Fuego y mística "naranja"

Tucumán se hizo respetar en el clásico contra Buenos Aires y avanzó a la final del torneo.

GARANTÍA OFENSIVA. Matías Orlando volvió a ser desequilibrante en ataque y finalizó en el ingoal una gran jugada de fases. GARANTÍA OFENSIVA. Matías Orlando volvió a ser desequilibrante en ataque y finalizó en el ingoal una gran jugada de fases.
Entre Tucumán y Buenos Aires se impone la misma ley que domina todos los clásicos: jugar bien es lo de menos, lo que de verdad importa es ganar. Y para despejar cualquier tipo de suspicacia, la "naranja" cumplió ambos preceptos: venció y lo hizo bien, con rugby, fuego sagrado y mística. El 25 a 18 fue un resultado justo por donde se lo mire. Porque entre ambos gigantes no hubo grandes ventajas. Si lo de Tucumán fue bueno, las "águilas" no vinieron precisamente de paseo y en un momento amagaron con silenciar a una "caldera" que volvió a rugir parecido a la década pasada.

Nobleza obliga: no fue ejemplar el arranque del equipo tucumano, que se vio arrastrado por el ritmo que impuso el invitado. El local pegó primero con un penal de Ledesma, pero la visita retrucó más fuerte con el try de Gosio, que encontró un claro y asestó el puñal.

El cachetazo terminó por despabilar a Tucumán, que de a poco fue encontrándose a sí mismo, reproduciendo lo ensayado en una semana que tuvo a las debilidades foráneas en permanente análisis. Seguramente por orden de los técnicos, se utilizó el kick a presión casi hasta el punto del abuso, a la espera del error en el fondo. Y cuando se produjo, Tucumán apuntó a la yugular: una jugada de varias fases terminó con Matías Orlando acostado en zona de puntos. De ahí en más, la tropa de Molinuevo tomó el control del partido y permitió que "Machi" engrosara el patrimonio por vía aérea, para un parcial de 16 a 8.

En el complemento, Tucumán siguió haciéndole sentir a su némesis el rigor del juego duro, que no le esquiva al choque de frente. Sin embargo, bajar la guardia contra las "águilas" es jugar con fuego, y algunas fallas en el tackle y en el reagrupamiento defensivo pusieron en riesgo el triunfo local: a 11 minutos del cierre, Gonzalo Gutiérrez Taboada apoyó y acortó la brecha a solo cuatro puntos, dando pie a un desenlace de novela. Pero Tucumán en su casa vale por dos, y con otro penal de Ledesma, derribó a las "águilas" una vez más.

LO BUENO: Tucumán manejo el ritmo del partido con buenos conductores. Duro en el scrum y firme en defensa sometió al rival. En el segundo tiempo se corrigió la recepción de la pelota.

LO MALO: En el comienzo del partido la recepción de la pelota fue complicada y la presión en la marca de Buenos Aires daba su fruto. Se malogró el primer tackle y el rival utilizó bien los espacios.

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