Inauguraciones populistas para todos y todas

Con la campaña en pleno desarrollo, oficialistas y opositores siguen enfrascados en atacarse unos a otros, mientras escasea el interés por debatir sus propuestas. Aleardo F. Laría | Columnista Agencia DyN

AFRODISÍACO. En 2010, Cristina elogió las propiedades de la carne de cerdo. TELAM (ARCHIVO) AFRODISÍACO. En 2010, Cristina elogió las propiedades de la carne de cerdo. TELAM (ARCHIVO)
25 Septiembre 2013
BUENOS AIRES.- En los años 50, en todas las obras públicas del Gobierno argentino que estaban en ejecución -o ya habían finalizado- se levantaba un cartel con la esfinge del matrimonio presidencial y la leyenda "Perón cumple, Evita dignifica". Desde entonces, el hábito de atribuir la realización de la obra pública a la munificencia de los hombres de gobierno, se ha impuesto como una costumbre que no llama la atención. Todos los gobiernos, del color que sean, han acudido a esta forma subliminal de propaganda, sin advertir la endeble base ética de tan singular comportamiento, ya que la obra pública es financiada con impuestos, es decir con fondos que son aportados por todos los ciudadanos.

La decisión de llevar a cabo las obras se adopta cuando se analizan los presupuestos públicos, con la participación de los partidos políticos. De modo que sólo desde la frondosa imaginación de un liliputiense político se puede concebir como resultado de la clarividente visión de una persona singular.

La atribución de las obras públicas a la generosidad de los líderes políticos es un rasgo de distinción de los populismos, que siempre alimentaron la fantasiosa idea de que era producto de la iluminada mirada de los líderes populares. Reproduce, en otro entorno, la representación del "patrón", quien da trabajo y concede la dádiva del salario al peón de estancia. Debido a esa laxa interpretación, el gesto de generosidad podía también trasladarse a la esposa del líder, como acontece en la consigna "Evita dignifica", donde una mujer que no tenía ningún cargo público podía también colgarse la medalla de las realizaciones estatales.

Argentina, hoy

En la actualidad, se observa cómo la inauguración de cada obra pública viene acompañada con una profusa propaganda en la que se añade la expresión "gestión Juan Pérez", en donde el Juan Pérez de marras es sustituido por el nombre del gobernador o el intendente que se atribuye el resultado.

En ocasiones, cuando la obra pública escasea, se la divide en trozos, para dar lugar a más inauguraciones. Cuando se trata de una ruta, los cortes de cintas se hacen por tramos, de modo que habrá una inauguración por cada kilómetro asfaltado. Otro recurso consiste en inaugurar la misma obra varias veces. Hace pocos días, el 20 de septiembre, quedó inaugurado el Hospital Escuela de Odontología de la Universidad de Río Negro. Lo llamativo es que la obra había sido ya "inaugurada" por videoconferencia por la presidenta, Cristina Fernández, el 10 de septiembre.

Otro recurso que ha puesto de moda la Presidenta es la inauguración de emprendimientos privados. Pero, como esa inversión tampoco es demasiado abundante, la Presidenta no tiene reparo en inaugurar obras de ampliación de industrias ya existentes o el lanzamiento de líneas de fabricación.

Cerdo y pollo

En enero de 2010, CFK aprovechó la inauguración de obras de ampliación de una planta avícola privada bonaerense. Fue pocos días después de haber levantado sonrisas en todo el mundo al anunciar las ignotas propiedades afrodisíacas de la carne de cerdo.

Llevada por ésta misma impronta, la Presidenta acostumbra inaugurar también obras privadas por videoconferencia, cómo al inaugurar una línea de fabricación de una empresa de cosméticos, cuando mantuvo aquel célebre diálogo con Yanina, una trabajadora que empaquetaba los productos de una máquina de pomos y con el operario que, según la interpretación presidencial, "le llenaba el pomo a Yanina". La forma de salir airosa para eludir el furcio fue utilizar su habitual tono condescendiente: "No se dieron cuenta del chiste, un poquito subido de tono para la Presidenta, pero no importa".

El tentador recurso de inaugurar obras públicas para aumentar el prestigio de los dirigentes políticos -o al menos instalarlos en el candelero público- no es más que un burdo recurso de propaganda electoral.

El uso faccioso de la publicidad oficial para darle a esos actos una impronta personal, constituye una forma poco ética de desnivelar el terreno de la confrontación democrática a favor de quienes desempeñan el poder.

La Ley "de democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral", establece que queda prohibido a los partidos políticos la emisión de avisos publicitarios con el fin de promover la captación del sufragio, antes de los 25 días del acto electoral.

El Gobierno no puede, por su parte, durante los 15 días anteriores a la celebración de las elecciones, inaugurar obras públicas. No obstante la claridad del texto legal, dado el escaso apego a las formas imperante en nuestra cultura, en la práctica esa limitación se relativiza o ignora. (DyN)

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