañeros a la salida del túnel, pegará un saltito, se golpeará el pecho y besará el escudo de su camiseta, provocando un rugido en las tribunas. El ritual será protagonizado esta vez por un Trezeguet herido en cuerpo y alma, jaqueado por una dolorosa separación conyugal y una rodilla izquierda que clama por quirófano a la brevedad. Infiltrado y todo, allí estará, tras entrenar en soledad en Mónaco y realizar un raid de 20 horas de vuelo en la antesala de un partido que no se quiere perder y que podría ser el último en que luzca la camiseta de su amado River. "Va a ser mi primer clásico (oficial), estoy con ganas de participar. Va a ser un descubrimiento también, como jugador y como hincha. Mucha gente de Europa va a venir a ver este partido, y van a venir mis hijos", contó el delantero de 35 años.
Su prole es el motivo que quizá lo devuelva a Europa a principios de 2013. O incluso antes si se opera tras el clásico. Pero él sólo piensa en este partido.
"El sueño del hincha y el mío es hacerle un gol a Boca", confesó Trezeguet, quien desde que River volvió a Primera extrañamente ya no se pareció a sí mismo. En la B Nacional era "Trezegol", esa pantera que aparecía por sorpresa en el área rival para hincarle sus colmillos al gol. Allí reside otra herida: pasó de aquellos 13 tantos coronados con el doblete del ascenso ante Almirante Brown a la magrísima cosecha de un único grito, frente a Newell's, en el Inicial.
Por eso, su presencia ante Boca generó controversias. Muchos hinchas consideran que Trezeguet, con molestias físicas y falta de entrenamiento adecuado, sólo debería ser opción de recambio.
Pero el "Pelado" Almeyda coincide con su otro lugarteniente en cancha, Leo Ponzio. "Necesitamos mucho a Trezeguet. A la hora de jugar los rivales ya saben a quién van a marcar, a quién van a encontrar", señaló. Schiavi, Burdisso y compañía se encontrarán con un animal herido, quizá por ello más peligroso aún, en busca de la sangre de su presa.
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