07 Febrero 2014
Cuatro asaltantes se llevaron $ 15.000, hubo un tiroteo y uno de los ladrones murió de un balazo
El sospechoso que falleció fue identificado como Damián Urueña y tenía 23 años. Sus cómplices están prófugos. El asalto ocurrió alrededor de las 17 en avenida San Martín al 100; un policía que hacía un servicio adicional enfrentó a dos ladrones
HERIDO. El asaltante que murió cayó a metros del puente Lucas Córdoba. la gaceta / fotos de diego aráoz
“Estaba anotando la quiniela cuando escuché el grito. Al mirar hacia el salón, lo primero que pude ver fue que la gente comenzó a tirarse al piso. Después vi cómo dos ladrones lo llevaban al dueño hacia el lugar en el que tiene guardado el dinero del Rapipago, apuntándole con un revólver en la cabeza”, relató María Celeste Apino, empleada del drugstore “La Amistad”, ubicado en avenida San Martín al 100 de esa ciudad.
Habían pasado apenas unos minutos de las 17. Juan Carlos Vázquez, que tiene 72 años, atendía a los clientes que hacían fila en la sucursal de Rapipago que tiene en el comercio del que es propietario y en donde también funciona una agencia de quinielas. En el salón de espera había unas nueve personas cuando dos asaltantes entraron empuñando pistolas y amenazando a todo el mundo, según le dijeron los testigos a la Policía.
La eternidad de un robo
En total, según el informe oficial, había cuatro asaltantes. Todos estaban armados y al menos dos de ellos circulaban en una moto. “Cuando intenté salir a la calle me apareció otro chico que también tenía un revólver. Me ordenó que me tire al piso. En ese momento había tres clientes. Uno de ellos no quería obedecer y le tuve que pedir que se tire. Después me tiré yo”, agregó María Celeste.
El robo duró sólo unos minutos pero para esta empleada todo fue distinto. “Desde el piso escuché cuando el mismo chico que me apuntó gritó: ‘¡apuren, apuren que ahí viene la cana!’ Sentí eso y después comencé a escuchar tiros. Es la primera vez que vivo un robo. Y para mí duró una eternidad”, concluyó.
El jefe de la Unidad Regional Este, el comisario Luis Pereyra, estuvo a cargo del operativo y contó el desenlace de este robo en el que se llevaron unos $ 15.000. “Los asaltantes salieron a los tiros. Uno de los primeros disparos fue contra un guardia de seguridad de un banco que está frente a este negocio. Rompieron un vidrio pero por suerte no hirieron a nadie. Dos huyeron hacia el sur y los otros dos subieron a una moto”, puntualizó.
Los dos asaltantes que iban en moto se tirotearon en la vía pública -que era transitada por varios peatones- con un agente que hacia servicio adicional en un casino electrónico. Huyeron hasta el puente Lucas Córdoba. Ahí uno de ellos corrió hacia el caserío del barrio Antena, pero Damián Osvaldo Urueña, de 23 años, quedó tirado en la tierra. Una de las balas disparadas por el agente le perforó el hígado. Urueña fue trasladado de urgencia pero murió en el Centro de Salud. La causa quedó en manos de la División Homicidios.
Una balacera reciente
Se trata del segundo tiroteo en pocos días en el que los transeúntes y clientes estuvieron muy cerca de convertirse en víctimas colaterales de un asalto. El miércoles de la semana pasada una pareja de delincuentes, de 17 y 22 años, fue filmada cuando entraba en un bar ubicado en la esquina de Bernabé Aráoz y General Paz, donde atacó a Sergio Guerra, uno de los propietarios del comercio, para robarle la recaudación.
En su huida, uno de los ladrones disparó el revólver que tenía para evitar ser atrapado por Guerra y el conserje de un edificio que lo ayudó a reducirlo. “Si no le agarraba la mano, me pegaba un balazo en el pecho”, reflexionaba el conserje ese día.
Habían pasado apenas unos minutos de las 17. Juan Carlos Vázquez, que tiene 72 años, atendía a los clientes que hacían fila en la sucursal de Rapipago que tiene en el comercio del que es propietario y en donde también funciona una agencia de quinielas. En el salón de espera había unas nueve personas cuando dos asaltantes entraron empuñando pistolas y amenazando a todo el mundo, según le dijeron los testigos a la Policía.
La eternidad de un robo
En total, según el informe oficial, había cuatro asaltantes. Todos estaban armados y al menos dos de ellos circulaban en una moto. “Cuando intenté salir a la calle me apareció otro chico que también tenía un revólver. Me ordenó que me tire al piso. En ese momento había tres clientes. Uno de ellos no quería obedecer y le tuve que pedir que se tire. Después me tiré yo”, agregó María Celeste.
El robo duró sólo unos minutos pero para esta empleada todo fue distinto. “Desde el piso escuché cuando el mismo chico que me apuntó gritó: ‘¡apuren, apuren que ahí viene la cana!’ Sentí eso y después comencé a escuchar tiros. Es la primera vez que vivo un robo. Y para mí duró una eternidad”, concluyó.
El jefe de la Unidad Regional Este, el comisario Luis Pereyra, estuvo a cargo del operativo y contó el desenlace de este robo en el que se llevaron unos $ 15.000. “Los asaltantes salieron a los tiros. Uno de los primeros disparos fue contra un guardia de seguridad de un banco que está frente a este negocio. Rompieron un vidrio pero por suerte no hirieron a nadie. Dos huyeron hacia el sur y los otros dos subieron a una moto”, puntualizó.
Los dos asaltantes que iban en moto se tirotearon en la vía pública -que era transitada por varios peatones- con un agente que hacia servicio adicional en un casino electrónico. Huyeron hasta el puente Lucas Córdoba. Ahí uno de ellos corrió hacia el caserío del barrio Antena, pero Damián Osvaldo Urueña, de 23 años, quedó tirado en la tierra. Una de las balas disparadas por el agente le perforó el hígado. Urueña fue trasladado de urgencia pero murió en el Centro de Salud. La causa quedó en manos de la División Homicidios.
Una balacera reciente
Se trata del segundo tiroteo en pocos días en el que los transeúntes y clientes estuvieron muy cerca de convertirse en víctimas colaterales de un asalto. El miércoles de la semana pasada una pareja de delincuentes, de 17 y 22 años, fue filmada cuando entraba en un bar ubicado en la esquina de Bernabé Aráoz y General Paz, donde atacó a Sergio Guerra, uno de los propietarios del comercio, para robarle la recaudación.
En su huida, uno de los ladrones disparó el revólver que tenía para evitar ser atrapado por Guerra y el conserje de un edificio que lo ayudó a reducirlo. “Si no le agarraba la mano, me pegaba un balazo en el pecho”, reflexionaba el conserje ese día.