01 Agosto 2013
EL CAIRO.- Las autoridades egipcias, apoyadas por las Fuerzas Armadas, dieron señales de que podrían poner fin a semanas de los acampes que llevan adelante seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi, lo que podría resultar en un sangriento enfrentamiento con los Hermanos Musulmanes.
En un comunicado, el Gobierno instaurado por las Fuerzas Armadas tras derrocar a Mursi el 3 de julio dijo que las dos acampadas en lugares tradicionales de El Cairo por parte de miles de sus simpatizantes supone "una amenaza para la seguridad nacional egipcia", y citó "actos terroristas" y la interrupción del tráfico.
"El Gabinete decidió comenzar a tomar todas las medidas necesarias para afrontar estos peligros y ponerles fin", anticipó el Gobierno.
Actuar contra las vigilias podría provocar un nuevo derramamiento de sangre, después de que las fuerzas de seguridad mataran a tiros a 80 seguidores de los Hermanos Musulmanes el sábado al amanecer, profundizando la inestabilidad que sacude el país más poblado del mundo árabe.
Minutos antes de que saliera el comunicado, fuentes judiciales dijeron que el guía supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamad Badie, y dos de sus líderes, fueron remitidos a un tribunal acusados de incitar a la violencia.
Estas medidas aumentarán la preocupación mundial acerca de que los nuevos dirigentes egipcios pretenden aplastar a los Hermanos Musulmanes, que después de décadas en la sombra llegaron al poder tras ganar las sucesivas elecciones después de la revuelta que derrocó al autócrata Hosni Mubarak en 2011. El Gobierno de Estados Unidos, para el que Egipto es un aliado clave al que entrega U$S 1.300 millones en ayuda militar, pidió contención. Amnistía Internacional calificó la decisión gubernamental como "una receta para más derramamiento de sangre".
Los simpatizantes de Mursi han asegurado que se quedarán en la protesta hasta que el primer presidente democráticamente elegido de Egipto vuelva al poder. (Reuters)
En un comunicado, el Gobierno instaurado por las Fuerzas Armadas tras derrocar a Mursi el 3 de julio dijo que las dos acampadas en lugares tradicionales de El Cairo por parte de miles de sus simpatizantes supone "una amenaza para la seguridad nacional egipcia", y citó "actos terroristas" y la interrupción del tráfico.
"El Gabinete decidió comenzar a tomar todas las medidas necesarias para afrontar estos peligros y ponerles fin", anticipó el Gobierno.
Actuar contra las vigilias podría provocar un nuevo derramamiento de sangre, después de que las fuerzas de seguridad mataran a tiros a 80 seguidores de los Hermanos Musulmanes el sábado al amanecer, profundizando la inestabilidad que sacude el país más poblado del mundo árabe.
Minutos antes de que saliera el comunicado, fuentes judiciales dijeron que el guía supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamad Badie, y dos de sus líderes, fueron remitidos a un tribunal acusados de incitar a la violencia.
Estas medidas aumentarán la preocupación mundial acerca de que los nuevos dirigentes egipcios pretenden aplastar a los Hermanos Musulmanes, que después de décadas en la sombra llegaron al poder tras ganar las sucesivas elecciones después de la revuelta que derrocó al autócrata Hosni Mubarak en 2011. El Gobierno de Estados Unidos, para el que Egipto es un aliado clave al que entrega U$S 1.300 millones en ayuda militar, pidió contención. Amnistía Internacional calificó la decisión gubernamental como "una receta para más derramamiento de sangre".
Los simpatizantes de Mursi han asegurado que se quedarán en la protesta hasta que el primer presidente democráticamente elegido de Egipto vuelva al poder. (Reuters)