03 Febrero 2013
EL MISTERIO. En Santa Lucía todos hablan y recuerdan anécdotas sobre el centro clandestino de detención que funcionó en el ex ingenio. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
La mole de ladrillos y chapas y las chimeneas son visibles desde todo el pueblo de casas bajas. Está ahí, como un recordatorio de dos de las caras de su pasado: el azúcar y el terror. El ex ingenio Santa Lucía, fundado en 1882, endulzó el crecimiento de la localidad a su alrededor, pero también diezmó a los vecinos cuando albergó uno de los Centros Clandestinos de Detención (CCD) que funcionó en la provincia en la década del '70. Precisamente, "La base" -así llaman los vecinos al área de la ex fábrica azucarera donde se instalaron las fuerzas armadas- es la protagonista de esta historia. Desde hace poco más de 15 días, un rumor salió de un comedor comunitario para ancianos, vadeó las calles terrosas y llegó a la redacción de LA GACETA.
Varios vecinos que pidieron que no se publicara su nombre, aseguraron que obreros que trabajaron en el patio del centro de jubilados para instalar un tanque de agua cavaron y habrían encontrado restos óseos. El revuelo se generó porque la modesta construcción está dentro del perímetro que ocupó la instalación militar. De hecho, queda sobre la calle que servía de entrada al CCD. Inclusive, a la par aún están en pie viejas dependencias fabriles. La versión también da cuenta de que encargados del comedor habrían escondido los huesos en una caja por temor a que les quiten el sitio.
"¡Cómo puede ser que alguien haya hablado (al diario) si aquí no pasa nada! Yo no hice denuncia a la Policía ni nada", responde indignada una mujer que se identifica como presidenta del comedor, mientras reparte bolsones de alimentos a ancianos que se acercan al lugar. "Dicen que aquí estaban los subversivos, arreglamos muchas partes del lugar, pero no hay nada", insiste sin brindar la posibilidad de más preguntas.
"Las versiones que corren indican que se encontraron restos humanos. Como representante del pueblo de Santa Lucía tengo que decir que todos queremos que se investigue", sorprende el comisionado rural Juan Carlos Norry. El funcionario trabaja en un derruido edificio comunal, que ni siquiera cuenta con teléfono. Junto a algunos colaboradores comenta los mismos detalles que brindaron los vecinos que aportaron el dato a este diario por teléfono.
Norry era un adolescente cuando su pueblo estaba ocupado por las fuerzas armadas. "La gente que sepa algo tiene que sacarlo a la luz, es importante para nuestra identidad. Yo vi hace muchísimos años que los helicópteros venían del monte y de arriba tiraban bolsas con cuerpos a la base. Nunca se supo quiénes eran ni adónde están. Sus familias merecen saberlo", insta. Afirma que las víctimas en el pueblo se cuentan de a montones, muchos de ellos aún desaparecidos. "Nos gustaría que por respeto a la comunidad se despejen todo tipo de dudas. Santa Lucía sufrió muchas aberraciones y torturas", lamenta.
Norry pidió que la Justicia supervise los supuestos túneles que unen el ex ingenio con el área en donde está el comedor. "Los vecinos cuentan que había un sótano ahí en el que se torturaba gente", añade. Advierte que los lugareños todavía tienen miedo de contar sus experiencias: "la gente no se quiere meter, sobre todo los mayores".
Visitas inesperadas
Tal como avisa Norry, encontrar interlocutores que estén dispuestos a contar sus experiencias no es sencillo. "Para qué le voy a mentir, no sé nada" o "yo no sabía nada" son las excusas predilectas para evitar el tema. Juan Carlos Barboza (66) es una de las excepciones. Probablemente, porque vive recién desde hace dos años frente al ex ingenio. Está dispuesto a mostrar sus cardenales y catitas y también la puerta de lo que habría sido un infierno. "Miren, aquí es por donde se entraba al sótano. Aquí arriba dormían los oficiales. Vinieron de la ciudad el otro día a ver los túneles que dicen que hay, pero no volvieron. No saben cómo espantan aquí, pobrecitos ellos. Parece que los mataban (sic)", conjetura. Adela Alvarado (71) dice que vivir en Santa Lucía era "muy malo" en los 70'. La modista detalla que después de las 20 nadie podía salir de su casa y que lo más común era que a la madrugada, los soldados entraran a registrar las casas. "Un día nos levantamos y ya estaban instalados aquí. Todos teníamos mucho miedo", rememora. También dice que escuchar disparos y explosiones era de todos los días. "Traían gente y las tenían adentro, a algunos los largaron. Me gustaría saber qué pasó con los que no volvieron", concluye.
Varios vecinos que pidieron que no se publicara su nombre, aseguraron que obreros que trabajaron en el patio del centro de jubilados para instalar un tanque de agua cavaron y habrían encontrado restos óseos. El revuelo se generó porque la modesta construcción está dentro del perímetro que ocupó la instalación militar. De hecho, queda sobre la calle que servía de entrada al CCD. Inclusive, a la par aún están en pie viejas dependencias fabriles. La versión también da cuenta de que encargados del comedor habrían escondido los huesos en una caja por temor a que les quiten el sitio.
"¡Cómo puede ser que alguien haya hablado (al diario) si aquí no pasa nada! Yo no hice denuncia a la Policía ni nada", responde indignada una mujer que se identifica como presidenta del comedor, mientras reparte bolsones de alimentos a ancianos que se acercan al lugar. "Dicen que aquí estaban los subversivos, arreglamos muchas partes del lugar, pero no hay nada", insiste sin brindar la posibilidad de más preguntas.
"Las versiones que corren indican que se encontraron restos humanos. Como representante del pueblo de Santa Lucía tengo que decir que todos queremos que se investigue", sorprende el comisionado rural Juan Carlos Norry. El funcionario trabaja en un derruido edificio comunal, que ni siquiera cuenta con teléfono. Junto a algunos colaboradores comenta los mismos detalles que brindaron los vecinos que aportaron el dato a este diario por teléfono.
Norry era un adolescente cuando su pueblo estaba ocupado por las fuerzas armadas. "La gente que sepa algo tiene que sacarlo a la luz, es importante para nuestra identidad. Yo vi hace muchísimos años que los helicópteros venían del monte y de arriba tiraban bolsas con cuerpos a la base. Nunca se supo quiénes eran ni adónde están. Sus familias merecen saberlo", insta. Afirma que las víctimas en el pueblo se cuentan de a montones, muchos de ellos aún desaparecidos. "Nos gustaría que por respeto a la comunidad se despejen todo tipo de dudas. Santa Lucía sufrió muchas aberraciones y torturas", lamenta.
Norry pidió que la Justicia supervise los supuestos túneles que unen el ex ingenio con el área en donde está el comedor. "Los vecinos cuentan que había un sótano ahí en el que se torturaba gente", añade. Advierte que los lugareños todavía tienen miedo de contar sus experiencias: "la gente no se quiere meter, sobre todo los mayores".
Visitas inesperadas
Tal como avisa Norry, encontrar interlocutores que estén dispuestos a contar sus experiencias no es sencillo. "Para qué le voy a mentir, no sé nada" o "yo no sabía nada" son las excusas predilectas para evitar el tema. Juan Carlos Barboza (66) es una de las excepciones. Probablemente, porque vive recién desde hace dos años frente al ex ingenio. Está dispuesto a mostrar sus cardenales y catitas y también la puerta de lo que habría sido un infierno. "Miren, aquí es por donde se entraba al sótano. Aquí arriba dormían los oficiales. Vinieron de la ciudad el otro día a ver los túneles que dicen que hay, pero no volvieron. No saben cómo espantan aquí, pobrecitos ellos. Parece que los mataban (sic)", conjetura. Adela Alvarado (71) dice que vivir en Santa Lucía era "muy malo" en los 70'. La modista detalla que después de las 20 nadie podía salir de su casa y que lo más común era que a la madrugada, los soldados entraran a registrar las casas. "Un día nos levantamos y ya estaban instalados aquí. Todos teníamos mucho miedo", rememora. También dice que escuchar disparos y explosiones era de todos los días. "Traían gente y las tenían adentro, a algunos los largaron. Me gustaría saber qué pasó con los que no volvieron", concluye.
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