Clarke nos invita descubrir cómo será el mundo del futuro

TRES CLÁSICOS. Clarke escribió novelas, libros de relatos cortos y varias obras de divulgación científica.  TRES CLÁSICOS. Clarke escribió novelas, libros de relatos cortos y varias obras de divulgación científica.
18 Marzo 2014
No era el miedo a los abismos galácticos lo que helaba su alma, sino una más profunda inquietud que brotaba desde el futuro aún por nacer. Pues él había dejado atrás las escalas del tiempo de su origen humano; ahora, mientras contemplaba aquella banda de noche sin estrellas, conoció los primeros atisbos de la eternidad que ante él se abría...

¿Qué fue Arthur C.Clarke? ¿Un científico enamorado de la literatura o un escritor enamorado de la ciencia? El punto de equilibrio sobre el que construyó su obra es tan admirable como excepcional. Clarke fue tan capaz de hacer ciencia ficción dura -tramas repletas de datos y explicaciones técnicas- como de dejar volar la imaginación hablando del tiempo y del espacio, sus pasiones. Un poco de metafísica, un poco de tecnología. Y siempre con la mirada más allá, planteando grandes preguntas y ensayando originales respuestas.

Clarke, que murió en 2008 y el viernes habría cumplido 97 años, fue el Julio Verne de la segunda mitad del siglo XX. Los sueños del francés, desde el submarino al salto a la Luna, se fueron cristalizando. Para todo lo que proyectó Clarke -inteligencias extraterrestres, viajes interestelares, la colonización de otros mundos- falta un buen trecho. No es el único motivo para leerlo, pero sí uno de los más convocantes.

La prosa de Clarke no fluyó con la belleza alcanzada por Ray Bradbury, tampoco se equiparó a la complejidad de algunas tramas de Isaac Asimov. Pero se movió en la misma frecuencia de onda, y sus grandes sagas (“Cita con Rama”, “2001”) están a la altura de las “Crónicas marcianas” y de “Fundación”. Además, como Asimov, Clarke fue un gran divulgador, ameno y preciso. Un asteroide lleva su nombre.

Justamente es un asteoride el protagonista de “El martillo de Dios”. Se llama Kali y una nave especial -la Goliath- vuela a su encuentro para interceptarlo antes de que destruya la Tierra. “La ciudad y las estrellas” nos lleva a un futuro distópico, en el que la raza humana parece reducida a convivir en una urbe -Diaspar- protegida por una cúpula. En “El fin de la infancia” nuestro planeta queda bajo el poder de una raza alienígena: los superseñores.

El libro más famoso de Clarke es “2001, una odisea espacial” (al que pertenecen los fragmentos que abren y cierran el artículo). “2001” nació de un cuento (“El centinela”) que Clarke y Stanley Kubrick utilizaron para crear la película que revolucionó el cine de ciencia ficción.

Un monolito descubierto en la Luna y reaparecido, a escala gigante, en las inmediaciones de Saturno, dispara la historia que Clarke continuó en otros tres libros: “2010, odisea dos”, “2061, odisea tres” y “3001, odisea final”. Las interpretaciones acerca del carácter del monolito vienen surcando ensayos literarios, científicos y espirituales desde hace casi medio siglo.

“Cita con Rama” -el encuentro de la raza humana con un gigantesco objeto ingresado al sistema solar- también se extendió a cuatro novelas (“Rama II”, “El jardín de Rama” y “Rama revelada” fueron escritas codo a codo con Gentry Lee).

Clarke amaba tanto las estrellas y el cosmos como el fondo del mar. Fue una de las tantas cuestiones a las que se abocó en Sri Lanka, donde vivió desde 1956 hasta su muerte.

Confiado de nuevo, como un buceador de grandes profundidades que ha recuperado el dominio de sus nervios y su ánimo, lanzóse a través de los años-luz. Estalló la Galaxia del marco mental en que la había encerrado; estrellas y nebulosas se derramaron, pasando ante él en ilusión de infinita velocidad. Soles fantasmales explotaron y quedaron atrás, mientras él se deslizaba como una sombra a través de sus núcleos; la fría y oscura inmensidad del polvo cósmico que antes tanto temiera, parecía sólo el batir de ala de un cuervo a través de la cara del sol.

Temas la Luna
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