"Las mujeres son las reinas del bullying", afirma una especialista

Sylvia London propone un cambio de mirada sobre el acoso escolar. La responsabilidad de los padres con el "no te metas". Curso taller

25 Agosto 2013

A Emiliano G. les transpiran las manos. Una cómoda reunión entre los amigos más íntimos está a punto de convertirse en una tortura. Por una cosa u otra, la charla los ha transportado a todos a sus años en la escuela primaria, a los primeros amigos y a los primeros amores. También a las primeras travesuras. Entre las risas francas y abiertas, Emiliano sonríe nervioso. Quiere cambiar de tema a toda costa hasta que, indefectiblemente la ronda de anécdotas lo apunta a él. "No chicos, prefiero no hablar de esto, no tengo buenos recuerdos", se excusa el joven de 26 años ante la insistencia de los amigos.

A la psicóloga mexicana Sylvia London no le sorprende que aún hoy, a un joven adulto como Emiliano, le suden las manos al recordar estas épocas. Por algún motivo -o por varios- él era el centro de las bromas de algunos de sus compañeros. "Gastadas" verbales, empujones, insultos, amenazas, aislamiento y otras muchas cosas que debieran dejar de verse como "cosa de chicos", eran parte de su repertorio cotidiano. Estas agresiones han marcado tan a fuego a este joven que, a pesar de que hoy lleva una vida normal, el recuerdo lo vuelve a agredir como lo hacían las aulas de su colegio de varones.

Hoy ese fenómeno de hostigamiento escolar tiene nombre y apellido: se llama bullying y es tan conocido por los padres, como por los docentes y los propios chicos. El término comenzó a circular desde mediados de los años 70, pero sólo en la última década cobró verdadera importancia como fenómeno social. London, que la semana que viene estará en Tucumán brindando un curso taller sobre la problemática, es una de las pioneras en la investigación y en el abordaje de estos temas. En sus intervenciones en las escuelas en las que oficia de consultora, además, ha puesto su sello propio al incluir las Prácticas Colaborativas (encontrar las mejores soluciones a un problema a partir del diálogo con los participantes) para entrenar a los adultos para enfrentar estos casos.

- Hay mucha información disponible sobre bullying. ¿Esto ha generado más prevención o ha naturalizado el fenómeno?

- Se han dado las dos situaciones: por un lado, muchos adultos siguen diciendo "esto es cosa de chicos" y no le dan la importancia que merece; y, por el otro, ocasionó que a cualquier cosa ya se le llame bullying. Para que hablemos de bullying como tal se deben dar tres situaciones: 1) tiene que haber una diferencia de fuerzas entre la "víctima" y el "agresor" (ya sea en tamaño o en número); 2) tiene que ser sistemático (repetirse más de una vez); y 3) tiene que ser intencional (es decir, no accidental). Además, por definición, el bullying es un fenómeno que se da en el ámbito escolar; si no, no es bullying.

- ¿Por qué se habla de un fenómeno social y relacional?

- En una situación de acoso, estadísticamente, hay entre un 20% y un 25% de niños que animan al agresor; un porcentaje similar de chicos que les dice que se detenga, pero lo hace sólo una o dos veces; y hay entre un 54% y un 58% de niños que actúan como "mirones", que con el silencio apoyan al acosador. Esta indiferencia suele venir de los padres que dicen frases como "calladito te ves más bonito" (en México) o "no te metas" (en Argentina). Entonces, ante un 75% de cómplices -por acción u omisión-, la víctima no tiene qué hacer porque es una mayoría que legitima la violencia. Conclusión: si educamos a los mirones y les decimos que su indiferencia apoya la violencia, si les enseñamos a denunciar, el acosador pierde fuerza.

- ¿Cuál es el rol que juegan estos espectadores?

- Son parte fundamental porque el bully, al que comúnmente llaman "agresor", sólo acosa porque está buscando un lugar en el grupo, no porque quiera dañar a la víctima (aunque la dañe tanto física, como social y emocionalmente). Son niños que no tienen otras habilidades sociales, entonces intimidan para ser admirados como un héroe. La "víctima" es sólo un pretexto, un trampolín para conseguir y conservar un lugar en el grupo. En este esquema, el "victimario" es, en realidad, otra víctima de un modelo social que lo lleva a actuar de esa manera. También por eso decimos que se trata de un fenómeno social y que implica a toda la sociedad. Si el bully tuviera otras habilidades sociales, no tendría que recurrir a este mecanismo para tener un lugar en el grupo.

- ¿Qué implicancias tiene este cambio en la visión del problema?

- Si entiende este esquema, se puede lograr un abordaje mucho más efectivo que castigar al acosador y proteger a la víctima. Con el castigo no se hace más que "legitimar" al agresor y erigirlo como un héroe frente a los "mirones". Hay que entender que es el contexto social y familiar el que lleva a un niño a comportarse como bully: muchas veces son problemas vinculados a las expectativas que tenemos como padres: queremos que nuestro hijo sea el más guapo, el más inteligente, el más popular... Estos son condicionamientos que los llevan a comportarse de determinada manera.

- ¿Cuáles son los "blancos" preferidos para ser acosados?

- Son, en general, niños con poca capacidad de defensa física o emocional. También todo aquel que se escape de la masa, ya sea por su aspecto físico (sobrepeso, color de piel, usar anteojos), los chicos con tendencia homosexual, los que son más lentos o torpes con el cuerpo... Dependiendo la escuela, la situación económica también es motivo de exclusión. El tema del deporte en países como México y Argentina también es decisivo: los que no juegan al fútbol tienen un gran handicap para ser bulleados.

- Hablando de deportes. ¿El profesor de Educación Física tiene un rol especialmente significativo?

- Definitivamente. El profesor de Educación Física tiene el poder tanto de salvar a un chico de la exclusión social como de condenarlo. Con ellos suelo hacer un entrenamiento especial porque desempeñan un lugar muy importante ya que la destreza física es uno de los motivos principales para la selección de chicos acosados, sobre todo en escuelas donde hay mucha exigencia en este sentido

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- ¿Y que hay acerca de las chicas?

- Las mujeres son las reinas del bullying, porque entre ellas el fenómeno de exclusión es sutil y hay una gran dificultad para distinguir y sancionar. Ellas agreden de una manera mucho más sofisticadas que los hombres y el arma principal es la indiferencia y la exclusión. Por ejemplo, no dejan que una chica se siente con el grupo de las "populares", o se dicen cosas como "acá sólo vienen las que tienen una prenda azul". En los hombres la agresión es más fácil de advertir.

- Qué consecuencias puede traer el bullying en una persona?

- La más extrema puede llegar al suicidio, por la exclusión sistemática. Pero otras más directas e inmediatas pueden ser las somatizaciones. Una forma de conocer la situación de una escuela es hablar con la enfermera: los chicos bulleados van todo el tiempo porque les duele algo, no quieren salir al recreo, los domingos a la noche comienzan a enfermarse porque no quieren ir a la escuela. Tampoco quieren ir a las fiestas y así comienzan a recluirse progresivamente.

El rol del adulto
El curso taller que dictará Sylvia London se titula "La responsabilidad de los adultos en la problemática del bullying" y tendrá lugar el 11 de septiembre en el Ciidept (avenida José Ingenieros y Wenceslao Posse). Durante la jornada disertará también su colega Margarita Tarragona, con la charla "Las relaciones interpersonales positivas como pilar de la felicidad. Qué hacer para cultivarlas en el trabajo y la familia".

Los cursos están destinados al público en general, pero apuntan especialmente a psicólogos, psicopedagogos, docentes, estudiantes de carreras afines, padres e incluso alumnos líderes de opinión, como por ejemplo miembros de centros de estudiantes.

- Resumiendo: ¿cuáles son las responsabilidades de los adultos en el bullying?

- Por un lado, lo que ya hablamos acerca de las expectativas de los padres, lo que esperamos de nuestros hijos tanto en su desempeño académico, deportivo, social, etcétera, lo que generan esa necesidad de que el niño sea el mejor en todo. Pero por otro lado, está la responsabilidad de no hacer nada para detener esta problemática y, lo que es peor, de alguna manera fomentarla con la indiferencia. Si los adultos comprenden mejor el fenómeno del bullying, tendrán mayor capacidad para educar con un espíritu de compromiso y no de indiferencia; además, podrán intervenir de manera adecuada y prudente favoreciendo el bienestar comunitario y el cuidado interpersonal y relacional . La consigna tiene que ser: "sólo estamos bien si todos estamos bien".

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