31 Agosto 2013

Más allá que en el documento nacional de identidad figure como nacido en San Miguel de Tucumán, Juan Manuel Cano es santiagueño, y en particular termense. El marchista mundialista de 25 años, que está en pareja con la atleta fondista Sandra Amarilla, habló con LG Deportiva sobre esta particular situación, sobre su trabajo y también sobre su reciente experiencia en el Mundial de Moscú. Allí terminó 46° entre 64 participantes en los 20 kilómetros de marcha, estableciendo su mejor marca de la temporada.

-¿Qué es eso de aparecer como tucumano en el DNI, cuando sos santiagueño?

- Nadie me lo preguntó antes, y lo voy a explicar. El 12 de diciembre de 1987, mi mamá decidió que yo nazca en Tucumán, en el Sanatorio del Norte. Pero al otro día ya estaba en mi casa, en Las Termas, donde viví mi infancia, hasta que a los 17 años me fui a Buenos Aires. Esa es la verdad. No tengo nada con los tucumanos, mucha prensa ubica mi origen en esa provincia, pero soy santiagueño.

-¿Y cómo es eso de dedicarse a la marcha?

- Mi historia nació a los 12 años, en el Polideportivo de mi ciudad, que está a unas cuadras de mi casa. Recuerdo que le preguntaba a mi papá, Adrián, si lo podía acompañar a correr; yo daba cuatro o cinco vueltas. Antes de inclinarme por esto a los 14 años, también me gustaba el fútbol. Pero bueno, comencé a marchar en 2.000 metros. Yo siempre marchaba y lo asumí como tal. Vinieron los Intercolegiales, los Nacionales. Hice la primaria en la Escuela Normal, y el secundario en el Mariano Moreno. Y aunque le dedicaba horas al deporte, era un buen alumno. Hice el último año a los 16 años, fui el abanderado y con un promedio de 9,30. Fui y soy muy responsable.

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- Te fuiste joven a Buenos Aires...

- Sí, tenía 17 años. Me fui a vivir a la casa de mi madrina, en Ramos Mejía. Y comencé a estudiar Educación Física en la Universidad de San Justo, en La Matanza. Pero mi objetivo era ser atleta, participar en Beijing 2008. Así que en la misma universidad fui entrenado por Diego Calvo, en mis principios. Para llegar a los Juegos Olímpicos se depende de una marca, de un calendario. En junio de 2008 mi último intento fue en Santiago del Chile. Hice 1h.24'19". En agosto ya estaba en Beijing.

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- ¿Hiciste estudios superiores?

- No se puede ser un excelente atleta y un excelente estudiante. No conozco a nadie que lo haya hecho. Yo dediqué mucho tiempo a entrenar. En los primeros años en la Facultad aprobé seis materias por año, entre cuatrimestrales y anuales. No pude estar en todos los deportes o disciplinas en la facultad, se me complicó, apareció el cansancio. No sé si volvería, porque hay que estar. Hoy sigo representando a la Universidad de La Matanza, en atletismo. Mi objetivo, es consagrarme el cien por ciento a ser atleta, ser campeón mundial u olímpico. Y hoy mi cuerpo está preparado para eso. Entreno entre dos horas y media y cuatro por día. Y recorro unos 120 kilómetros semanales como mínimo. 

-¿Cómo fue tu regreso a Las Termas después de tantos años?

- Volví a casa de mis padres y ocupo la misma habitación de mi niñez. Fue una decisión que tuvo que ver con lo económico, porque se me hizo difícil vivir en Buenos Aires, una ciudad muy cara. Además, como ya no vivía en el Cenard por una decisión personal, alquilar me hizo todo cuesta arriba, sobre todo porque me dedico exclusivamente al atletismo. Igual, en mi lugar de origen puedo entrenar, en ruta o en circuitos. Y acá se respira paz, bienestar y tranquilidad.

- ¿Qué tipo de apoyo recibís?

- Tengo varias becas. De la Universidad de La Matanza, la Secretaría de Deportes de la Nación, la Municipalidad de Las Termas y de una empresa de indumentaria deportiva. Igual, el monto de una beca es menor que el de un plan social. Y a esto lo hacemos por una idea de superación personal y por el afán de representar al país.

- ¿ Y cuál es tu futuro?

- Comencé con un proceso de pretemporada, sobre todo en fuerza. Mi entrenador, Daniel Silva, que vive en Buenos Aires, ya me dio una rutina para seguir. Después de haber participado en el Mundial de Moscú, mi próximo objetivo se ubica en el 2014, en los Juegos de Odesur de Santiago de Chile.

- ¿Te planteaste un límite para retirarte?

- No. Bien cuidado, el cuerpo no te abandona. Pero la mente sí.

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