22 Junio 2013
Tiene varias caras. No conoce fronteras. Tampoco estratos sociales. Es tan antigua como el ser humano porque está en su genes. La peor de todas es aquella que se ejercita en contra mujeres, niños y ancianos. La violencia viene ganando terreno en la sociedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de informar que más de un tercio de todas las mujeres en el mundo son víctimas de violencia física o sexual, lo que supone un problema de salud global de proporciones epidémicas.
El organismo divulgó el jueves un informe que elaboró junto con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica. El estudio reveló que en las Américas, el 29,8% de las mujeres fueron víctimas de violencia física y/o sexual ejercida por parte de su pareja, y el 10,7% sufrió violencia sexual por alguien fuera de la pareja. Sin embargo, la mayor prevalencia se constató en Asia Sudoriental, con el 37,7%; Mediterráneo Oriental, 37%; África, 36,6%; Europa, 25,4% y Pacífico Occidental, 24,6%.
El documento "Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud" señala que alrededor del 35% de las mujeres experimentarán hechos de violencia, ya sea en la pareja o fuera de ella en algún momento de su vida y sostiene que la agresión de pareja es el tipo más común de violencia contra la mujer; afecta al 30% de las mujeres en todo el mundo. El relevamiento indica que la mayoría de las mujeres son atacadas o sometidas a abusos por sus maridos, parejas o novios, y los problemas de salud habituales que sufren incluyen huesos rotos, heridas, complicaciones del embarazo, depresión y otras enfermedades mentales. Entre las consecuencias crónicas se mencionan infecciones transmitidas a través del sexo, SIDA, estrés y trastornos relacionados con el alcohol.
Pero no sólo está la violencia sexual o corporal, también existe la psicológica que tiene que ver, por ejemplo, con palabras, gestos agresivos, con golpes en la mesa, en la pared, con la intimidación, con la humillación constante del otro. En mayo de 2012, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación informó que las denuncias habían aumentado un 57% desde 2010. Se consignaba que en la mayoría de los casos habían sido las parejas o ex parejas de las víctimas. Se indicaba que la agresión psicológica se manifestaba en el 96% de los casos, mientras que la física, en el 68%. En el 65% de los episodios las víctimas eran mujeres adultas; en el 15%, niñas; en el 13%, niños; y en el 7%, varones. El 88% de los agresores eran hombre. Pero lo más grave es que muere por esta causa una mujer por día en la Argentina, según el Observatorio de Femicidios de la ONG "Adriana Marisel Zambrano".
El incremento de la violencia es un reflejo de una sociedad, cuyos valores esenciales están en crisis desde hace tiempo. Esta se está volviendo cada vez más individualista, consumista, deshumanizada. Se trata de abordar el problema desde varios ángulos especialmente desde la educación. Si aprendemos desde chicos a recrear los lazos afectivos, el diálogo como fuente de entendimiento, el amor y respeto por el otro, la solidaridad y desterramos las diversas formas de autoritarismo educativo que aún conservamos, es posible que avancemos hacia una sociedad menos violenta y más sana.
El organismo divulgó el jueves un informe que elaboró junto con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica. El estudio reveló que en las Américas, el 29,8% de las mujeres fueron víctimas de violencia física y/o sexual ejercida por parte de su pareja, y el 10,7% sufrió violencia sexual por alguien fuera de la pareja. Sin embargo, la mayor prevalencia se constató en Asia Sudoriental, con el 37,7%; Mediterráneo Oriental, 37%; África, 36,6%; Europa, 25,4% y Pacífico Occidental, 24,6%.
El documento "Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud" señala que alrededor del 35% de las mujeres experimentarán hechos de violencia, ya sea en la pareja o fuera de ella en algún momento de su vida y sostiene que la agresión de pareja es el tipo más común de violencia contra la mujer; afecta al 30% de las mujeres en todo el mundo. El relevamiento indica que la mayoría de las mujeres son atacadas o sometidas a abusos por sus maridos, parejas o novios, y los problemas de salud habituales que sufren incluyen huesos rotos, heridas, complicaciones del embarazo, depresión y otras enfermedades mentales. Entre las consecuencias crónicas se mencionan infecciones transmitidas a través del sexo, SIDA, estrés y trastornos relacionados con el alcohol.
Pero no sólo está la violencia sexual o corporal, también existe la psicológica que tiene que ver, por ejemplo, con palabras, gestos agresivos, con golpes en la mesa, en la pared, con la intimidación, con la humillación constante del otro. En mayo de 2012, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación informó que las denuncias habían aumentado un 57% desde 2010. Se consignaba que en la mayoría de los casos habían sido las parejas o ex parejas de las víctimas. Se indicaba que la agresión psicológica se manifestaba en el 96% de los casos, mientras que la física, en el 68%. En el 65% de los episodios las víctimas eran mujeres adultas; en el 15%, niñas; en el 13%, niños; y en el 7%, varones. El 88% de los agresores eran hombre. Pero lo más grave es que muere por esta causa una mujer por día en la Argentina, según el Observatorio de Femicidios de la ONG "Adriana Marisel Zambrano".
El incremento de la violencia es un reflejo de una sociedad, cuyos valores esenciales están en crisis desde hace tiempo. Esta se está volviendo cada vez más individualista, consumista, deshumanizada. Se trata de abordar el problema desde varios ángulos especialmente desde la educación. Si aprendemos desde chicos a recrear los lazos afectivos, el diálogo como fuente de entendimiento, el amor y respeto por el otro, la solidaridad y desterramos las diversas formas de autoritarismo educativo que aún conservamos, es posible que avancemos hacia una sociedad menos violenta y más sana.