Comprador serial
Alguna vez, el escritor mexicano Juan Villoro, definió a Florentino Pérez, el millonario presidente de Real Madrid, como un "comprador serial". Serial y ostentoso, a partir de los 99 millones de euros que, según todo lo indica, pagará por el volante galés de Tottenham, Gareth Bale, a quien presentará la semana próxima en el Bernabéu. "Es casi una falta de respeto al mundo", dijo ayer "Tata" Martino. La prensa le sacó el "casi" y aficionados de Real Madrid, y algunos medios también, apuntaron contra la yugular del DT argentino de Barcelona.

Hay seis millones de desocupados en España y el debate no es solo por la obscenidad de la cifra, sino porque nadie cree que Bale valga ese dinero. Constructor más importante de España con su empresa ACS, tercero más poderoso de Europa, Florentino Pérez no vive en palacios, llevaba más de 30 años de matrimonio hasta que enviudó en 2012, se viste con
discreción y jamás buscó ser él más protagonista que los jugadores.

Su padre, un empresario de clase media, lo llevó al estadio "Santiago Bernabéu" cuando tenía apenas cuatro años de edad, pleno Real Madrid de Alfredo Di Stéfano. A partir de allí, Florentino, como le dicen en España, entendió que, en el fútbol, no hay nada más importante que "el crack".   

Florentino comprendió aún más claramente la importancia del "crack" cuando en 1995 fracasó en su primer intento de convertirse en presidente del club "merengue".

Para el segundo intento, en 2000, usó entonces el fichaje de Luis Figo. El entonces crack portugués de Barcelona marcó el inicio. A él le siguieron Zinedine Zidane, Ronaldo y David Beckham. Fue el Real Madrid de los "galáticos".

En tres años llegaron 23 refuerzos por 406 millones de euros. Y también siete títulos. Eso sí, tanto ego y marketing dentro del vestuario no encajó con la filosofía más sencilla y cero rating de Vicente Del Bosque, aún hoy exitoso DT de la selección de España, pero a quien Florentino despidió sin que le temblara el pulso. El problema, claro, no era Del Bosque, sino una idea de fútbol que se simbolizó como pocos con el arribo de Beckham: el marketing era más importante que el juego.

La era de los "Galácticos II", sin embargo, no tiene el apoyo político de la recalificación de terrenos que facilitó el "milagro" inicial del empresario Pérez. Hay que recordarlo: Real Madrid debía en 2000 270 millones de euros. Una dudosa y privilegiada venta de terrenos de la Ciudad Deportiva le permitieron ganar unos 500 millones de euros y lanzarse a los fichajes. Pero los resultados dejaron de aparecer y Florentino siguió echando entrenadores (Antonio Camacho, Mariano García Remón, Vanderley Luxemburgo y Juan Ramón López Caro) y también a directores deportivos (Jorge Valdano, Emilio Butragueño, Arrigo Sacchi y Floro Benito). Se terminó yendo él. "Maleduqué a los jugadores", dijo el día de su sorpresiva renuncia, el 27 de febrero de 2006.

 A Camacho, según cuenta Juan Carlos Escudier en el libro "Florentino Pérez, retrato en blanco y negro de un conseguidor", Florentino le avisó que Beckham debía ser titular porque así lo establecía un contrato con Adidas. "Si esto es así, siéntese usted en el banquillo porque yo le presentó la dimisión", contestó Camacho. Y renunció al día siguiente. Escudier dice que Florentino, "un ser superior", según lo llamó una vez Butragueño, es un "conseguidor" porque siempre consiguió todo lo que se propuso, excepto su fracaso político cuando buscó votos en dos partidos de la derecha española. Florentino, escribe Escudier, "tiene amigos hasta en el infierno" y "si el demonio decide hacer una autopista al purgatorio seguro que se la da a ACS, su empresa". Su renuncia en 2006 agravó la crisis en Real Madrid, con elecciones fraudulentas, asambleas manipuladas por su barra brava de los Ultras Sur, gastos de 300 millones de euros en fichajes millonarios (36 por Arjen Robben y 24 por Robinho, entre otros) con abultadas comisiones para los intermediarios y una deuda que trepó a más de 500 millones de euros. Florentino volvió e inició la era de los Galácticos II. Pagó 84 millones por Cristiano Ronaldo, el "Anti-Messi", presentado en el Bernabeu ante 80.000 personas y con un mensaje grabado hasta del nuncio en España.

 Al retorno de Florentino y sus Galácticos II le tocó el mejor Barcelona de la historia, que también hizos sus locuras (65 millones por un Zlatan Ibrahimovic que debió ser mal vendido luego porque resultó incompatible con Messi), pero que, en rigor, basó su plantel en una brillante generación de jugadores formados en su escuela de La Masía. "La Cantera vs La Cartera", llamó la prensa al duelo entre catalanes y madridistas, los dos clubes de la Liga llamada "de las estrellas", pero que, en rigor, es la menos competitiva de todas, porque los dos grandes, favorecidos porque reciben casi la mitad de todo el dinero que paga la TV, compran siempre a los mejores, se reparten los títulos y sacan casi 30 puntos al tercero. Para ver si era el ego de los jugadores lo que impedía el triunfo, Florentino convocó a un ego mayor: echó al DT chileno Manuel Pellegrini y contrató a José Mourinho.

El remedio fue peor que la enfermedad. Porque Real Madrid cortó la seguidilla de Barcelona en la Liga de España, pero no dominó Europa, como necesitaba el proyecto. Florentino satisfizo casi todos los caprichos de Mourinho, fichando jugadores casi todos representados por el mismo agente del DT (Jorge Mendes) y llegó a pagarle al Tottenham la friolera de 42 millones de euros por Luka Modric.

El patrón del Tottenham, Daniel Levy, economista de Cambridge con matrícula de honor, multimillonario y durísimo negociador, estaba entonces avisado y sabía hasta dónde podía tensar la cuerda cuando le dijo a la chequera de Florentino que Bale costaba el doble que Modric, 100 millones de euros. "Es mucho por cualquier jugador", llegó a decir Florentino apenas semanas atrás. Ahora, se sabe, pagará 99. Y Bale, que debutó con 16 años en Southampton y a los 24 es un gran jugador, pero sin credenciales de peso en un club verdaderamente grande, será el futbolista más caro en la historia del fútbol mundial. El nuevo juguete de Florentino, "el comprador serial".

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