20 Octubre 2013
La famaillense Mabel Carrizo (34 años) lleva casi la mitad de su vida militando en el Partido Justicialista. Y Sheila, su hija de 15 años, sigue el mismo camino: lidera La Cámpora a nivel colegial en la ciudad de los mellizos Orellana, y acompaña a su madre a cuanta actividad proselitista puede.
La esposa del legislador Jesús Salim es la tercera postulante del oficialista Frente para la Victoria. Su designación fue una sorpresa en la arena política tucumana, ya que muchos ignoraban por completo su trabajo. "Milito desde los 18 años", retruca. Carrizo aspira a ocupar una banca en el Congreso, y su mayor preocupación pasa por el día a día de Facundo, su hijo menor, de tres años: "estamos hablando con mi familia y con la de Jesús para ver cómo haríamos, porque él es muy chiquito aún".
Carrizo siente que Sheila será la que menos sentiría el impacto de su ausencia, ya que se crió entre actos y reuniones políticas. "Ya está acostumbrada. Tenemos el apoyo de nuestras familias, y nuestros hijos sienten nuestra contención. Los chicos nos acompañan, y Sheila milita con nosotros", cuenta. La postulante describe a su hija como una fiel defensora del proyecto: "No hay discusiones dentro de la casa, ella hace sus planteos y cuando escucha otras voces que están en contra de este proyecto tiene enojos, como cualquier adolescente. Es una gran militante".
La camporista admite que en estos últimos meses, por el fragor de la campaña, tuvo que descuidar algunos detalles cotidianos en su rol de madre. El miércoles, sin ir más lejos, no pudo asistir a un acto en el colegio en el que Sheila, su militante número uno, dirigió el acto por el día de la Diversidad Cultural.
La esposa del legislador Jesús Salim es la tercera postulante del oficialista Frente para la Victoria. Su designación fue una sorpresa en la arena política tucumana, ya que muchos ignoraban por completo su trabajo. "Milito desde los 18 años", retruca. Carrizo aspira a ocupar una banca en el Congreso, y su mayor preocupación pasa por el día a día de Facundo, su hijo menor, de tres años: "estamos hablando con mi familia y con la de Jesús para ver cómo haríamos, porque él es muy chiquito aún".
Carrizo siente que Sheila será la que menos sentiría el impacto de su ausencia, ya que se crió entre actos y reuniones políticas. "Ya está acostumbrada. Tenemos el apoyo de nuestras familias, y nuestros hijos sienten nuestra contención. Los chicos nos acompañan, y Sheila milita con nosotros", cuenta. La postulante describe a su hija como una fiel defensora del proyecto: "No hay discusiones dentro de la casa, ella hace sus planteos y cuando escucha otras voces que están en contra de este proyecto tiene enojos, como cualquier adolescente. Es una gran militante".
La camporista admite que en estos últimos meses, por el fragor de la campaña, tuvo que descuidar algunos detalles cotidianos en su rol de madre. El miércoles, sin ir más lejos, no pudo asistir a un acto en el colegio en el que Sheila, su militante número uno, dirigió el acto por el día de la Diversidad Cultural.