29 Abril 2013
POR ACÁ, NO. Walter Arrieta supera en velocidad del delantero Rubén Gigena, el único hombre que la visita destinó para armar contraataques, que nunca llegaron. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
CONCEPCIÓN.- En el sur, el dueño de casa vivía un inicio de partido contra Unión Villa Krause casi ejemplar. Dominaba de punta a punta el encuentro, porque la visita dejaba huecos grandes como el sol por izquierda, pero no podía toparse con el gol, la mayor expresión de deseo de cualquier futbolista.
El "cuervo" probaba en la rueda de la fortuna con Robles, Alfonso y Rodríguez, pero nada. La pelota no se abrazaba a la red y el tiempo comenzaba a ser un enemigo público para el dueño de la fiesta.
Con un rival agazapado en el fondo, liberando apenas a su punta Gigena (bien bloqueado por Carreño y Albornoz), y teniendo un dominio absoluto del mediocampo, Concepción entró a buscar otros caminos a la felicidad. Sin embargo, la intención no se convertía en emoción. Teniendo todo a su favor, la impotencia jugaba su parte en La Perla del Sur. El descanso llegaba en el momento indicado. Le sirvió al anfitrión para bajar cargas emocionales y concentrarse nuevamente en romper una defensa compacta que lo tenía a maltraer.
Entonces llegó la gran chance de dar un paso firme a la victoria. Luego de, definitivamente, haber inclinado la cancha, a los 22 minutos de la última parte, Natalacchio metió la mano donde no debía y el juez Mercado, de pésimo domingo, acertó en sancionar penal. José Saavedra pidió hacerse cargo de la cuestión. No le fue para nada bien. Rodrigo Tula le adivinó el plan de sentencia a Saavedra y le atajó el penal. Liberada al cielo la gran oportunidad, Concepción perdió su brújula. La desesperación lo invadió y terminó el partido practicando pelotazos con su rival, al que le quedó cómodo el 0-0.
El "cuervo" probaba en la rueda de la fortuna con Robles, Alfonso y Rodríguez, pero nada. La pelota no se abrazaba a la red y el tiempo comenzaba a ser un enemigo público para el dueño de la fiesta.
Con un rival agazapado en el fondo, liberando apenas a su punta Gigena (bien bloqueado por Carreño y Albornoz), y teniendo un dominio absoluto del mediocampo, Concepción entró a buscar otros caminos a la felicidad. Sin embargo, la intención no se convertía en emoción. Teniendo todo a su favor, la impotencia jugaba su parte en La Perla del Sur. El descanso llegaba en el momento indicado. Le sirvió al anfitrión para bajar cargas emocionales y concentrarse nuevamente en romper una defensa compacta que lo tenía a maltraer.
Entonces llegó la gran chance de dar un paso firme a la victoria. Luego de, definitivamente, haber inclinado la cancha, a los 22 minutos de la última parte, Natalacchio metió la mano donde no debía y el juez Mercado, de pésimo domingo, acertó en sancionar penal. José Saavedra pidió hacerse cargo de la cuestión. No le fue para nada bien. Rodrigo Tula le adivinó el plan de sentencia a Saavedra y le atajó el penal. Liberada al cielo la gran oportunidad, Concepción perdió su brújula. La desesperación lo invadió y terminó el partido practicando pelotazos con su rival, al que le quedó cómodo el 0-0.