04 Diciembre 2012
LA VOZ DEL HORROR. Sonia contó lo que vivió en la casa de la periodista. CAPTURA DE VIDEO
BUENOS AIRES.- Sonia Molina, la mujer que denunció haber sido golpeada y abusada sexualmente durante tres meses por una periodista y por el esposo de ésta, ambos detenidos, en una casa de la localidad bonaerense de Coronel Suárez, dijo que lo ocurrido fue "realmente una tortura".
"Lo que pasé no se lo deseo a ninguna persona. De hecho, me da fuerzas para seguir investigando que no haya otra persona, hombre o mujer, no importa el género, que esté pasando por lo mismo", manifestó la víctima en declaraciones a un canal de televisión.
Molina, quien dijo que sólo su fe en Dios la mantuvo firme en medio del horror, contó que al momento de escapar de los acusados, su estado físico era deplorable y que llegó a pesar 45 kilos. Durante la entrevista, se pudieron observar algunas marcas en la piel de la mujer, a la altura del cuello y de las manos, que -según ella- fueron producto de quemaduras y de lesiones con elementos punzantes.
Querían matarla
Cuando le preguntaron si sus captores tenían intención de matarla, Molina respondió que "las palabras textuales de Jesús María Olivera fueron: "te voy a terminar despostando". La mujer contó que el imputado también amenazaba con abusar sexualmente de su hija, al tiempo que admitió que la dejaba salir de la vivienda, aunque la tenían vigilada.
La mujer señaló que a Olivera lo conoció como "pastor" en la casa de su hermana, y que por eso siente que, además de los meses que estuvo privada de su libertad, fueron "tres años de engaño" contra su fe y la de su familia.
Respecto de Estefanía Heit, dijo que "dentro de la casa era igual de culpable que Olivera". "Ambos planificaban lo que iban a hacer. De hecho, conmigo hacían todo un juego psicológico para desestabilizarme", recordó y, en ese sentido, precisó que cuando le pegaban le decían que se "golpeaba sola".
"Todos los días eran lo mismo: se levantaba, y cumplía su rol como periodista. Puertas para afuera mostraba una personalidad pero por dentro era totalmente diferente", aseguró. Molina contó que en los últimos días de su cautiverio tenía dificultades para respirar y para movilizarse. "El primer mes me daban lo que ellos comían o lo que quedaba, después empezaron a darme polenta, comida para perros, fideos crudos, excremento", concluyó. (Télam)deos crudos, excremento", concluyó. (Télam)
"Lo que pasé no se lo deseo a ninguna persona. De hecho, me da fuerzas para seguir investigando que no haya otra persona, hombre o mujer, no importa el género, que esté pasando por lo mismo", manifestó la víctima en declaraciones a un canal de televisión.
Molina, quien dijo que sólo su fe en Dios la mantuvo firme en medio del horror, contó que al momento de escapar de los acusados, su estado físico era deplorable y que llegó a pesar 45 kilos. Durante la entrevista, se pudieron observar algunas marcas en la piel de la mujer, a la altura del cuello y de las manos, que -según ella- fueron producto de quemaduras y de lesiones con elementos punzantes.
Querían matarla
Cuando le preguntaron si sus captores tenían intención de matarla, Molina respondió que "las palabras textuales de Jesús María Olivera fueron: "te voy a terminar despostando". La mujer contó que el imputado también amenazaba con abusar sexualmente de su hija, al tiempo que admitió que la dejaba salir de la vivienda, aunque la tenían vigilada.
La mujer señaló que a Olivera lo conoció como "pastor" en la casa de su hermana, y que por eso siente que, además de los meses que estuvo privada de su libertad, fueron "tres años de engaño" contra su fe y la de su familia.
Respecto de Estefanía Heit, dijo que "dentro de la casa era igual de culpable que Olivera". "Ambos planificaban lo que iban a hacer. De hecho, conmigo hacían todo un juego psicológico para desestabilizarme", recordó y, en ese sentido, precisó que cuando le pegaban le decían que se "golpeaba sola".
"Todos los días eran lo mismo: se levantaba, y cumplía su rol como periodista. Puertas para afuera mostraba una personalidad pero por dentro era totalmente diferente", aseguró. Molina contó que en los últimos días de su cautiverio tenía dificultades para respirar y para movilizarse. "El primer mes me daban lo que ellos comían o lo que quedaba, después empezaron a darme polenta, comida para perros, fideos crudos, excremento", concluyó. (Télam)deos crudos, excremento", concluyó. (Télam)