El hacinamiento de reclusos en comisarías

26 Noviembre 2013
Con frecuencia, se suele afirmar que Tucumán es una tierra de grandes contrastes y paradojas. Por ejemplo, la inseguridad ha llegado hasta tal extremo que los lugares que deben ser los más seguros, han dejado de serlo por diversos motivos. Hay presos que logran fugarse, otros que abren boquetes, y otros que toman una comisaría, como sucedió la semana pasada en la seccional 3ª, ubicada en La Madrid 2.556, cuando 18 detenidos que superaban en número a los policías, intentaron fugarse y tuvieron que pedir refuerzos.

El hacinamiento de reclusos en las comisarías -la mayoría presenta problemas edilicios-, data de hace más de un lustro. Según los recientes informes, el número de arrestados se incrementó en un 40% en el último año. Según la Policía, hay 581 detenidos por causas penales en dependencias de la fuerza, de esa cifra, 246 se encuentran en las diez comisarías de la capital y en la Dirección General de Investigaciones y en cuatro de ellas no hay lugar. Los calabozos son tan reducidos que la mayoría vive hacinada. Algunos comisarios dijeron que los edificios son tan viejos que las paredes están deterioradas por la humedad y que, además, carecen de una infraestructura segura. De acuerdo con el sondeo que hizo nuestro diario en julio de 2012, había 353 detenidos que deberían haber estado en las cárceles de Villa Urquiza o de Concepción.

Esta preocupante realidad se debe a que la capacidad el penal de Villa Urquiza es para 600 reclusos y se hallan actualmente alojados unos 800. En octubre pasado, el gobernador dijo que tenía el compromiso de construir una alcaldía para que en las comisarías no hubiese presos. Sin embargo, el secretario de Seguridad Ciudadana afirmó que se daría prioridad a la restauración de las seccionales 3ª, 5ª y 6ª y que se está trabajando en la reparación del sistema de cloacas y de infraestructura de la cárcel.

En junio de 2004, a raíz de denuncias realizadas por madres de penados el entonces secretario de Derechos Humanos constató que en comisaría 1ª estos convivían con otros 20 presos en una celda de 4 metros de ancho por 3 de largo. Debido a que por la noche se reducía la guardia policial y había menos frecuencia de permisos para ir al baño, se comprobó que muchos de ellos hacían sus necesidades en la misma celda y que el olor era insoportable.

En diciembre de 2010, fuentes policiales dijeron que por un desacuerdo económico entre la Nación y el servicio penitenciario provincial, tampoco eran recibidos los detenidos por causas federales. En ese momento había alojados unos 900 presos, entre condenados y procesados. De ellos, unos 200 pertenecían a la Justicia Federal

Ya en 2011, el Gobierno provincial había anunciado la construcción de una alcaidía policial para descomprimir otras dependencias, así como la creación de una seccional con jurisdicción en la zona sudoeste de la capital. El proyecto de un nuevo penal presentado está aún muy lejano.

El incremento de detenidos en las comisarías y la superpoblación de la cárcel están reflejando un aumento de la delincuencia, sin contar aquellos que tras ser detenidos, son liberados por la Justicia a las pocas horas o a los días.

Si la idea es que el sistema penitenciario promueva la resocialización del convicto, difícilmente pueda lograrse el objetivo con esta realidad de falta de infraestructura y de hacinamiento que atenta contra la dignidad y la sociedad seguirá sintiéndose desprotegida.

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