Riesgo inflacionario, al acelerar la devaluación

Alejandro Lifschitz | Agencia Reuters

01 Octubre 2013
BUENOS AIRES.- La presidenta argentina, Cristina Fernández, critica frecuentemente a los que piden una devaluación de la moneda local para morigerar el impacto de la alta inflación sobre la competitividad del país. Pero, sigilosamente y fuera de los focos de las cámaras, el Banco Central ha intervenido casi a diario en el mercado local para permitir al peso registrar en lo que va del año su mayor depreciación en más de un década. El retroceso del peso busca mantener la moneda competitiva respecto al real brasileño, que este año se depreció casi un 10%. Más de un 40% de las exportaciones industriales argentinas y un 80% de las de automotores tienen como destino Brasil. Pero, la depreciación cambiaria luce insuficiente para mejorar el perfil exportador de un país con una de las mayores tasas de inflación del mundo y donde la única fuente de divisas son sus ventas externas. Por el contrario, la devaluación amenaza con agregar presión sobre los precios. Desde enero, el peso argentino se depreció un 16% frente a la moneda estadounidense en el mercado interbancario.

Se espera que termine el año por primera vez en una década con una caída similar al nivel de la inflación, que se prevé ronde el 25% según estimaciones privadas. Las desprestigiadas estadísticas oficiales la ubican un poco por encima del 10% anual. Pero, economistas advierten que la depreciación cambiaria tendrá un efecto limitado sobre la competitividad.

Los precios minoristas crecieron más de un 150% desde 2007, según cálculos de economistas, cuando comenzaron su escalada por un fuerte consumo doméstico y el pobre nivel de inversiones. En ese lapso, la moneda argentina apenas perdió poco más de un 40% de su valor. El retroceso del peso en lo que va de 2013 es el mayor desde que cerró el 2002 con una devaluación de un 70% luego de que el país abandonara una década de convertibilidad cambiaria en medio de una fuerte crisis.

El peso cotiza a $ 9,30 en el mercado negro, donde desde hace dos años empresas y ahorristas se ven obligados a recurrir para comprar divisas debido a un control de cambios impuesto por el Gobierno para frenar una fuga de capitales que drenó las reservas del Banco Central. La falta de divisas obligó al BCRA a volcar cientos de millones de dólares de sus reservas en el mercado cambiario para financiar el comercio exterior. La entidad también le gira fondos al Tesoro para que el Estado pague sus vencimientos de deuda en moneda extranjera.

Analistas esperan que la caída del peso añada cierta presión sobre los precios. "Esta estrategia es riesgosa en términos de inflación", señaló la consultora Ecolatina en un informe.

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