Bernardo Kliksberg: "Vamos hacia una economía con rostro más humano"

"El neoliberalismo estigmatiza los planes sociales. Esas ayudas no forman parte de su agenda. Está más preocupado en pagar deudas externas, que en asistir a la gente".

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28 Julio 2013

Para Bernardo Kliksberg, padre de la Gerencia Social, no todo está perdido, pese a que el "capitalismo salvaje" siga haciendo estragos en la economía global, según su entender. El escudo para ese continuo avance son la ética y las políticas de crecimiento inclusivo hacia la sociedad. En su reciente visita a Tucumán, el doctor en Ciencias Económicas y asesor internacional en temas vinculados con la pobreza y la igualdad dejó en claro que en las decisiones de los líderes mundiales deben primar los valores y que la concentración de la riqueza le ha generado un daño que aún es reparable. Kliksberg disertó en el Teatro San Martín sobre Ética y Responsabilidad Social Empresaria, acompañado por Lucio Mario Tamburo, administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa), perteneciente al Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. En la oportunidad le concedió la siguiente entrevista a LA GACETA.

-¿Cuáles son las materias pendientes que tienen los líderes globales en materia de gerencia social?

-La preocupación común es clara: la lucha contra la pobreza y la desigualdad, dos grandes desafíos del siglo XXI, que es el de la explotación científico-tecnológica. Y eso nos deja sin pretextos para aplicar políticas en ese sentido. No puede ser que en este momento muera un niño cada 15 segundos porque no tiene agua potable o que 10.000 perezcan por desnutrición en un mundo que, con los avances, puede generar agua para una población mayor y alimentos para casi el doble del total de habitantes. El mundo tiene un Producto Bruto Global que se ha multiplicado en los últimos 20 años, pero las desigualdades han crecido. No puede ser que el 1% más rico concentre el 50% del Producto. Se perdieron los valores. En mi último libro ("Ética para empresarios"), cito a Adam Smith que hace 250 años atrás decía: "reverenciar solamente a los que tienen dinero y subestimar o desvalorizar a los que no lo tienen es la peor de las formas de corrupción moral". Esto está sucediendo en el mundo; el 1% más rico se ha adueñado del Producto por las burbujas, la financialización de la economía y por la especulación sin límites, aprovechando las debilidades de las políticas públicas bajo la hegemonía neoliberal. Esto ha llevado a la humanidad a una trampa: se tira cerca del 30% de la producción mundial de alimentos, cuando hay demanda en muchos países.

-Resulta inconcebible ese dato frente a una economía global que aún no salió de la crisis financiera...

-Las desigualdades, la falta de políticas públicas que protejan el interés colectivo, el debilitamiento de los lazos de solidaridad; todo eso es incentivado por lo que el Papa Francisco y yo hemos llamado el capitalismo salvaje. Es la causa de aquellos males.

-Si se sabe la raíz del problema (la elevada desigualdad), ¿qué es lo que deben hacer los que conducen los destinos de los países?

-Tenemos delante de nuestros ojos el ejemplo de países que han logrado construir sociedades igualitarias que superan al resto del género humano en décadas. El caso más notable es el modelo nórdico (Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca) que tienen el mejor coeficiente Gini del planeta, con baja desigualdad. Y esto fue en base a un gran pacto social, no por decreto, en el que los partidos políticos, los sindicatos, los empresarios y la sociedad civil han sido las palancas impulsoras del desarrollo social. Han apostado a dos pilares fundamentales: salud y educación, no la violencia. Esas sociedades le han garantizado a sus habitantes y hasta los que migran hacia esos países la igualdad y los derechos. Han emponderado a su población.

-¿Qué pasa en la Argentina, en particular, y en Sudamérica, en general?

-En el sur de América latina hay progresos en esa dirección en cuanto a que se asigna mayor inversión en educación y en salud. Esa es la recomendación primaria que suelo hacer a los líderes (incluye a Cristina Fernández). Para tener un parámetro, podemos decir que durante la década menemista, la inversión en educación fue del 3,3% del PBI; hoy se ha duplicado y eso se evidenció en una ampliación de la matrícula escolar y la creación de nuevas universidades en la Argentina. Hubo un aumento sustancial de egresos, pero falta mucho.

-En la última década, ha crecido la política de planes sociales...

-Hay un riesgo grande cuando se habla de políticas sociales, el de los extremos. Descalificar a toda la política social diciendo que es asistencialismo, haciendo del subsidio una tendencia al no trabajo y a la dependencia es un error. Tanto como ir al extremo opuesto. Yo apuesto a la Argentina social y creo que mis recomendaciones se han plasmado con la Asignación Universal por Hijo, que es coherente con lo que pregono en todo el mundo. Ayudar a la población marginada es una obligación del Estado porque significa que es toda la sociedad la que ejerce solidaridad. Ojo, que no sea tomado como una ayuda puntual, que se ofrece para obtener réditos políticos. Debe ser considerado más como una restitución de derechos, no como una prebenda, ni donación ni favor.

-¿Por qué se los estigmatiza?

-Es lo que ha buscado siempre el neoliberalismo, ese 1% de ricos que no le importa lo que le sucede a 2.800 millones de persona que no tienen inodoro en su casa. No está en su agenda y jamás se preocupan de esos problemas sociales. Le interesa más que los fondos públicos sirvan solo para pagar deuda externa o a los fondos buitres y no que se inviertan para emponderar a la población. El temor del neoliberalismo es que, luego, los ciudadanos salgan a luchar por sus derechos y le pongan límites a las desigualdades, que son éticamente ilegítimas.

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-¿La inflación es el impuesto a la pobreza?

-Es simplificante. Hay niveles y niveles de inflación. Obviamente que la más alta perjudica a los pobres. Pero mi amigo (Joseph) Stiglitz suele decir que hay un trueque en niveles bajo de inflación y desempleo. Normalmente los niveles bajos de inflación han sido útiles para promover el empleo. Hay que combatir la inflación, pero no es el único problema. Lo más importante es que la economía genere empleos. Sucede que el énfasis se desplaza hacia la masa monetaria y no hacia la creación del empleo.

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-¿Qué necesita la economía del mundo?

-Una eticización de la economía. En la Argentina, la agenda se centró en educación y en salud, en generar empleos y apoyar a las PyME. Esto es lo que, desde un punto de vista de una economía dirigida a la ética, debe hacerse. Y en esa línea están los países de la región, que han sacado de la pobreza a un 25% de sus poblaciones. Las han convertido en una pequeña clase media. Los crecimientos en estos países han sido inclusivos y les permitió sortear la pavorosa crisis global. Los argentinos, con marchas y contramarchas, estamos avanzando hacia parámetros de desarrollo. Pero aún falta mucho. Hay que seguir en la dirección de un crecimiento inclusivo, con un gran pacto entre políticas públicas en favor de la gente y empresarios con alto sentido de responsabilidad social. La alianza de esos dos sectores, acompañada de una sociedad civil organizada, puede ponernos en camino hacia una economía con rostro más humano.

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