22 Julio 2013
REUTERS
RIO DE JANEIRO.- El Papa Francisco llegó hoy a Río de Janeiro, en su primer viaje apostólico, para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de la que participarán 2 millones de jóvenes y en la que propondrá al mundo un "evangelio social" desde esta "amada" América Latina.
El Airbus A330 de Alitalia, sin acondicionamientos lujosos, tocó suelo carioca a las 15.40 y veinte minutos después el pontífice argentino apareció por la compuerta, descendió la escalera y fue recibido por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
"Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes. No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo", fueron sus primeras palabras aquí al dirigirse a las autoridades durante la recepción oficial en el Palacio de Guanabara.
Francisco, en su primer viaje al exterior, destacó que su visita tiene el fin de encontrarse "con jóvenes del mundo atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor" y exhortó a cuidarlos porque son "el ventanal" al futuro y exigen "grandes retos" a los mayores.
En tanto, Rousseff propuso al pontífice una "gran alianza global" contra la pobreza y, tras aplaudir que sea el primer Papa latinoamericano, subrayó los valores compartidos, como la "justicia social".
Desde la terminal aérea el Papa se trasladó en una camioneta blindada y pese a las medidas de seguridad dispuestas por las autoridades locales a raíz de las protestas sociales en Brasil, el pontífice argentino viajó con la ventanilla abierta.
En el trayecto hacia la catedral San Sebastián el vehículo que transportaba al Papa debió detenerse en varias oportunidades por el tránsito en Río, en cuyas calles había micros estacionados en doble fila.
Grupos de personas aprovecharon esos momentos para acercarse, mientras un jefe de seguridad le pidió al pontífice que no dialogue con ellos ni reciba objetos que intentaban acercarle.
Las serias fallas en el protocolo de seguridad provocó críticas de la alcaldía de Río, que responsabilizó a la Policía Federal de haber tomado calles paralelas, en algunos casos cerca de favelas, y no la senda central que estaba liberada para la circulación.
Al llegar a la catedral el Papa se subió al jeep abierto y recorrió las calles de Río en medio de una fiesta con banderas y miles de personas que lo saludaban a su paso.
El pontífice salió esta madrugada de Roma y en vuelo hacia esta ciudad expresó "preocupación" por los jóvenes sin trabajo, mientras condenó la "cultura del rechazo" a los ancianos en la sociedad moderna.
"Dios ya es brasileño. ¿Querían también un Papa?", bromeó en respuesta a una periodista brasileña, haciendo alusión al intercambio de palabras que tuvo con Rousseff durante la visita de la presidenta a Roma. (DyN)