28 Enero 2014
TEGUCIGALPA.- Frenar la creciente violencia generada por el narcotráfico será uno de los mayores retos para el nuevo presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. El mandatario conservador que asumió ayer en el empobrecido país prometió “tolerancia 0” y llamó a Estados Unidos a reconocer su responsabilidad en la problemática local.
Con un promedio de 20 muertes al día, Honduras sufre por la ferocidad de los cárteles mexicanos del narcotráfico, un problema que le quita el sueño a los ciudadanos. Hernández, un abogado de 45 años, aseguró que tendrá mano de hierro. “Cualquier política que establezca Honduras para combatir la inseguridad debe tener como eje fundamental el combate a la droga, el narcotráfico, el crimen organizado, el lavado de activos y en consecuencia cero tolerancia y punto”, dijo en su ceremonia de asunción. Para ello, anunció que buscará el apoyo de Colombia y de México. También pidió una mayor participación de Estados Unidos, el principal consumidor mundial de estupefacientes y destino de la mayoría de droga que transita por Honduras. “Nos parece un asunto de doble moral que mientras nosotros ponemos los muertos, la sangre de nuestro pueblo, y peleamos con escasos recursos propios, el tema de la droga para Norteamérica sea sólo un tema de salud”, dijo el mandatario.
Hernández, del oficialista Partido Nacional, busca utilizar la nueva policía militar para contener la ola de violencia en la segunda nación más pobre del hemisferio.
Poderosas organizaciones criminales, como el cártel de Sinaloa, aumentaron su presencia en tierras hondureñas para fabricar drogas sintéticas y traficar cocaína de Sudamérica a Estados Unidos, corrompiendo a las autoridades y sembrando aún más violencia de la que ya causaban las pandillas juveniles.
Como legislador, Hernández impulsó una reforma para darle al Ejército funciones policiales ante la extendida corrupción de la fuerza civil. Además, alentó la reciente aprobación en el Congreso de una ley que autoriza a la Fuerza Aérea a derribar aeronaves sospechosas de transportar drogas.
Pero ese no es el único problema que enfrenta Hernández. Antes de asumir, impulsó en el Congreso la mayor reforma fiscal en décadas.
La medida creó nuevos impuestos, aumentó otros tributos y recortó el gasto. Con este cóctel de medidas se busca generar ingresos adicionales y ahorros por 800 millones de dólares anuales. Sin embargo, la presión caerá sobre los ciudadanos, que padecen una dura realidad económica. (Reuters)
Con un promedio de 20 muertes al día, Honduras sufre por la ferocidad de los cárteles mexicanos del narcotráfico, un problema que le quita el sueño a los ciudadanos. Hernández, un abogado de 45 años, aseguró que tendrá mano de hierro. “Cualquier política que establezca Honduras para combatir la inseguridad debe tener como eje fundamental el combate a la droga, el narcotráfico, el crimen organizado, el lavado de activos y en consecuencia cero tolerancia y punto”, dijo en su ceremonia de asunción. Para ello, anunció que buscará el apoyo de Colombia y de México. También pidió una mayor participación de Estados Unidos, el principal consumidor mundial de estupefacientes y destino de la mayoría de droga que transita por Honduras. “Nos parece un asunto de doble moral que mientras nosotros ponemos los muertos, la sangre de nuestro pueblo, y peleamos con escasos recursos propios, el tema de la droga para Norteamérica sea sólo un tema de salud”, dijo el mandatario.
Hernández, del oficialista Partido Nacional, busca utilizar la nueva policía militar para contener la ola de violencia en la segunda nación más pobre del hemisferio.
Poderosas organizaciones criminales, como el cártel de Sinaloa, aumentaron su presencia en tierras hondureñas para fabricar drogas sintéticas y traficar cocaína de Sudamérica a Estados Unidos, corrompiendo a las autoridades y sembrando aún más violencia de la que ya causaban las pandillas juveniles.
Como legislador, Hernández impulsó una reforma para darle al Ejército funciones policiales ante la extendida corrupción de la fuerza civil. Además, alentó la reciente aprobación en el Congreso de una ley que autoriza a la Fuerza Aérea a derribar aeronaves sospechosas de transportar drogas.
Pero ese no es el único problema que enfrenta Hernández. Antes de asumir, impulsó en el Congreso la mayor reforma fiscal en décadas.
La medida creó nuevos impuestos, aumentó otros tributos y recortó el gasto. Con este cóctel de medidas se busca generar ingresos adicionales y ahorros por 800 millones de dólares anuales. Sin embargo, la presión caerá sobre los ciudadanos, que padecen una dura realidad económica. (Reuters)
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