01 Diciembre 2013
Si tuviese que elegir una palabra para definir al profesor Carlos Santiago Nino, sin duda esa sería "maestro". Si quisiera juzgar su obra, no me concentraría tanto en su extraordinaria producción como en el repaso de los mejores profesores de Derecho de la Argentina y de América Latina: allí encuentro su legado. Quiso el azar que la partida de este intelectual ejemplar llegase el 29 de agosto de 1993, fecha muy cara para nosotros, los tucumanos, porque precisamente ese día festejamos el natalicio de Juan Bautista Alberdi.
El maestro que bregó por una democracia deliberativa donde el diálogo justificara las decisiones, pero, sobre todo, nos enseñara y mejorara como individuos, fue coherente en su acción y se dedicó a construir puentes. Puentes por donde se pudo transitar y dialogar con la tradición jurídica anglosajona. Pero no fue un simple traductor de sus ideas: Nino "creó" ideas nuevas y es por ello que fue profesor e investigador en la Escuela de Derecho de la Universidad de Yale (New Haven, Estados Unidos).
Durante la dictadura, su labor consistió en preservar la Filosofía del Derecho y continuar el debate en una cultura de "catacumbas", para proteger a diversos colegas. Luego, con el renacer de la libertad, su compromiso lo llevó a trazar puentes entre la academia y la vida pública. Si se analiza en perspectiva su labor, resulta indudable que Nino jugó un papel fundamental en el proceso de consolidación de la democracia en Argentina.
Conocer al filósofo
En lo personal, me topé con el profesor en esa época en que los sueños parecían posibles o, mejor dicho, donde todo estaba para descubrirse y hacerse. Corría el año 1984 y participaba en el primer Centro de Estudiantes del Gymnasium de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Nino era "el filósofo" del Gobierno de Raúl Alfonsín y nosotros queríamos conocerlo e entrevistarlo: así que viajamos a Buenos Aires para escribir un reportaje para nuestra revista y, quizás, si teníamos suerte, traer al personaje a Tucumán. Este segundo proyecto no pudo concretarse, pero el maestro nos abrió las puertas de su Centro de Estudios Institucionales. Allí conocimos a algunos jóvenes que trabajaban junto a él, que, luego, se constituirían a su vez en mis maestros. Luego, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT volvimos a toparnos con él para que nos contara sobre la transformación de los planes de estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires.
Nino siguió construyendo puentes. Fue finalmente en 1993 cuando pautamos una visita a Tucumán para que disertase sobre "la crisis del hiperpresidencialismo en Argentina" durante el segundo semestre de ese año, tras su viaje a Bolivia. El destino impidió que esa visita se materializase, pero insistimos y, mediante uno de sus discípulos dilectos, Martín Böhmer, Nino pudo estar "presente" en la última reforma del Plan de Estudios de la Facultad de Derecho de la UNT (Plan 2000). El profesor Böhmer tenía la tarea de estructurar la nueva cátedra de "Organizaciones y Teoría de las Decisiones". Sin titubear, inmediatamente sugirió usar como bibliografía básica dos libros del intelectual: "Un país al margen de la ley" y "La constitución de la democracia deliberativa". De esta manera, desde 2003, la comunidad académica local sigue dialogando con el profesor Carlos Santiago Nino. El maestro no pudo visitarnos, pero, como nos gusta insistir, se quedó para siempre enseñando en Tucumán.
El maestro que bregó por una democracia deliberativa donde el diálogo justificara las decisiones, pero, sobre todo, nos enseñara y mejorara como individuos, fue coherente en su acción y se dedicó a construir puentes. Puentes por donde se pudo transitar y dialogar con la tradición jurídica anglosajona. Pero no fue un simple traductor de sus ideas: Nino "creó" ideas nuevas y es por ello que fue profesor e investigador en la Escuela de Derecho de la Universidad de Yale (New Haven, Estados Unidos).
Durante la dictadura, su labor consistió en preservar la Filosofía del Derecho y continuar el debate en una cultura de "catacumbas", para proteger a diversos colegas. Luego, con el renacer de la libertad, su compromiso lo llevó a trazar puentes entre la academia y la vida pública. Si se analiza en perspectiva su labor, resulta indudable que Nino jugó un papel fundamental en el proceso de consolidación de la democracia en Argentina.
Conocer al filósofo
En lo personal, me topé con el profesor en esa época en que los sueños parecían posibles o, mejor dicho, donde todo estaba para descubrirse y hacerse. Corría el año 1984 y participaba en el primer Centro de Estudiantes del Gymnasium de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Nino era "el filósofo" del Gobierno de Raúl Alfonsín y nosotros queríamos conocerlo e entrevistarlo: así que viajamos a Buenos Aires para escribir un reportaje para nuestra revista y, quizás, si teníamos suerte, traer al personaje a Tucumán. Este segundo proyecto no pudo concretarse, pero el maestro nos abrió las puertas de su Centro de Estudios Institucionales. Allí conocimos a algunos jóvenes que trabajaban junto a él, que, luego, se constituirían a su vez en mis maestros. Luego, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT volvimos a toparnos con él para que nos contara sobre la transformación de los planes de estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires.
Nino siguió construyendo puentes. Fue finalmente en 1993 cuando pautamos una visita a Tucumán para que disertase sobre "la crisis del hiperpresidencialismo en Argentina" durante el segundo semestre de ese año, tras su viaje a Bolivia. El destino impidió que esa visita se materializase, pero insistimos y, mediante uno de sus discípulos dilectos, Martín Böhmer, Nino pudo estar "presente" en la última reforma del Plan de Estudios de la Facultad de Derecho de la UNT (Plan 2000). El profesor Böhmer tenía la tarea de estructurar la nueva cátedra de "Organizaciones y Teoría de las Decisiones". Sin titubear, inmediatamente sugirió usar como bibliografía básica dos libros del intelectual: "Un país al margen de la ley" y "La constitución de la democracia deliberativa". De esta manera, desde 2003, la comunidad académica local sigue dialogando con el profesor Carlos Santiago Nino. El maestro no pudo visitarnos, pero, como nos gusta insistir, se quedó para siempre enseñando en Tucumán.
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