Con ritos xhosa, Mandela fue enterrado en su pueblo

No fue reservado para la familia; había 4.500 invitados y parientes.

GUERREROS ZULÚES. La danza en honor a Mandela la realizaron en la colina. reuters GUERREROS ZULÚES. La danza en honor a Mandela la realizaron en la colina. reuters
16 Diciembre 2013
QUNU (Sudáfrica).- El último adiós a Nelson Mandela no estuvo reservado a la familia, como querían sus seres más cercanos, pero sí estuvo marcado por las costumbres de su tribu y sus ancentros, una parte muy importante de su vida, pero muy poco conocida fuera de Sudáfrica.

Primero unos 4.500 invitados y familiares se congregaron dentro de una gigantesca carpa blanca levantada frente a la casa de los Mandela, en una lomada del pequeño pueblo de Qunu, donde el premio Nobel de la Paz se crió y conoció la pobreza y la segregación.

Dentro de la carpa estaba un retrato de Madiba iluminado por 95 velas (una por cada cada año de vida) y el féretro arropado con una piel de león, un honor reservado a los líderes de la tribu Xhosa, y una bandera de Sudáfrica, símbolo de su status de hombre de Estado.

Siguiendo la traidición de su tribu, para garantizar la transición de Mandela al otro mundo, los jefes xhosas primero sacrificaron un buey, que luego fue servido a los que participaron del funeral. Más tarde, a lo largo de la ceremonia dentro de la carpa, un anciano de su familia se quedó al lado del féretro para guiar a su espíritu por las etapas de la ceremonia hasta su momento final, el entierro.

“Un gran árbol se ha caído, ahora se va a casa a descansar junto a sus antepasados”, aseguró el jefe del clan, Ngangomhlaba Matanzima, vestido con una piel de leopardo sobre los hombros.

A lo largo de la ceremonia algunos recordaron al ex presidente como Rolihlahla, su nombre en xhosa, como Madiba, su nombre como jefe tribal, o Mandela, el nombre que pasó a la historia de Sudáfrica y del mundo entero al derrotar al régimen racista del apartheid e instalar la democracia y la reconciliación nacional.

La ceremonia demostró esa combinación extraordinaria que convirtió a Mandela en un jefe tribal muy respetuoso de las tradiciones, un hombre de Estado querido por aliados y rivales, y un referente de la comunidad internacional.

“Cuando la gente reconoce el bien en una persona, responde de la misma forma hacia ella. El pueblo sólo quiso decir una palabra: gracias”, sostuvo el presidente sudafricano Jacob Zuma, después de una semana de emotivos actos, conmemoraciones y funerales.

La nieta de Mandela  narró como fue la primera vez que Madiba comió con cuchillo y tenedor para impresionar a su mujer y le reconoció su importancia política: “Fue descalzo a la escuela y llegó al puesto más alto del país”.

Ningún periodista pudo presenciar la ceremonia, con la única excepción de la televisión nacional, que la retransmitió para todo el país y el mundo. Pero aún más íntimo fue el entierro.

Apenas unas 400 personas pudieron estar presentes para despedirlo en su última morada, acto que fue acompañado por cantos en xhosa y la mirada conmovida de familiares, amigos y líderes internacionales. En el momento en que el féretro descendía a su tumba envuelto en una corona de flores, tres helicópteros militares volaron bajo sobre el cementerio portando la bandera sudafricana, en una emotiva repetición del momento en que Madiba asumió como el primer presidente negro de Sudáfrica, hace casi dos décadas.

El entierro fue exactamente al mediodía, como dicta la tradición de la tribu Xhosa. “Cuando el sol está en su punto más alto y cuando la sombra es menor”, explicó Cyril Ramaphosa, dirigente de la fuerza que Mandela dirigió durante años, el Congreso Nacional Africano. (DPA)

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