Coserán ropa de trabajo para una citrícola detalles del plan

Unas 40 esposas de empleados de la empresa San Miguel se integrarán a un consorcio textil -que fue formado con fondos del Gobierno nacional y por iniciativa del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación, filial Tucumán- para confeccionar indumentaria laboral. La firma se comprometió a comprar el 100% de la producción.

EN PLENA TAREA. Personal especializado en confecciones de ropa para trabajo les dictan cursos de capacitación a las costureras famaillenses. PRENSA MINISTERIO DE PRODUCCIóN DE TUCUMáN EN PLENA TAREA. Personal especializado en confecciones de ropa para trabajo les dictan cursos de capacitación a las costureras famaillenses. PRENSA MINISTERIO DE PRODUCCIóN DE TUCUMáN
05 Agosto 2013
Alrededor de 40 mujeres de la localidad de Famaillá, esposas de trabajadores temporales de la citrícola San Miguel, se integrarán al mercado laboral mediante un consorcio productivo textil, que confeccionará ropa de trabajo para la empresa.

La iniciativa fue impulsada por el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), filial Tucumán, y recibió el apoyo de la compañía citrícola, que se comprometió a comprar el 100% de la producción para proveer a sus empleados de la indumentaria. El proyecto es financiado por el Ministerio de Trabajo de la Nación, mediante la Subsecretaría de Empleo de la provincia, y comenzará su etapa inicial de producción en noviembre.

Las costureras coincidieron en que la iniciativa les permitirá, no sólo incorporarse al mercado del trabajo, sino sostener la economía familiar cuando finalicen los contratos laborales de sus maridos que -según contaron- duran, en promedio, entre tres y cinco meses al año. Luisa Rueda, de 44 años, comentó que es enfermera retirada y que tiene experiencia en la costura. "Trabajé en un taller en Famaillá, pero la ganancia era muy baja. Nos pagaban entre $ 0,15 y $ 0,20 centavos por prenda. Cuando mi esposo está sin trabajo, no sale a buscar changas. De esa forma mantenemos a nuestros cuatro hijos, que son estudiantes universitarios", relató. Patricia Fernández, de 41 años, contó que se dedica a la costura en su casa, con la ayuda de sus cuatro hijas. "Los meses que mi marido está desocupado, nosotras cosemos trajes de las escuelas de danza de Famaillá, y mi marido hace viajes con el auto como remisero", narró.

Aprender el oficio

El proyecto se encuentra en la etapa final de la capacitación. Los cursos para que las costureras aprendan a usar las máquinas industriales estuvieron a cargo del Ministerio de Educación provincial, mientras que los conocimientos en gestión empresarial, para contar con herramientas vinculadas al manejo del negocio y a la búsqueda de mercados, los imparte el Instituto Provincial de Acción Cooperativa y Mutual (Ipacym). Iris Vanesa Sierra contó que aunque no tiene un marido temporario, le permitieron incorporarse al proyecto textil para convertirse en el sostén de su familia. "Hace dos años me separé y volví a vivir con mis padres. Esta es una oportunidad única para trabajar en lo que me gusta", expresó. La joven de 28 años, madre de dos hijos, afirmó que tiene experiencia en costura. "Estudié cuando era chica, pero con las máquinas pequeñas. Siempre quise aprender a usar las industriales", señaló.

Integrar a la mujer

Aunque las primeras producciones para vender la indumentaria a la citrícola está prevista para noviembre, las costureras están entusiasmadas, no sólo porque ayudarán a solventar los gastos familiares, sino porque demostrarán que pueden llevar a cabo tareas aleatorias a las que hogareñas. "Podremos sentirnos útiles porque trabajaremos y tendremos tiempo para atender nuestras casas y criar a los hijos", manifestó Analía Olmos, de 32 años.

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