Imprime la tradición en el cuero y viste al "Chaqueño", la "Sole" y Rocío Marengo

Las creaciones del artesano Jorge Córdoba han convertido su taller, en el Este tucumano, en un lugar de referencia para los folcloristas y en un atractivo para las estrellas de la farándula.

CON LAS MANOS EN EL CUERO. Jorge Córdoba estima que el proceso de elaboración de una montura le demanda entre 20 y 30 días de trabajo. LA GACETA / FOTO DE ALVARO MEDINA CON LAS MANOS EN EL CUERO. Jorge Córdoba estima que el proceso de elaboración de una montura le demanda entre 20 y 30 días de trabajo. LA GACETA / FOTO DE ALVARO MEDINA
23 Enero 2013

A sus siete años, los trabajos prácticos de la escuela le resultaban excelente excusa para probar su habilidad. Sus pequeñas manos transformaban con facilidad un tosco pedazo de cuero en una atractiva artesanía. Podría decirse que llegó al mundo con esa gracia; pero no. La capacidad de Jorge Córdoba para trabajar el cuero no es innata, sino aprendida. 


Desde la cuna observaba cómo su padre, Ramón Milagro Córdoba, le dedicaba horas al oficio de talabartero, que había logrado dominar desde los 15 años y que perfeccionó hasta los 95. A lo largo de esos 80 años, Ramón resultó el mejor docente para Jorge, que heredó sus saberes y su talabartería en San Pedro de Colalao.

"Mi padre conocía todas las técnicas del oficio. En 1945 había trabajado en la talabartería La Bola de Oro (Salta), un taller muy grande que enviaba trabajos a todo el país. Yo siempre estuve a la par de él; me encariñé con el oficio y fui aprendiendo las técnicas", cuenta Jorge. Explica que trabajan cueros de distintos animales, pero, en especial, de vaca; sobre todo para la fabricación de monturas: "trabajamos cuero vaqueta, suela, cuero crudo con pelo sobado, cuero crudo sin pelo -se usa para el trenzado, la costura con tientos- y cuero granado. Todo hecho a mano".

Según dice, hacer una montura puede insumirle entre 20 y 30 días de trabajo. "Lleva tiempo; porque implica muchas cosas. Por ejemplo, se usa la técnica del esterilillado; se hace el armazón, se lo forra con cuero crudo. Una montura criolla puede usarse para trabajo, para paseo o para desfile. En este caso demora más, porque va adornada, con muchos más detalles, con bordados; en la parte de las riendas se usa enchapado, y puede llevar una trenzada de ocho, de 12 o de 16 tientos", precisa.

Los principales clientes de Jorge no son los turistas. Acaso, algunos veraneantes que poseen caballos en San Pedro: "las agrupaciones gauchas son las que más utilizan nuestros productos; y la gente que trabaja en el campo, que usa el caballo para trabajar con animales".

Su oferta se complementa con la ropa de cuero que fabrican y que venden. Allí, en esa parte del negocio, entran su esposa, Pastora Condorí, y su hija, Rocío Córdoba. Pastora estudió la carrera de diseño de modas; y Rocío sigue sus pasos. El vestido que esta lució en su fiesta de 15 es de cuero, y fue confeccionado por sus padres.

En los tradicionales desfiles que se realizan en San Pedro de Colalao cada enero, alguna modelo top viste sus prendas. El año pasado, Amalia Granata desfiló con un traje que la familia Córdoba hoy expone en el pequeño hall de su talabartería. "Hacemos chaquetas, chalecos de cuero de cabra, camperas, botas; siempre siguiendo una línea autóctona", aclara Jorge.

Los famosos
Desde inicios de los 90, Jorge comenzó a exponer sus productos en el festival de Cosquín, en la tradicional exposición rural de Palermo, y en distintas ferias por ciudades del país y del exterior. Pero no sólo él salió con sus productos de San Pedro de Colalao, sino que varios famosos lo visitaron en la villa veraniega; en especial, folcloristas.

"Mi padre trabajó mucho para Jorge Cafrune; le hacía monturas y camperas. Y luego ya hemos tenido la visita del Chaqueño Palavecino -le vamos vendiendo cinco camperas-, de Soledad Pastorutti -la trajeron un par de días a visitar San Pedro y vino a conocer el taller, le hicimos chalecos de cuero-; y también lució nuestra ropa Rocío Marengo", enumera Jorge, con mucho orgullo.

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PARA AGENDAR

- PARA EL BOLSILLO.- Algunos de los precios básicos en un bar céntrico de San Pedro del Colalao. Café, $10; Desayuno o merienda, desde $13; licuados, $15; tostado mixto, $20; pizza común, $35; sánguche de milanesa, $20; cerveza de litro, desde $23; whisky importado, desde $26. Pero pasa como en la capital: es cuestión de buscar para encontrar precios más bajos. Hay para todos los bolsillos.

- PARA LOS MÁS CHICOS.- De martes a viernes hay actividades en Ciudad de los Niños, un predio cercano a la villa, repleto de verde y rincones para que ellos puedan jugar a sus anchas. De 10 a 12 y de 16 a 19 hay juegos para los chicos y actividades recreativas y deportivas. Los sábados y domingos, en tanto, hay show de magos y títeres.

- PARA LOS NO TAN CHICOS.- De martes a domingo hay caminatas gratuitas para conocer los sitios emblemáticos. De 10 a 12 son las caminatas cortas a la Gruta de la Virgen de Lourdes, Montebello y Ciudad de los Niños, entre otros destinos. De 15.30 a 19 parten las caminatas largas a Piedra Pintada y Puente del Indio, lugares a los que es recomendable ir con guías.

- PARA LOS QUE PASEAN.- Los niños que veranean en San Pedro, este año tienen un nuevo atractivo: un trencito para recorrer la plaza y los lugares principales de la villa. "Tiene una máquina hermosa, pero no la pudimos hacer andar por una cuestión de seguridad, así que lo hacemos con un cuatri. A los chicos les encanta y me gustaría hacerlo más grande para que también pudieran subir los padres", confesó la dueña, Ángela de Angelis. Si estás en San Pedro, es imposible que no lo veas: el trencito está todo el día dando vueltas.

- PARA LOS CINÉFILOS.- Todos los días, a las 20.30 y a las 22.30, se proyectan películas en el Teatro del Pueblo (ex Enrique Pinti), gratis. la cartelera se renueva cada jueves. Para asistir, solo es necesario retirar entradas a la oficina de Turismo, ubicada en diagonal a la plaza Leocadio Paz.

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