06 Enero 2014
IN FRAGANTI. En el agua se puede detectar a cinco furtivos tirando redes muy cerca del lugar donde están los pescadores.
Es un presente anunciado por todos, pero muy poco escuchado por las autoridades. En los ríos del Sur de la provincia, llámese Gastona, Medina, Marapa y Salí, junto con sus afluentes, hay un festival de furtivos, que no sólo pone en riesgo la fauna ictícola de la provincia, sino también la vida de los pescadores deportivos que son amenazados con armas de fuego cada vez que les piden a los depredadores que se retiren del lugar.
Eduardo Figueroa es uno de los que sufrió en carne propia el accionar de los rederos. “Fuimos al Gastona, pero como no pasaba nada, decidimos ir a Bella Vista a probar suerte en el Salí. Llegamos y había un montón de gente tirando redes”, relató en una charla con LG Deportiva.
Con dolor, el pescador describió lo que descubrió el sábado: “A todos los lugares que vas, pasa exactamente lo mismo. En las orillas encontrás una impresionante cantidad de vísceras, escamas y ovas de los peces que capturan. Duele ver el daño que están generando. Y lo que es peor, no le podés decir nada porque todos están armados y te amenazan para que saqués las líneas del agua así ellos puedan tirar las redes”.
Otro deportista del Sur, que pidió que su nombre se mantuviera en reserva para evitar represalias, contó que también el sábado, pero en la desembocadura del río Marapa en El Frontal, había por lo menos 50 personas capturando todo tipo de especies. “Lo más grave es que no te dejan pescar. Todos son malevos porque andan armados. Y ojo, no son lugareños que buscan los peces para alimentarse, sino personas que se movilizan en camionetas cuatro por cuatro llena de freezers”, comentó.
Sin saberlo, el testigo de alguna manera desnudó un comercio ilegal que se montó en los últimos tiempos. Los depredadores extraen el tesoro natural de los ríos y luego los distribuyen entre los vendedores callejeros de pescado fresco.
Los puestos, que no tienen ningún control sanitario, normalmente están ubicados en las adyacencias de puentes Lucas Córdoba, en la avenida Roca y en las inmediaciones del Mercofrut. En el Barrio Alvear de Concepción también se los puede conseguir.
Antes de que comenzara la temporada de lluvia, un sábalo se podía adquirir a $ 25. Actualmente, su valor oscila entre los $ 20 y $ 15, una clara señal de que hay más oferta que demanda.
Grave daño
Osvaldo Díaz, presidente de la Asociación de Pescadores Deportivos de Tucumán está preocupado. Sabe que el futuro de los dorados, bogas, bagres, sábalos y mojarras, entre otras especies, está comprometido. “Ellos remontan los ríos una sola vez al año para llevar adelante la dificilísima tarea de dejar descendencia y completar su ciclo reproductivo. Pero este proceso se ve interrumpido por la depredación constante que ejercen los inescrupulosos que, mediante el uso de redes, trasmallos, trampas y hasta palos, capturan los peces que están amontonados intentando cumplir con su naturaleza”, explicó.
El análisis del presidente de la entidad es durísimo. “Esta actividad deportiva-recreativa se está viendo cada vez más vulnerada por el desprecio hacia las especies, el desconocimiento y la comercialización. La mayoría de estas capturas durante esta época van a parar a la venta ilegal y sin control bromatológico en las calles de la provincia. Esta actividad no es por hambre, sino por codicia. Un dorado vale mucho más vivo que muerto”, comentó.
“Las consecuencias de este accionar inescrupuloso son graves. No sólo la contaminación disminuye las poblaciones ictícolas. Cada año vemos menos cantidad de peces, menor tamaño y por lo tanto disminuyen sus posibilidades reproductivas. Es necesario que la gente respete la reglamentación que propone la veda entre noviembre y marzo y permita la reproducción de los peces”, concluyó.
Eduardo Figueroa es uno de los que sufrió en carne propia el accionar de los rederos. “Fuimos al Gastona, pero como no pasaba nada, decidimos ir a Bella Vista a probar suerte en el Salí. Llegamos y había un montón de gente tirando redes”, relató en una charla con LG Deportiva.
Con dolor, el pescador describió lo que descubrió el sábado: “A todos los lugares que vas, pasa exactamente lo mismo. En las orillas encontrás una impresionante cantidad de vísceras, escamas y ovas de los peces que capturan. Duele ver el daño que están generando. Y lo que es peor, no le podés decir nada porque todos están armados y te amenazan para que saqués las líneas del agua así ellos puedan tirar las redes”.
Otro deportista del Sur, que pidió que su nombre se mantuviera en reserva para evitar represalias, contó que también el sábado, pero en la desembocadura del río Marapa en El Frontal, había por lo menos 50 personas capturando todo tipo de especies. “Lo más grave es que no te dejan pescar. Todos son malevos porque andan armados. Y ojo, no son lugareños que buscan los peces para alimentarse, sino personas que se movilizan en camionetas cuatro por cuatro llena de freezers”, comentó.
Sin saberlo, el testigo de alguna manera desnudó un comercio ilegal que se montó en los últimos tiempos. Los depredadores extraen el tesoro natural de los ríos y luego los distribuyen entre los vendedores callejeros de pescado fresco.
Los puestos, que no tienen ningún control sanitario, normalmente están ubicados en las adyacencias de puentes Lucas Córdoba, en la avenida Roca y en las inmediaciones del Mercofrut. En el Barrio Alvear de Concepción también se los puede conseguir.
Antes de que comenzara la temporada de lluvia, un sábalo se podía adquirir a $ 25. Actualmente, su valor oscila entre los $ 20 y $ 15, una clara señal de que hay más oferta que demanda.
Grave daño
Osvaldo Díaz, presidente de la Asociación de Pescadores Deportivos de Tucumán está preocupado. Sabe que el futuro de los dorados, bogas, bagres, sábalos y mojarras, entre otras especies, está comprometido. “Ellos remontan los ríos una sola vez al año para llevar adelante la dificilísima tarea de dejar descendencia y completar su ciclo reproductivo. Pero este proceso se ve interrumpido por la depredación constante que ejercen los inescrupulosos que, mediante el uso de redes, trasmallos, trampas y hasta palos, capturan los peces que están amontonados intentando cumplir con su naturaleza”, explicó.
El análisis del presidente de la entidad es durísimo. “Esta actividad deportiva-recreativa se está viendo cada vez más vulnerada por el desprecio hacia las especies, el desconocimiento y la comercialización. La mayoría de estas capturas durante esta época van a parar a la venta ilegal y sin control bromatológico en las calles de la provincia. Esta actividad no es por hambre, sino por codicia. Un dorado vale mucho más vivo que muerto”, comentó.
“Las consecuencias de este accionar inescrupuloso son graves. No sólo la contaminación disminuye las poblaciones ictícolas. Cada año vemos menos cantidad de peces, menor tamaño y por lo tanto disminuyen sus posibilidades reproductivas. Es necesario que la gente respete la reglamentación que propone la veda entre noviembre y marzo y permita la reproducción de los peces”, concluyó.