Los rumores se propagaron hasta el pie del cerro

Las autoridades policiales de Yerba Buena decidieron reforzar la seguridad en las ferias populares ante la amenaza de posibles saqueos. La presencia de agentes fue incrementada en los principales centros comerciales del municipio. Los comerciantes de la "Plaza Vieja" de La Rinconada trabajaron con temor

LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO DURAN LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO DURAN
La ciudad fue atacada ayer. No fueron las naves extraterrestres con las que sembró el terror Orson Welles, ni los gurbos y cascarudos imaginados por Héctor Oesterheld en "El Eternauta". Fue azotada por el miedo que generó una palabra, la que durante más de tres horas atemorizó a miles de tucumanos. El vocablo "saqueo" cobró vida y, como si se tratara de un virus mortal que se transporta a través del viento, la histeria colectiva se propagó desde El Bajo hasta el pie del cerro San Javier.

Según el relato de la Policía, un hecho delictivo originado en la zona de El Bajo provocó una explosión de miedo y zozobra sin precedentes, cuya onda expansiva se agudizó a causa del posterior robo a un supermercado del suroeste de la ciudad. En la ex Terminal de Ómnibus, un grupo de jóvenes había intentando robar a los feriantes. Después, ese mismo grupo habría sido el que generó los desmanes en el microcentro.

El fantasma de los saqueos sobrevolaba victorioso por las avenidas de la capital tucumana y calles aledañas. Pasadas las 18, las afueras de la ciudad parecían sacadas de una película de Tim Burton. La sensación de caos se incrementaba minuto a minuto.

En la era de las comunicaciones, los mensajes de texto de los celulares quedaron rezagados ante el infalible boca a boca para transmitir lo desconocido. El grito de "¡ahí vienen saqueando!" fue suficiente para que el terror diera vueltas en el aire y cayera en el inconsciente colectivo como un fatal efecto dominó.

A las 19, Yerba Buena estaba sumergida en el rumor. "Vienen con palos. Se meten en los comercios, en las casas y se llevan todo", comentaban dos señoras en las puertas del shopping ubicado en Aconquija y Lobo de la Vega. Temerosas, aferraban con fuerza las pocas bolsas con mercadería que habían comprado en el súper que funciona en el mismo lugar. Esperaban en vano un taxi que decidiera llevarlas.

Previamente, las versiones que hablaban de un supuesto "asalto" a tres ferias populares de la zona se habían propagado como un reguero de pólvora.

Cuando LA GACETA llegó a la "Plaza Vieja" de La Rinconada, media decena de policías custodiaban la zona. El comisario Carlos Carrillo, a cargo del operativo de seguridad, comentó que un hecho delictivo de pequeña envergadura había disparado la tensión en las ferias americanas. "Una señora que caminaba con bolsas de un supermercado fue abordada por un grupo de malvivientes que se bajó de un auto y le quitó sus cosas. Desde ese momento todo el mundo comenzó a hablar de que venían saqueando comercios", precisó Carrillo, ante una consulta realizada por LA GACETA.

El encargado de la seguridad informaba que la situación estaba controlada. "Decidimos reforzar la custodia policial en todos los shoppings y centros comerciales de Yerba Buena", afirmaba confiado Carrillo.

De manera preventiva, los puesteros de las dos ferias americanas que funcionan detrás de la "Plaza Vieja" de La Rinconada habían decidido desarmar las carpas. Cuando el rumor se disipó, los comerciantes siguieron trabajando con normalidad. "Estuvo todo tranquilo. Decían que venían saqueando pero la policía llegó rápido", relató la vendedora María de los Ángeles Cuenca.

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Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...

" Esta crónica fue fruto de la imaginación de Orson Welles, en 1934, y originó una psicosis colectiva sin precedentes en los Estados Unidos. Welles había relatado por radio una ficticia invasión extraterrestre. Lo que vivió ayer Tucumán no tuvo nada de ficción, pero también se tradujo en psicosis.

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