Serias consecuencias

Silvina Cohen Imach, psicóloga especialista en maltrato

07 Febrero 2013
La infancia maltratada constituye un nuevo término para designar una vieja problemática. Implica siempre el abuso de poder en la relación adulto-niño, y puede aparecer en la familia, pero también en la escuela, en los clubes, en el barrio. El maltrato, sobre todo aquel que se sufre en la primera infancia, imprime serias consecuencias en el psiquismo de quien lo padece, consecuencias que conforman lo que se denomina el síndrome del niño maltratado.

Se trata de un conjunto de alteraciones en el funcionamiento psicológico, en las relaciones familiares y en el entorno social. Las más comunes son la repetición de la violencia dentro del grupo familiar y del grupo de pares, como así también la disminución del rendimiento académico y de la seguridad emocional o autoestima. La agresividad, o bien su contrario, la inhibición social y timidez, es otro de los efectos que produce la violencia. Por su parte, los dolores de estómago, los vómitos, el llanto desconsolado antes de ir a la escuela son síntomas, a modo de señal de alarma, que nos hacen pensar que algo no funciona bien allí.

Su gravedad estará dada por múltiples variables, que tendrán que ver con la edad del niño, la frecuencia del maltrato, pero sobre todo con la capacidad para verbalizar lo que le sucedió, y la respuesta de los otros significativos para escuchar y contener la angustia que el maltrato genera.

El poder hablar sobre lo que pasa y un ambiente facilitador y continente amortiguan el efecto traumático de la violencia.

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