20 Abril 2013
El director entra en tema desde los primeros fotogramas. A pocos minutos de empezado el filme, queda claro que habrá un crimen y que la estabilidad emocional de la protagonista dista mucho de ser sólida. Con buenos recursos cinematográficos, Soderbergh plantea los ejes de su historia y parece que va a ocuparse de la cuestión de los ansiolíticos en fase experimental y de las ambiciones científicas y económicas de ciertos profesionales de la salud mental a expensas de la seguridad y del bienestar de sus pacientes. Sin embargo (y con muy buen criterio), plantea una serie de golpes de timón en la historia y construye una atrapante narración acerca de lealtades y traiciones, verdades y mentiras, sospechas y confirmaciones.
El resultado es una película entretenida, con no pocas sorpresas y con interesantes interpretaciones, ente las que sobresale el papel protagónico a cargo de Rooney Mara. La actriz, que después de haber participado en populares series de televisión saltó a la fama en la piel de Lisbeth Salander ("La chica del dragón tatuado"), encarna aquí a una desconcertante joven, que trata de huir de la depresión a través de un fármaco "milagroso" que le proporciona su terapeuta. Mara confiere a su personaje toda la ambigüedad y los matices necesarios como para apuntalar sólidamente el rumbo que el director le imprime al relato, Jude Law encarna con solvencia al psiquiatra y Catherine Zeta-Jones sobreactúa levemente el papel de la ex analista de la protagonista. El desenlace reacomoda definitivamente las piezas del rompecabezas y cierra sin fisuras la historia.
Soderbergh ha anunciado que esta será su última película como director, porque quiere dedicarse a otros aspectos de la realización cinematográfica. Sería una pena, porque es uno de los narradores más sólidos de Hollywood y sus películas siempre son una garantía desde el punto de vista del entretenimiento. Esta producción es una de las que confirman todas las virtudes del director en ese sentido.
El resultado es una película entretenida, con no pocas sorpresas y con interesantes interpretaciones, ente las que sobresale el papel protagónico a cargo de Rooney Mara. La actriz, que después de haber participado en populares series de televisión saltó a la fama en la piel de Lisbeth Salander ("La chica del dragón tatuado"), encarna aquí a una desconcertante joven, que trata de huir de la depresión a través de un fármaco "milagroso" que le proporciona su terapeuta. Mara confiere a su personaje toda la ambigüedad y los matices necesarios como para apuntalar sólidamente el rumbo que el director le imprime al relato, Jude Law encarna con solvencia al psiquiatra y Catherine Zeta-Jones sobreactúa levemente el papel de la ex analista de la protagonista. El desenlace reacomoda definitivamente las piezas del rompecabezas y cierra sin fisuras la historia.
Soderbergh ha anunciado que esta será su última película como director, porque quiere dedicarse a otros aspectos de la realización cinematográfica. Sería una pena, porque es uno de los narradores más sólidos de Hollywood y sus películas siempre son una garantía desde el punto de vista del entretenimiento. Esta producción es una de las que confirman todas las virtudes del director en ese sentido.