Alieto Guadagni: "La condición necesaria para que el país retome la senda del crecimiento es decir la verdad"

Según el ex secretario de Energía, la política de subsidios quebró el federalismo, mientras gobernadores y senadores se convierten sólo en delegados de la Casa Rosada.

LA OPORTUNIDAD. Guadagni cree que la Argentina debe aprovechar un contexto internacional favorable. TELAM (ARCHIVO) LA OPORTUNIDAD. Guadagni cree que la Argentina debe aprovechar un contexto internacional favorable. TELAM (ARCHIVO)
24 Noviembre 2013

La enfermedad desbordó al paciente. El termómetro se rompió, allá hacia enero de 2007 cuando el poder político decidió intervenir directamente en las estadísticas, las del cuestionado Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Uno de los promotores de aquella decisión ya no está. Guillermo Moreno dejó de tener poder desde la Secretaría de Comercio Interior de la Nación. La gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner decidió dar un giro a sus planes y modificó el elenco de su gabinete. Hoy hay una nueva conducción, pero el paciente sigue internado. El problema es de raíz porque, según expresa el ex secretario de Energía de la Nación, Alieto Guadagni, el Gobierno rompió el termómetro hace seis años y ahora se dio cuenta que debe tratar -a fondo- a aquella paciente llamada Argentina. Guadagni vendrá el jueves a Tucumán para participar de la tradicional cena de fin de año de la Fundación del Tucumán. Antes dio la siguiente entrevista a LA GACETA:

-¿Cuál es el escenario económico que se le presenta a la Argentina?

-Estamos en presencia del mejor escenario internacional para la Argentina desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Y hay tres razones para sostener este concepto. El primero es el vinculado con los términos de intercambio que son los mejores de toda la historia. El segundo está relacionado con las tasas de interés internacionales, que son las más bajas de los últimos 30 años. Y el tercero tiene que ver con el flujo de inversiones productivas que vienen incrementándose en favor de los países en desarrollo. Y observemos algunos números: cuando asumió Fernando de la Rúa como presidente de la Nación, la soja valía U$S 180 aproximadamente; luego, hacia enero de 2002, con Eduardo Duhalde conduciendo al país, la soja costaba cerca de U$S 170 la tonelada y, hacia mayo de 2003, cuando arrancó su mandato Néstor Kirchner, costaba U$S 300. Hoy está por encima de los U$S 470. Todo esto quiere decir que tenemos una renta adicional de entre U$S 15.000 millones a U$S 18.000 millones anuales. La gran pregunta es ¿por qué no la hemos aprovechado? La respuesta debe encontrarse en algunos errores de política económica. Particularmente la elevada inflación que tiene el país.

-¿Qué debe hacerse?

-La Argentina posee hoy la tercera o cuarta inflación más alta del mundo. Primero se ubica Irán; luego Venezuela, Sudán y Argentina. Creo que nuestro país enfrenta un gran desafío, que es el de aprovechar la situación internacional favorable y generar un marco adecuado para la llegada de financiamiento, de tal manera de dejar de minar todo el potencial productivo del país.

-¿Puede aprovecharse ese potencial en este momento de transición política e institucional?

-Se debe aprovechar. El Gobierno tiene que gobernar de la mejor manera que pueda hasta el último día del mandato. Y eso es una obligación constitucional.

-¿Cree que los cambios pueden contribuir hacia ese objetivo?

-Esperamos que puedan enfocar la realidad argentina y lo primero que deben hacer es algo muy simple: dejar de falsificar las estadísticas. La condición necesaria para retomar la senda del crecimiento y la generación de empleo es decir la verdad. Porque si el paciente tiene fiebre y el médico decide romper el termómetro, no sabrá cómo curarlo. El Gobierno rompió el termómetro de la economía y me parece bien que hayan sacado a los responsables directos de la falsificación de las estadísticas argentinas.

-¿El recambio de funcionarios que hizo la Presidenta fue por convencimiento o porque las circunstancias la llevaron a eso?

-No estoy en condiciones de juzgar acerca de eso. Pero me parece que era hora de rectificar el rumbo. De reconocer que la realidad es la que debe conducir hacia el sendero del crecimiento y a la creación del empleo productivo, no el público. Y es de esperar que las políticas que se adopten hacia el futuro tiendan a seguir aquellos dos caminos.

-La realidad argentina choca con un problema energético, en el que los subsidios son más que necesarios...

-La clave es aumentar la producción local; para hacerlo, hay que comenzar por invertir en exploración de gas y de petróleo. Esto requiere una cantidad importante de cambios institucionales. El Estado argentino no tiene los recursos suficientes para financiar esto. Entonces, es necesario atraer inversiones externas de riesgos, no las especulativas, que estén dispuestas a desarrollar los nuevos recursos. Y eso se está dando en Neuquén. Vaca Muerta (el segundo recurso potencial de gas no convencional del mundo) tiene un gran potencial, pero es un proceso de largo plazo. Este gobierno tiene un récord en rectificar. Piense que desde que comenzó la gestión K pasaron 130 meses y en todos -sin excepción- cayó la producción de petróleo. Y en los últimos 120 meses viene cayendo la de gas. Y seguimos importando fuel oil, gasoil, gas de Bolivia que implica U$S 1,5 millón por hora. Y son los dólares que faltan para otras importaciones.

-Se dice que uno de las cuestiones que llevó al cepo cambiario fue la búsqueda de financiamiento para la crisis energética.

-Me asusta cuando veo que funcionarios importantes que dan explicaciones infantiles. Decir que la crisis energética es porque aumenta el consumo es infantil. Sucede en todos lados, pero el problema es que cae la producción y no se han desarrollado fuentes alternativas.

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-¿Y qué hacemos?

-Lo que cualquier país serio haría: tener reglas claras hacia el capitalismo abierto y competitivo no sólo para los capitalistas amigos. No sólo dar concesiones a los amigos del poder, sino que se convoquen a empresas de primer nivel como hace Brasil. Necesitamos inversiones que vayan a poner primero y que luego saquen.

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-Pero se mantienen los desequilibrios...

-Si nos fijamos en las políticas de subsidios, no es mucho lo que se gasta en la Asignación Universal por Hijo; sí en los subsidios económicos a la clase media alta urbana de Buenos Aires que son siete u ocho veces mayores que las que se dan a los pobres. En la Argentina, a los subsidios no los inventó Robin Hood, sino Hood Robin. Creo que eso hay que tratar de corregir. Los subsidios económicos a las clases media y alta representan 4,5% del PBI. No puede ser que un tucumano, un salteño o un jujeño financie a la empresa de agua de Buenos Aires AySA. Bastantes problemas tienen con financiar a las empresas locales. Por eso, se quebró el federalismo. Es una pena que los gobernadores y los senadores acepten roles de delegados del Poder Ejecutivo nacional y no peleen por sus distritos. ¿Cómo es posible que un diputado tucumano pueda votar partidas presupuestarias para financiar el agua de Buenos Aires?

-Son marcados los desequilibrios...

-Esto marca la muerte del federalismo. Piense que cuando se hizo la ley de coparticipación se estableció el giro de remesas automáticas a las provincias que debían ser la mitad de la recaudación. Ahora se distribuye sólo la cuarta parte. Y la otra cuarta parte no es que quiera decir que no vaya a las provincias; tan sólo van en ese juego de "si te portás bien sí, si te portás mal, no". A la Argentina le costó muchísimo tener un régimen federal. Y mire cómo termina esto, con un régimen unitario fiscal que ha degradado la figura de un gobernador a la de un simple delegado. A aquellos que quieren ser gobernadores en serio los condenan, van al ostracismo, no ven una moneda.

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