Cuando el silencio no es salud

El programa de Lanata hizo hablar a muchos, pero dejó callados a los que deberían haber dicho algo. La oposición se sintió fortalecida tras el cacelorazo del jueves; pero para que el sentimiento dure deberá construir

Cuando el silencio no es salud
Esta semana la Argentina mostró sus miserias. Comenzó con el famoso programa de televisión periodístico que sacudió al país. Siguió con una marcha contundente, que parece que sólo vio una parte de la República, y terminó con la condena a prisión de un ferroviario que comenzó siendo un simple obrero y se convirtió en un dirigente violento. Todos síntomas de una Argentina en la que las sospechas o supuestos cargan más verdad que la propia realidad…
Jorge Lanata instaló un tema del que muchos hablan y pocos se animan a tirar la primera piedra. El lavado de dinero y el enriquecimiento ilícito es casi una obviedad en Tucumán y en la Argentina; y el periodista lo instaló con una entrevista y una cámara oculta, que en el periodismo es como pasar un semáforo en rojo. En el acto estalló una discusión en todos los canales de televisión y en las mesas de café, sobre si era cierto y si Lanata respondía a tal o cual interés. La misión del periodista es simplemente -mal que pese a muchos- contar lo que se sabe y poner especial énfasis en relatar aquello que el poder no quiere que se sepa. El resto es tarea de las instituciones a las que les compete analizar esas cuestiones. Es la Justicia la que tiene la palabra. Lo que hizo más grave lo que se vio en el programa televisivo. Aun habiéndose desdicho -la Justicia deslindará responsabilidades y tamizará verdades- se desnudó cómo un sector de la clase política acumula dineros que no puede justificar -ni contar, porque termina pesándolos- y que se hacen maniobras para blanquearlo. En Buenos Aires, en Córdoba, en Río Gallegos, en Santa Cruz y en Tucumán hay políticos que no pueden explicar sus ingresos. Eso no se vio, pero es el residual que quedó después del programa del periodista devenido showman.
Lanata paralizó y enmudeció al oficialismo al desnudar los negocios de un hombre muy cercano al poder. No es nada nuevo en la jovencísima democracia argentina. Las ostentaciones de un Gostanián (emblema del menemismo) no difieren de estas cuestiones que se trataron de mostrar en la televisión y se corroboraron en el discurso o en la discusión de cada ciudadano sin necesidad de dilucidar si "Samantha" Fariña o "Natalia" Elaskar decían o no la verdad. Esa es la tarea que tiene ahora la Justicia. No sólo Cristina, que suele pararse en el atril para criticar con dureza a la prensa -a veces con razón y otras sin ella- se calló. El gobernador de la provincia también eligió el silencio cuando había una cuestión ética incuestionable. Tampoco se pronunció ninguna persona pública tucumana. La actitud que se recibió es que es un problema de otros y que mejor dejar que pase el vendaval.

Sorpresa
La Justicia dio un ejemplo antes de que se despida para siempre esta semana. El viernes, cuando empezaba a anochecer, mostró un inusitado valor cuando el juez y presidente del tribunal juzgador, Horacio Días, confirmó que el ferroviario José Pedraza tendría 15 años de prisión por la muerte del joven militante Mariano Ferreyra. No se le dio perpetua, como necesitaba el Partido Obrero, al que pertenecía Ferreyra cuando en una emboscada lo mataron. Sin embargo, se trata de un sindicalista protegido por el poder, gobierne quien gobierne, sea de la ideología que sea; y que había encontrado en la prepotencia y en la violencia una forma de ejercer su vida sindical. Pedraza era y fue un intocable, hasta que la Justicia tomó las riendas.

Números, sí; mensajes, no
La manifestación callejera del jueves provocó tres reacciones inmediatas que tuvieron su correlato en las redacciones de todos los medios. Por un lado, los dirigentes opositores desesperados por demostrar que había más gente de la que se podía ver o calcular. Por otro, la cuidadosa advertencia del oficialismo por sentenciar que había bastante menos de la que se decía y de la que se había volcado a la calle en otros momentos. Y hubo un tercer grupo que se llamó a silencio, como ninguneando el indiscutible hecho de que había argentinos expresándose en las calles del país. En cualquier lugar del mundo este tipo de expresiones populares siempre están marcando una preocupación del pueblo. No son tuits, ni clics que dicen me gusta ni tampoco emails que se escriben desde la comodidad de la casa o del trabajo; era gente poniendo el cuerpo para decir su estado de ánimo. Y siempre, en cualquier lugar del mundo, es preferible escuchar a ignorar estas multitudes. No fue sólo un mensaje al oficialismo. Si bien hubo una convocatoria opositora, también estuvo clara la ausencia de liderazgos y las dudas que tiene esta mayoría que siente que hay cosas que no le gusta y que necesita que alguien se ocupe de ellas. No espera ni el silencio oficialista ni la cooptación opositora.

Caminando para atrás
En Tucumán, el silencio es salud. Enfermos quedaron los legisladores con la Corte Suprema de Justicia, que quiso poner en práctica un nuevo sistema de funcionamiento de la Justicia Penal. Era una modernización que implicaba un paso adelante y que aportaba transparencia y agilidad en el fuero penal. En vigencia estaba la transformación que se había hecho en 1991 y ahora cuando se ven tristes procederes -como la causa Lebbos que duerme desde hace siete años- aparece la necesidad de cambios. Con este modelo que se iba a poner en práctica en el sur nunca más se iba a cajonear un expediente durante la investigación y esta hubiera sido pública, no sólo el juicio oral.
La acordada reglamentaria del plan piloto no fue firmada por los vocales René Goane y Claudia Sbdar. El primero estaba de licencia por enfermedad y la vocal no firmó otras acordadas sobre el mismo proyecto. Sólo rubricó la que encarga la elaboración de un programa al Inecip de los juristas David Baigún y Alberto Binder.
El plan piloto se fue deshilachando cuando Nicolás Pedro Brito planteó su "inconstitucionalidad". El letrado sureño frenó todo con un amparo. La suspensión del programa bloqueó una resolución adversa y la Corte intentó salvarlo enviando un "anteproyecto" a la Legislatura para que avale -con una ley- el uso de la potestad reglamentaria. Pero aquello se habría caído, en parte por el malestar de los legisladores que sólo reconocen las órdenes del jefe del PE, y por las dudas de Daniel Posse.
En el mundo del alperovichismo no suelen pasar estas cosas; el gobernador ordena y las cosas se hacen. En este caso fue un vocal hiperalperovichista y una Legislatura adicta la que le dijo no a un hombre puesto en la Corte por el propio gobernador. Precisamente, cuando institucionalmente se estaba haciendo un importante aporte a la Justicia aparecieron los problemas para frenarlo. Los sijosesistas comentaron el viernes en los pasillos de la Casa de Gobierno que el mandatario provincial teme que estas discusiones después le traigan tensiones a nivel nacional, por eso intentará que Estofán y el eternamente interino presidente de la Cámara, Regino Amado, se sienten frente a frente esta semana y solucionen los entredichos. Curiosamente, el gabinete cuenta con un ministro de Gobierno y Justicia que salió de escena silbando bajito, aunque al costo lo termine pagando el gobernador.
Estofán tiene más internas que el radicalismo. Inesperadamente, a sus ya conocidas reyertas con la vocal Claudia Sbdar se le volvió díscolo su delfín para sucederlo. Distanciado ahora de Posse, en este año en el que volverá a elegirse presidente de la Corte se ha vuelto central la presencia del vocal René Goane, quien se encuentra de licencia por razones de salud. Mientras Estofán lo cuenta en su equipo, al igual que a su tocayo Gandur, en la Casa de Gobierno se preguntan si no es hora de que Goane se retire y, al instante, empiezan a especular quién será el cuarto vocal que ponga Alperovich.

Obsesión
El gobernador tiene una obsesión: hacer una gran elección en octubre. Si lo logra tendrá el camino despejado para buscar la reforma de la Constitución. De nuevo, la idea del silencio se impone entre los que manejan el poder. No hablarán de la "re-re" hasta que pase octubre, cuando seguramente la lista tendrá la imagen de Alperovich como candidato a diputado nacional, porque no sólo la oposición tiene problemas de liderazgos: el oficialismo, también.
Esta semana asumió el nuevo conductor de Canal 10; y apenas juró Oscar Bercovich se hizo saber que el programa de Lanata, precisamente del que habló todo el país, no se emitirá. Para subsanar cualquier cuestionamiento se aclaró que tampoco se emitirá "678". ¿No debería ser al revés, para ayudar a que el ciudadanos vea las dos caras de la moneda? Así se termina perjudicando al televidente y al canal. Ni Alperovich ni Juan Cerisola -la UNT y el Poder Ejecutivo controlan el canal- defienden esa idea porque prefieren evitar problemas a como dé lugar.
La oposición se ha sentido fortalecida con la marcha del jueves pasado, pero eso dura lo que un suspiro si no se construye en consecuencia. El radicalismo suma más internas que socios y va inexorablemente al túnel de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Ese esquema le augura un debilitamiento electoral antes que el fortalecimiento. Y todavía no asoma la madurez para dejar de lado las ambiciones personales para dar lugar a un proyecto colectivo.

Sensaciones

Mucha gente que fue a la plaza no tenía la menor idea de por qué caminaban en contra de la supuesta "democratización de la Justicia". Es más, no tenían nada claro sobre las cautelares, ni sobre la composición del Consejo de la Magistratura, ni sobre la forma de elegir algunos de sus integrantes. Sin embargo tenían una sensación de malestar. Muchos de los que se alegraron por el fallo contra Pedraza tampoco eran capaces de desmenuzar lo que había sucedido en el 20 de octubre de 2010, pero sintieron que condenar a 15 años de prisión por ser partícipe necesario tenía sabor a Justicia. La mayoría de los argentinos no puede decir si Lanata desnudó algo o si simplemente hizo una operación, pero quedó la sensación de que algo no se hace bien en la dirigencia política. Son sólo sensaciones, que no deberíamos tener…

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