22 Diciembre 2013

Por Ceferino Reato - Para LA GACETA - Buenos Aires

En ¡Viva la sangre!, mi último libro, busqué una manera de sintetizar lo que ocurrió a nivel nacional en la gran tragedia de los 70. Encontré un lugar, Córdoba, que ofrece esa síntesis, donde cada uno de los protagonistas aparece en su esencia. Por ejemplo, Montoneros, en su triple matriz: conservadora, nacionalista y católica. Antes del golpe de 1976, Córdoba aparece como la capital simbólica de todos los que soñaban con la revolución socialista, como un foco irresistible para las guerrillas y como el laboratorio de lo que luego será la represión ilegal durante la dictadura en todo el país. 1975 fue un año de mucha violencia en todo el país, de un gran conflicto entre las izquierdas y las derechas, y Córdoba refleja muy bien esa situación nacional.

Creo que ¡Viva la sangre!, título que evoca la banalidad y perversidad con la cual se mataba y se moría en aquella época, corona una búsqueda: explicar, utilizando las herramientas del periodismo, qué sucedió en aquellos años. Creo que la dictadura está ya bien explicada, pero que faltan trabajos sobre el periodo anterior, entre 1973 y 1976, durante la democracia peronista. Según mi punto de vista, es clave para entender la dictadura.

Cuestionar un número

El Gobierno y los líderes de los eDerechos Humanos, como Carlotto y Bonafini, saben que no hubo 30.000 desaparecidos, pero han convertido esa cifra en una bandera de lucha política y temen que, si admiten que el número fue inferior, se cuestionen otras de sus afirmaciones sobre esta cuestión. A esta altura, esa cifra es una mentira, y no quieren reconocerla porque calculan que eso tendría un efecto político negativo para el oficialismo. Conté los nombres y apellidos que figuran en el último listado oficial difundido, en 2006, el nuevo Nunca Más, y me da que hubo 6.415 desaparecidos y 743 víctimas de “ejecución sumaria”, una categoría creada en silencio, sin debate, por el kirchnerismo y que contiene graves irregularidades, que implican el cobro de indemnizaciones indebidas (y no pongo el acento tanto en los familiares como en los abogados que intervinieron). Son, en total, 7.158 personas, una cifra que indica una matanza atroz, realizada desde el aparato estatal. Creo que tendríamos que tener una lista lo más exhaustiva posible porque cada número es una persona y, en el caso de los desaparecidos, deben ser encontrados sus restos, lo cual resulta imposible prácticamente si no existe una nómina rigurosa. Pero eso al kirchnerismo no le interesa; llegaron muy tarde al tema y sólo lo hicieron por una razón de cálculo político, porque previeron, con razón, que tendrían una recompensa política: el apoyo de vastos sectores sociales.

(c) LA GACETA

Ceferino Reato - Periodista y licenciado en Ciencia Política. Autor de cuatro libros sobre los 70.

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