02 Septiembre 2013
EMOCIÓN. Los goles que convirtió Barboza se los dedicó a su fallecido padre.
Una jornada en la vida de Carlos Barboza es un cumulo de esfuerzo y dedicación. Para practicar el deporte que lo apasiona, el volante de Sportivo Bella Vista tiene que dejar al lado un montón de cosas y lo hace con mucho agrado.
El volante "gaucho" tiene 25 años. Vive en San Andrés y trabaja en la Comuna de esa localidad. "Mi día empieza muy temprano. Luego de saborear unos mates con mi mujer me voy a trabajar. Estoy en sección mantenimiento. Luego del mediodía, regreso a casa para almorzar y me recuesto una hora. A las 15, me voy a entrenar a Bella Vista. Cerca de las 20.30 estoy regresando a mi hogar luego de recorrer los 25 kilómetros que separan ambas localidades. No soy el único jugador que hace este esfuerzo. La mayoría estamos obligados a tener nuestro trabajo fuera del fútbol, para mantener la familia", dijo el volante que el sábado pasado se puso el traje de héroe para convertir los dos goles con los que su equipo venció a Jorge Newbery por 2 a 1.
Pero no todo es alegría en la vida de Barboza. Todavía no supera el dolor que significó la muerte de su padre ocurrida hace un mes. "Fue una perdida que transformó mi vida. Juro que no estaba preparado para semejante golpe anímico. Mi viejo era el sostén que tenía en todos los órdenes de mi vida. Lo que atenúa esta tristeza es saber que el sábado pude darle una alegría y que desde el lugar que se encuentre en el cielo habrá celebrado este presente futbolístico de su hijo, que lo extraña muchísimo", dijo el mediocampista que se inició futbolísticamente en UTA y tuvo un fugaz paso por el fútbol termense.
A la hora de tocar el tema futbolístico, Barboza se ilusiona con el futuro del equipo. "Sabemos que a nosotros nos puede costar el doble conseguir los objetivos que nos trazamos. Pero eso, lejos de bajonearnos, nos hace redoblar el esfuerzo para concretarlo. Es una satisfacción extra poder llegar al final de la jornada sin habernos guardado nada", dijo el mediocampista que está complacido por las muestras de afectos que le brinda la hinchada de Bella Vista desde que llegó al club.
El volante "gaucho" tiene 25 años. Vive en San Andrés y trabaja en la Comuna de esa localidad. "Mi día empieza muy temprano. Luego de saborear unos mates con mi mujer me voy a trabajar. Estoy en sección mantenimiento. Luego del mediodía, regreso a casa para almorzar y me recuesto una hora. A las 15, me voy a entrenar a Bella Vista. Cerca de las 20.30 estoy regresando a mi hogar luego de recorrer los 25 kilómetros que separan ambas localidades. No soy el único jugador que hace este esfuerzo. La mayoría estamos obligados a tener nuestro trabajo fuera del fútbol, para mantener la familia", dijo el volante que el sábado pasado se puso el traje de héroe para convertir los dos goles con los que su equipo venció a Jorge Newbery por 2 a 1.
Pero no todo es alegría en la vida de Barboza. Todavía no supera el dolor que significó la muerte de su padre ocurrida hace un mes. "Fue una perdida que transformó mi vida. Juro que no estaba preparado para semejante golpe anímico. Mi viejo era el sostén que tenía en todos los órdenes de mi vida. Lo que atenúa esta tristeza es saber que el sábado pude darle una alegría y que desde el lugar que se encuentre en el cielo habrá celebrado este presente futbolístico de su hijo, que lo extraña muchísimo", dijo el mediocampista que se inició futbolísticamente en UTA y tuvo un fugaz paso por el fútbol termense.
A la hora de tocar el tema futbolístico, Barboza se ilusiona con el futuro del equipo. "Sabemos que a nosotros nos puede costar el doble conseguir los objetivos que nos trazamos. Pero eso, lejos de bajonearnos, nos hace redoblar el esfuerzo para concretarlo. Es una satisfacción extra poder llegar al final de la jornada sin habernos guardado nada", dijo el mediocampista que está complacido por las muestras de afectos que le brinda la hinchada de Bella Vista desde que llegó al club.
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