Por Miguel Eduardo Décima
19 Agosto 2013
El llamado de atención perturba. San Martín desconoció su propia idea en La Linda y terminó sacudido en el piso por un Juventud Antoniana un tanto más sincero con el fútbol nuestro de cada día y con su propia necesidad de empezar con el pie derecho una nueva temporada en este siempre complicado Argentino A.
Hay mucho por decir, por analizar tras el 0-1 con gusto amargo. El mérito del local fue su empuje y haber sido pícaro para levantar la sortija cada vez que la defensa se la regaló. No hubo fortaleza "santa" atrás, no hubo discreción para cuidar la pelota en ningún sector de la cancha y tampoco existió inteligencia para llevarla hacia la zona donde Maino no necesitó de sus manos para evitar que le anotaran. De hecho, si el arquero hubiese invitado a San Martín a un pic nic en sus casa, el peligro no hubiera dicho presente. Ibáñez se olvidó su pimienta y Parisi su potencia.
Demasiado chato fue el empuje "santo", casi que no voló. Solo suspiró y padeció centro a la olla o cuando Nicolás Aguirre le tiraba el camión encima a un sufrido Bruno Lescano. Igual padecimiento atacaba a Carlos Roldán si la cosa cambiaba de banda y el dueño de casa se le venía encima a "Goyco". Pálido era lo de San Martín, flojo pero interesante lo de Antoniana, que tuvo apenas un escollo entre su intención y el deseo de gol: Pave. Bien el uno, seguro bajo los tres palos, aunque algo inquieto si debía salir a cortar centros.
A decir verdad, tanto desajuste a San Martín terminó costándole una tragedia. El gol del local fue de carroñero. Envío al arco, rebote uno, rebote dos, gambeta -todo a centímetros de la línea- y pase de la muerte (entre piernas "santas) a Martínez, que no dudó y facturó.
Que el final, con San Martín desesperado (y sin suerte) y un anfitrión tirado atrás para cuidar la ventaja, no intente borrar lo que pasó antes. Esta caída debe ser una enseñanza. Está prohibido regalar tiempo al enemigo. Está demostrado que el "gracias" será la derrota.
Lo bueno
Dejando de lado las buenas atajadas de Pave, Matías Rinaudo fue lo mejor que tuvo San Martín en cancha. Ingresó a los 59' y al menos le cambió la cara al equipo.
Lo malo
San Martín no fue superado porque el rival fue mejor. Perdió porque cometió demasiados errores propios. Aparte, quienes debían conducir, chocaron su propio auto: Becica, Ibáñez, Parisi...
Hay mucho por decir, por analizar tras el 0-1 con gusto amargo. El mérito del local fue su empuje y haber sido pícaro para levantar la sortija cada vez que la defensa se la regaló. No hubo fortaleza "santa" atrás, no hubo discreción para cuidar la pelota en ningún sector de la cancha y tampoco existió inteligencia para llevarla hacia la zona donde Maino no necesitó de sus manos para evitar que le anotaran. De hecho, si el arquero hubiese invitado a San Martín a un pic nic en sus casa, el peligro no hubiera dicho presente. Ibáñez se olvidó su pimienta y Parisi su potencia.
Demasiado chato fue el empuje "santo", casi que no voló. Solo suspiró y padeció centro a la olla o cuando Nicolás Aguirre le tiraba el camión encima a un sufrido Bruno Lescano. Igual padecimiento atacaba a Carlos Roldán si la cosa cambiaba de banda y el dueño de casa se le venía encima a "Goyco". Pálido era lo de San Martín, flojo pero interesante lo de Antoniana, que tuvo apenas un escollo entre su intención y el deseo de gol: Pave. Bien el uno, seguro bajo los tres palos, aunque algo inquieto si debía salir a cortar centros.
A decir verdad, tanto desajuste a San Martín terminó costándole una tragedia. El gol del local fue de carroñero. Envío al arco, rebote uno, rebote dos, gambeta -todo a centímetros de la línea- y pase de la muerte (entre piernas "santas) a Martínez, que no dudó y facturó.
Que el final, con San Martín desesperado (y sin suerte) y un anfitrión tirado atrás para cuidar la ventaja, no intente borrar lo que pasó antes. Esta caída debe ser una enseñanza. Está prohibido regalar tiempo al enemigo. Está demostrado que el "gracias" será la derrota.
Lo bueno
Dejando de lado las buenas atajadas de Pave, Matías Rinaudo fue lo mejor que tuvo San Martín en cancha. Ingresó a los 59' y al menos le cambió la cara al equipo.
Lo malo
San Martín no fue superado porque el rival fue mejor. Perdió porque cometió demasiados errores propios. Aparte, quienes debían conducir, chocaron su propio auto: Becica, Ibáñez, Parisi...
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