Una jornada que podía durar 18 horas

Entraban a la madrugada y salían de noche

30 Abril 2013
El Día del Trabajador es una conmemoración internacional. Se instituyó en 1889, durante el Congreso Obrero Socialista internacional que se realizó en París, en homenaje a los Mártires de Chicago, los huelguistas que murieron durante la manifestación que se llevó a cabo en esa ciudad de Estados Unidos en mayo de 1886.

Por aquella época, los obreros conocían el horario en que debían ingresar a su lugar de trabajo. Pero no sabían cuándo podrían retirarse a su casa. Se registraban jornadas laborales de hasta 18 horas. En 1886, el entonces presidente de EEUU, Andrew Johnson, promulgó una ley por la cual se establecía una jornada laboral de ocho horas diarias. La consigna obrera era: ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa. La negativa de los empleadores a acatar la norma fue lo que provocó la huelga, que se inició, precisamente, el 1 de mayo de ese año. El conflicto se fue extendiendo a otras ciudades. El número de trabajadores en huelga pasó de 80.000 a 400.000 que defendían sus derechos en 5.000 puntos del país con huelgas simultáneas. Las movilizaciones de los obreros tuvieron como respuesta una violenta represión policial que llegó a su punto más grave el 4 de mayo, cuando fueron muertos y detenidos un número nunca precisado de huelguistas. Días más tarde, varios sectores de empleadores aplicaron la jornada laboral de ocho horas y la medida fue extendiéndose a otros lugares. En la Argentina, esa reivindicación llegó a comienzos del siglo XX. Tres décadas más tarde, en el Tratado de Versalles, mediante el cual se puso fin a la Primera Guerra Mundial, se consagró la limitación de la jornada de trabajo. Esto se reconoce como el nacimiento del Derecho del Trabajo.

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