08 Septiembre 2013
CAPACITACIÓN. Los profesores ensayaron las coplas en el salón de actos del Sagrado Corazón. El viernes las cantarán en el anfiteatro de El Cadillal. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO
El salón de actos del Colegio Sagrado Corazón es un enjambre de profes de música. Hay alrededor de 300. Llegaron desde todos los puntos de la capital, del Gran San Miguel de Tucumán y del norte de la provincia. Muchos portan sus cajas, dotadas de todos los colores, grosores y adornos imaginables. También repasan las hojas del cancionero. Mágicamente, durante unas pocas horas se transformarán en copleros. Hugo Rodríguez enfrenta al auditorio, marca el 1, 2, 3, y arrancan los bellísimos versos de "La vida mía". ¿Es la jungla de cemento o el corazón de los Valles? Por ahí debe andar, inquieto y satisfecho, el espíritu de Leda Valladares.
Poli Bordón es tan chiquita como hiperactiva. Está en su salsa, porque nació en Quilmes, cerca de las ruinas, y mamó las coplas junto a las primeras bocanadas del viento vallisto. Su papá, Norberto Bordón, llegó a cantar en Europa. Hoy, a los 83 años, sigue haciendo sonar la caja. Su tío, El Coyita de Tacosum (piedra que rueda) está consignado en los trabajos de Leda Valladares. Siempre Leda. Poli es uno de los motores que impulsan los talleres de coplas que se brindan en las escuelas. Feliz, siente que están a punto de disfrutar una jornada inolvidable.
El viernes a las 10, en el anfiteatro de El Cadillal, 1.500 alumnos de toda la provincia se unirán para cantar coplas. El sólo hecho de imaginarlo pone la piel de gallina. Los acompañarán los docentes. Ellos se capacitaron durante dos jornadas -una en el Sagrado Corazón, otra en Monteros- y son los encargados de transmitirles esas enseñanzas a los chicos. Claro que no estarán solos. Los acompañarán Micaela Chauque con su grupo, Myriam García -quien están siguiendo la ruta de las investigaciones de Leda Valladares- y GustavoSantaolalla. La presencia del doble ganador del Oscar tiene un trasfondo histórico, porque cuando grabaron "De Usuhaia a La Quiaca", Santaolalla y León Gieco condujeron junto a Leda el extraordinario "Canto cósmico".
Así que a Poli le brillan los ojos por la emoción. Ella revela que en las escuelas va produciéndose un estimulante fenómeno a medida que los chicos van descubriendo este universo. "A nosotros nos interesa que ellos acepten las coplas; que las canten y las valoren -explica-. No es fácil para los docentes conseguirlo, es todo un desafío, pero los resultados son buenísimos".
En el fondo de la discusión surge la necesidad de cambiar los ejes de la formación, y no sólo de los estudiantes. "Se trata de recuperar los raíces. Estamos trabajando en eso, pero es un proceso que va a llevar su tiempo. Años", advierte Hugo Rodríguez, docente, coplero y luthier. Él pone como ejemplo la situación de los propios profes, quienes requieren esta capacitación porque no les enseñaron nada referido a las coplas durante sus años de estudio.
Hugo habla del amor y del respeto que requieren y generan las coplas, de la belleza del canto colectivo, que no es otra cosa que el pueblo unido haciendo arte, expresándose en un hechizante hecho cultural. Pide sostener y enriquecer el legado de Leda Valladares y se queja -con absoluta razón- porque en Tucumán no se la valora a la altura de sus merecimientos.
Para eso se requiere difusión. Poli sugiere seguir los materiales del canal Encuentro o los disponibles en YouTube. Valen la pena. Hugo se entusiasma cuando brinda miniclases copleras. Resalta lo fácil que es incorporarse al canto colectivo y tocar la caja. "Es que la caja es un pulso -ilustra-. Para cada coplero la percusión será diferente. No hay técnica".
Detrás de estas experiencias va emergiendo el iceberg. Es una masa que nos alerta: preservemos esta parte esencial de nuestro folclore. De lo contrario, inexorablemente, se va a perder. La copla nunca estuvo en el pentagrama, siempre se transmitió de boca en boca. Hay que mantenerse listo, con una red en la mano, para pescar los motes (los versos) que surgen de las vísceras de los copleros.
Si de conservación de nuestro acervo se habla, Música de Todos dice presente. Se trata de un programa nacional que ya cumplió nueve años y que en la región Centro (a la que pertenecen Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Buenos Aires) está trabajando con el canto colectivo y con las danzas. Así como en nuestra provincia se estudian, difunden y estimulan los aires de zamba, en Santiago se hace lo propio con la chacarera. Siguen el gato, el bailecito, la jota cordobesa, y así sucesivamente. Patricia de Urquiza, referente del programa en Tucumán, hace números. Indica que la capacitación alcanzó a entre 400 y 500 docentes, contando los talleres que están en marcha desde junio, pertenecientes a 160 escuelas. El viernes se verán -y se escucharán- los resultados del esfuerzo en El Cadillal. Los chicos y sus maestros entonarán entre ocho y 10 canciones. Todas bien aprendidas y ensayadas.
Para que no queden dudas sobre ritmos y entonaciones, Hugo Rodríguez y los profes le regalan vida al salón. Cantan con la voz muy viva. Los que no llevaron cajas siguen el pulso golpeando carpetas o rodillas. Imposible no repiquetear con un pie sobre las baldosas. Por momentos suenan llamativamente bien afinados.
A Marilí Bullion le cuesta mantener quieto el cuerpo. "Yo soy paloma del cerro...", cantan, y la directora de Artes del Ente de Cultura se mueve al compás. "Cuando empezamos a hablar con los chicos, las expresiones artísticas por lo general pasaban por la cumbia u otros ritmos. Por respuestas físicas un poco violentas. Casi nadie sabía lo que era una copla. Creo que eso se debe a que durante años se consideró que nuestra música no era digna, como algo vergonzante", apuntó. Esa es la razón por la que el Ente decidió involucrarse y respaldar todas estas movidas.
"Escuchar a los chicos cantando es un sueño -destaca Buillon-. Los mismos supervisores de los talleres nos dicen '¡vamos con las coplas, eh! El canto popular es fundamental y la respuesta que recibimos es hermosa".
El viernes a las 10, en el anfiteatro de El Cadillal, 1.500 alumnos de toda la provincia se unirán para cantar coplas. El sólo hecho de imaginarlo pone la piel de gallina. Los acompañarán los docentes. Ellos se capacitaron durante dos jornadas -una en el Sagrado Corazón, otra en Monteros- y son los encargados de transmitirles esas enseñanzas a los chicos. Claro que no estarán solos. Los acompañarán Micaela Chauque con su grupo, Myriam García -quien están siguiendo la ruta de las investigaciones de Leda Valladares- y GustavoSantaolalla. La presencia del doble ganador del Oscar tiene un trasfondo histórico, porque cuando grabaron "De Usuhaia a La Quiaca", Santaolalla y León Gieco condujeron junto a Leda el extraordinario "Canto cósmico".
Así que a Poli le brillan los ojos por la emoción. Ella revela que en las escuelas va produciéndose un estimulante fenómeno a medida que los chicos van descubriendo este universo. "A nosotros nos interesa que ellos acepten las coplas; que las canten y las valoren -explica-. No es fácil para los docentes conseguirlo, es todo un desafío, pero los resultados son buenísimos".
En el fondo de la discusión surge la necesidad de cambiar los ejes de la formación, y no sólo de los estudiantes. "Se trata de recuperar los raíces. Estamos trabajando en eso, pero es un proceso que va a llevar su tiempo. Años", advierte Hugo Rodríguez, docente, coplero y luthier. Él pone como ejemplo la situación de los propios profes, quienes requieren esta capacitación porque no les enseñaron nada referido a las coplas durante sus años de estudio.
Hugo habla del amor y del respeto que requieren y generan las coplas, de la belleza del canto colectivo, que no es otra cosa que el pueblo unido haciendo arte, expresándose en un hechizante hecho cultural. Pide sostener y enriquecer el legado de Leda Valladares y se queja -con absoluta razón- porque en Tucumán no se la valora a la altura de sus merecimientos.
Para eso se requiere difusión. Poli sugiere seguir los materiales del canal Encuentro o los disponibles en YouTube. Valen la pena. Hugo se entusiasma cuando brinda miniclases copleras. Resalta lo fácil que es incorporarse al canto colectivo y tocar la caja. "Es que la caja es un pulso -ilustra-. Para cada coplero la percusión será diferente. No hay técnica".
Detrás de estas experiencias va emergiendo el iceberg. Es una masa que nos alerta: preservemos esta parte esencial de nuestro folclore. De lo contrario, inexorablemente, se va a perder. La copla nunca estuvo en el pentagrama, siempre se transmitió de boca en boca. Hay que mantenerse listo, con una red en la mano, para pescar los motes (los versos) que surgen de las vísceras de los copleros.
Si de conservación de nuestro acervo se habla, Música de Todos dice presente. Se trata de un programa nacional que ya cumplió nueve años y que en la región Centro (a la que pertenecen Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Buenos Aires) está trabajando con el canto colectivo y con las danzas. Así como en nuestra provincia se estudian, difunden y estimulan los aires de zamba, en Santiago se hace lo propio con la chacarera. Siguen el gato, el bailecito, la jota cordobesa, y así sucesivamente. Patricia de Urquiza, referente del programa en Tucumán, hace números. Indica que la capacitación alcanzó a entre 400 y 500 docentes, contando los talleres que están en marcha desde junio, pertenecientes a 160 escuelas. El viernes se verán -y se escucharán- los resultados del esfuerzo en El Cadillal. Los chicos y sus maestros entonarán entre ocho y 10 canciones. Todas bien aprendidas y ensayadas.
Para que no queden dudas sobre ritmos y entonaciones, Hugo Rodríguez y los profes le regalan vida al salón. Cantan con la voz muy viva. Los que no llevaron cajas siguen el pulso golpeando carpetas o rodillas. Imposible no repiquetear con un pie sobre las baldosas. Por momentos suenan llamativamente bien afinados.
A Marilí Bullion le cuesta mantener quieto el cuerpo. "Yo soy paloma del cerro...", cantan, y la directora de Artes del Ente de Cultura se mueve al compás. "Cuando empezamos a hablar con los chicos, las expresiones artísticas por lo general pasaban por la cumbia u otros ritmos. Por respuestas físicas un poco violentas. Casi nadie sabía lo que era una copla. Creo que eso se debe a que durante años se consideró que nuestra música no era digna, como algo vergonzante", apuntó. Esa es la razón por la que el Ente decidió involucrarse y respaldar todas estas movidas.
"Escuchar a los chicos cantando es un sueño -destaca Buillon-. Los mismos supervisores de los talleres nos dicen '¡vamos con las coplas, eh! El canto popular es fundamental y la respuesta que recibimos es hermosa".