Promesa de familia

Los afectos jugaron un papel importante en Rivero, gran proyecto "santo"

SUEÑO. Facundo Rivero quiere comenzar a practicar con el plantel profesional. SUEÑO. Facundo Rivero quiere comenzar a practicar con el plantel profesional.
08 Junio 2013
De sus inicios en Cruz Alta hasta este presente que le sonríe en el equipo de la Liga de San Martín, siempre la familia de Facundo Rivero (19 años) jugó un papel preponderante en su carrera. El espigado central que ahora vive en Las Talitas escucha a sus padres así como a su hija, una fórmula que hasta ahora le dio resultado para convertirse en una de las mayores promesas "santas".

El hijo de María Rosa y José Ernesto, recuerda sus comienzos en los torneos infantiles en Cruz Alta. "En ese tiempo, jugaba de delantero en un equipo que se llamaba Naranja Mecánica, porque teníamos una camiseta parecida a la de Holanda. Fue una época hermosa de mi niñez", dijo el defensor que creció hasta 1.87 metros de altura gracias a la que ya lleva anotados tres tantos en la campeonato.

A los 8 años, su familia vio como Rivero era fichado por Atlético Concepción. "Las buenas actuaciones ahí, me permitieron integrar los seleccionados de la Liga en torneos nacionales. Allí estuve hasta los 12. Luego me fui a UTA donde estuve una temporada para luego irme al CEF 18 donde me quedé tres años. Recuerdo que todos los días, mis padres me acompañaban para venir a entrenar. Todo se simplificó cuando a los 15, nos vinimos a vivir a Las Talitas", dijo quien además de sus padres, tiene un gran aprecio por Mariana (22) y Erika (16), sus hermanas.

A principios de 2011, lo tentaron para probarse en Lanús, una prueba de fuego para su dependencia familiar. "Allí estuve un año. Los primeros seis meses fueron buenos. El técnico de la Quinta me tenía en cuenta y jugaba seguido. Pero luego, inexplicablemente me fue marginando. Los fines de semana que no jugaba, era un calvario porque me bajoneaba mucho estar en la pensión del club. Cada vez que venía a visitar a mi familia, me costaba volver a Buenos Aires", señaló quien reforzó en su momento a Deportivo Aguilares en el Argentino B.

Rivero también considera que el nacimiento de su hija Ludmila, que ahora tiene un año, fue el detonante para que decidiera pegar la vuelta. "La extrañaba mucho y cuando venía pasaba todos los días con ella", dijo el central.

Cuando regresó a Tucumán, lo hizo con la idea de abandonar el fútbol y dedicarse a trabajar. "Es que estaba un poco desilusionado por lo que había vivido en el fútbol", señaló.

¿Qué lo hizo cambiar de opinión? "El 'profe' Enrique Ovejero me conocía de Cruz Alta y me invitó a probar a San Martín. Como fue una propuesta interesante es que acepté y acá estoy: lleno de ilusiones de poder dar el gran salto en la próxima temporada", agregó quien dijo ser un admirador de Luciano González, del equipo de Primera.

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