27 Abril 2013
"Mirta Bustamante era un permanente conflicto". Con esa frase, el presidente del Ente Cultural de Tucumán (ECT), Mauricio Guzman, negó acusaciones, lamentó la situación y puso a disposición todos los expedientes del caso.
El titular del área estatal se refirió ayer a las denuncias efectuadas por la ex empleada del área de Tesorería, que afirmó haber sido cesanteada del organismo tras denunciar presuntas irregularidades en el manejo de fondos.
"Quiero desmentirla. La señora llegó al Ente (en 2007) con un historial de problemas en otras reparticiones, por sus permanentes problemas con los responsables de las instituciones y con sus compañeros", explicó. Guzman relató que en julio de 2010, la mujer le elevó una presentación por presuntas irregularidades y, sin esperar una respuesta, la habría remitido también al gobernador, José Alperovich. "Nunca me pidió una audiencia. A las pocas semanas, dispuse el inicio de una investigación administrativa sobre todos los hechos de los que daba cuenta. No se comprobó nada. De hecho, en más de una ocasión fantaseó sobre situaciones que no existieron", precisó el funcionario.
Aseveró que, luego, se cambió a la empleada a la Dirección de Letras. "Al poco tiempo también generó conflictos con insultos y agravios allí. Uno de ellos porque salió sin permiso y volvió cuatro horas después. Cuando la jefa de Personal le llamó la atención, la agredió con agravios improcedentes. Llegó a tirarle la tarjeta de presencia en la cara", consignó.
La suma de episodios generó, según detalló el funcionario, que se decidiera pasar el caso a la Dirección de Recursos Humanos de la Casa de Gobierno. "Tras una larga investigación, aconsejaron la cesantía. La situación derivó de los agravios, gritos y peleas a un nivel que no se puede entender entre gente civilizada. Tengo notas con quejas de empleados de diversas áreas para que la sacara", advirtió.
Guzman afirmó, además, que toda la documentación del caso está a disposición de quien quiera consultarla. Aclaró que siempre estuvo dispuesto a dar la versión oficial de los hechos. "No escondemos nada. Siempre estoy a disposición de la prensa. Lo que ocurrió no es usual, en nueve años de gestión es el único caso de cesantía con estas características", concluyó.
"Doble discurso"
Bustamante (51 años) fue apartada de su puesto en diciembre de 2012. Planteó su situación mediante una Carta de Lectores a LA GACETA, que fue publicada el lunes, en la que reprochó a Alperovich por tener un "doble discurso". "Por un lado, habla de que no permitirá ningún tipo de corrupción dentro de su administración; pero cuando le hice conocer la presunta malversación de fondos, creo que ni se ocupó de leer el expediente", redactó la mujer.
La empleada se ocupaba de cargar en un sistema datos relacionados con los ingresos y egresos de dinero en la repartición. Así pudo acceder a información que, dijo, le resultó dudosa. Enumeró supuestos errores en los libros contables; cheques que se registrarían a nombre de un empleado y que habrían sido cobrados por otro y órdenes de pago que se habrían cumplido sin la firma de las autoridades, entre otras. "Sabía que ponía en peligro mi trabajo, pero siempre me manejé con rectitud. Me cansé de ser cómplice", dijo.
El titular del área estatal se refirió ayer a las denuncias efectuadas por la ex empleada del área de Tesorería, que afirmó haber sido cesanteada del organismo tras denunciar presuntas irregularidades en el manejo de fondos.
"Quiero desmentirla. La señora llegó al Ente (en 2007) con un historial de problemas en otras reparticiones, por sus permanentes problemas con los responsables de las instituciones y con sus compañeros", explicó. Guzman relató que en julio de 2010, la mujer le elevó una presentación por presuntas irregularidades y, sin esperar una respuesta, la habría remitido también al gobernador, José Alperovich. "Nunca me pidió una audiencia. A las pocas semanas, dispuse el inicio de una investigación administrativa sobre todos los hechos de los que daba cuenta. No se comprobó nada. De hecho, en más de una ocasión fantaseó sobre situaciones que no existieron", precisó el funcionario.
Aseveró que, luego, se cambió a la empleada a la Dirección de Letras. "Al poco tiempo también generó conflictos con insultos y agravios allí. Uno de ellos porque salió sin permiso y volvió cuatro horas después. Cuando la jefa de Personal le llamó la atención, la agredió con agravios improcedentes. Llegó a tirarle la tarjeta de presencia en la cara", consignó.
La suma de episodios generó, según detalló el funcionario, que se decidiera pasar el caso a la Dirección de Recursos Humanos de la Casa de Gobierno. "Tras una larga investigación, aconsejaron la cesantía. La situación derivó de los agravios, gritos y peleas a un nivel que no se puede entender entre gente civilizada. Tengo notas con quejas de empleados de diversas áreas para que la sacara", advirtió.
Guzman afirmó, además, que toda la documentación del caso está a disposición de quien quiera consultarla. Aclaró que siempre estuvo dispuesto a dar la versión oficial de los hechos. "No escondemos nada. Siempre estoy a disposición de la prensa. Lo que ocurrió no es usual, en nueve años de gestión es el único caso de cesantía con estas características", concluyó.
"Doble discurso"
Bustamante (51 años) fue apartada de su puesto en diciembre de 2012. Planteó su situación mediante una Carta de Lectores a LA GACETA, que fue publicada el lunes, en la que reprochó a Alperovich por tener un "doble discurso". "Por un lado, habla de que no permitirá ningún tipo de corrupción dentro de su administración; pero cuando le hice conocer la presunta malversación de fondos, creo que ni se ocupó de leer el expediente", redactó la mujer.
La empleada se ocupaba de cargar en un sistema datos relacionados con los ingresos y egresos de dinero en la repartición. Así pudo acceder a información que, dijo, le resultó dudosa. Enumeró supuestos errores en los libros contables; cheques que se registrarían a nombre de un empleado y que habrían sido cobrados por otro y órdenes de pago que se habrían cumplido sin la firma de las autoridades, entre otras. "Sabía que ponía en peligro mi trabajo, pero siempre me manejé con rectitud. Me cansé de ser cómplice", dijo.