19 Junio 2013
REUTERS
SAN PABLO, BRASIL.- Al menos seis ciudades de Brasil anunciaron ayer la rebaja del precio del boleto de colectivo tras las manifestaciones que el lunes movilizaron a cerca de 250.000 personas en una veintena de municipios y en las que se registraron disturbios que provocaron decenas de heridos y detenidos.
No obstante, la tensión se mantenía al cierre de esta edición en San Pablo, donde las protestas de este tipo se iniciaron a comienzos de la semana pasada. Ayer volvieron a producirse disturbios y represión policial, mientras el alcalde, Fernando Haddad, estaba reunido con la presidenta Dilma Rousseff y el antecesor de ésta, Luiz Lula da Silva.
Unas 50.000 personas volvieron ayer a las calles en la ciudad más grande del país y un pequeño grupo atacó la sede de la alcaldía, hasta que otros manifestantes, al grito de "sin violencia", hicieron un cordón y restablecieron el orden.
Los mayores disturbios comenzaron después de las 20.30, cuando varios manifestantes incendiaron un camión de exteriores del canal TV Record y un destacamento de la Policía Militar, y otros grupos saquearon comercios y cajeros automáticos del centro paulista. La policía militarizada utilizó gases lacrimógenos y balas de goma para intentar detener los incidentes. Paralelamente, la autopista Raposo Tavares, de acceso a la ciudad, estaba bloqueada en los dos sentidos de circulación. En tanto, la prensa local reportó manifestaciones en San Gonzalo -municipio suburbano de Río de Janeiro-, Florianópolis y Rio Branco, bloqueos de las principales calles y avenidas en Maringá, y el pedido de apoyo a la Fuerza Nacional de Seguridad por parte del gobierno del estado Minas Gerais. La decisión de dar marcha atrás con los aumentos pareció alentada por Rousseff, quien ayer afirmó que Brasil "se despertó más fuerte" tras las multitudinarias protestas de anoche y aseguró que su gobierno está dispuesto a escuchar "la voz de la calle".
Más tarde, las autoridades de Recife, Joao Pessoa, Porto Alegre, Cuiabá, Blumenau y Montes Claros anunciaron que reducirán las tarifas, en tanto que el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, informó que se reuniría con representantes de los manifestantes para discutir sus reivindicaciones. Río fue escenario de la más numerosa y violenta de las protestas del lunes, con alrededor de 100.000 manifestantes. En tanto, Haddad, al término de una reunión con funcionarios de la alcaldía y líderes del movimiento Passe Livre -promotor de las primeras protestas-, condicionó una eventual rebaja del precio de los boletos a un consenso sobre la redistribución de fondos que demandaría.
"No le puedo negar la verdad a las personas; debo explicarles que si tenemos que aumentar los subsidios (al transporte, el dinero) va a salir de otras áreas", subrayó, según reportaron el diario Folha de Sao Paulo y las agencias de noticias ANSA, DPA y EFE.
Las protestas comenzaron el lunes 10 en San Pablo, impulsadas por Passe Livre y referidas solo al alza del precio del boleto, de tres reales a 3,20 (1,53 dólar). Pero el fin de semana se extendieron a varias ciudades y a otros motivos, como la demanda de más inversión en salud y educación públicas, y la crítica al gasto estatal para la organización de eventos como la Copa Confederaciones y el Mundial de fútbol 2014. (Télam)
No obstante, la tensión se mantenía al cierre de esta edición en San Pablo, donde las protestas de este tipo se iniciaron a comienzos de la semana pasada. Ayer volvieron a producirse disturbios y represión policial, mientras el alcalde, Fernando Haddad, estaba reunido con la presidenta Dilma Rousseff y el antecesor de ésta, Luiz Lula da Silva.
Unas 50.000 personas volvieron ayer a las calles en la ciudad más grande del país y un pequeño grupo atacó la sede de la alcaldía, hasta que otros manifestantes, al grito de "sin violencia", hicieron un cordón y restablecieron el orden.
Los mayores disturbios comenzaron después de las 20.30, cuando varios manifestantes incendiaron un camión de exteriores del canal TV Record y un destacamento de la Policía Militar, y otros grupos saquearon comercios y cajeros automáticos del centro paulista. La policía militarizada utilizó gases lacrimógenos y balas de goma para intentar detener los incidentes. Paralelamente, la autopista Raposo Tavares, de acceso a la ciudad, estaba bloqueada en los dos sentidos de circulación. En tanto, la prensa local reportó manifestaciones en San Gonzalo -municipio suburbano de Río de Janeiro-, Florianópolis y Rio Branco, bloqueos de las principales calles y avenidas en Maringá, y el pedido de apoyo a la Fuerza Nacional de Seguridad por parte del gobierno del estado Minas Gerais. La decisión de dar marcha atrás con los aumentos pareció alentada por Rousseff, quien ayer afirmó que Brasil "se despertó más fuerte" tras las multitudinarias protestas de anoche y aseguró que su gobierno está dispuesto a escuchar "la voz de la calle".
Más tarde, las autoridades de Recife, Joao Pessoa, Porto Alegre, Cuiabá, Blumenau y Montes Claros anunciaron que reducirán las tarifas, en tanto que el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, informó que se reuniría con representantes de los manifestantes para discutir sus reivindicaciones. Río fue escenario de la más numerosa y violenta de las protestas del lunes, con alrededor de 100.000 manifestantes. En tanto, Haddad, al término de una reunión con funcionarios de la alcaldía y líderes del movimiento Passe Livre -promotor de las primeras protestas-, condicionó una eventual rebaja del precio de los boletos a un consenso sobre la redistribución de fondos que demandaría.
"No le puedo negar la verdad a las personas; debo explicarles que si tenemos que aumentar los subsidios (al transporte, el dinero) va a salir de otras áreas", subrayó, según reportaron el diario Folha de Sao Paulo y las agencias de noticias ANSA, DPA y EFE.
Las protestas comenzaron el lunes 10 en San Pablo, impulsadas por Passe Livre y referidas solo al alza del precio del boleto, de tres reales a 3,20 (1,53 dólar). Pero el fin de semana se extendieron a varias ciudades y a otros motivos, como la demanda de más inversión en salud y educación públicas, y la crítica al gasto estatal para la organización de eventos como la Copa Confederaciones y el Mundial de fútbol 2014. (Télam)