02 Mayo 2014
“A los 11 años, mi papá (Beto Gianola) me compró un cuentaganado. Creía que le estaban robando en un teatro de Córdoba y me puso a contar la gente que entraba. Seis meses después, ya sabía hacer un bordereaux; a los 15 fui acomodador y, después, utilero en el Ópera y asistente de dirección de mi viejo. Entonces, cuando me subí al escenario ya había recorrido todo ese mundo”.
Fabián Gianola evoca con alegría esos tiempos iniciáticos en las tablas de la mano de su padre, sólido actor y dramaturgo fallecido en 1981. Como a él, le cae bien la definición de que es un obrero del teatro, que lo conoce como pocos. Y así lo disfruta, según le confesó a LA GACETA en una entrevista realizada con motivo de su protagónico en “Sé infiel y no mires con quién”, la comedia que se pondrá esta noche en el Alberdi.
- ¿Te queda algo pendiente, quizás como mandato paterno?
- Como mi viejo, tengo sueños más cotidianos y más contingentes, que no pasan por hacer tal o cual gran personaje. Mi aspiración es tener trabajo siempre, poder darle de comer a mi familia, cubrir sus necesidades, y no aburrirme en mi profesión. Puede o no llegar ese gran éxito, no sabés cuándo pasa. Mi disfrute es hacer teatro, cine o televisión, soy un agradecido a Dios y a la vida de haber podido hacer de mi vocación, mi profesión y, además, que me vaya bien. Soy un actor que amo lo que hago, cada día soy más feliz arriba del escenario.
- ¿Cuánto pesó ser el hijo de Beto, con todo el reconocimiento que tuvo tu padre en su tiempo?
- Fue costoso al principio, porque tengo un apellido del cual se esperaba mucho en momentos en que yo no tenía la experiencia, el oficio ni el poco o mucho talento como para equiparar la imagen que había dejado mi viejo en el teatro. Con los años fui haciendo mi propia carrera, aunque todo me costó mucho: no soy una persona que protagonizó un éxito al mes de aparecer y se hizo conocido. Estuve 11 años haciendo bolos chiquitos y otros un poco más grandes, personajes más o menos conocidos hasta que llegó “Los Benvenutto” en el 98. Hoy lo llevo con orgullo, con cariño y con la tranquilidad de haber hecho una buena carrera.
- Sos un visitante frecuente de Tucumán.
- Estuve el año pasado; siempre vamos porque es una muy buena plaza de teatro. Quien va sabe que trabaja bien y cómodo, que la gente lo acompaña. Lo primero que hago cuando salgo de gira es ir al teatro a ver cómo está y, si puedo, agarro el pincel y ayudo con la pintura hasta que los técnicos me echan. A mí me encanta ese clima.
- ¿Qué es “Sé infiel...”?
- Es una propuesta distinta a lo que venía haciendo. Es un vodevil clásico, con una estructura impresionante de comedia, muy bien escrita por los ingleses Ray Cooney y John Chapman, y mejor adaptada por el director Carlos Olivieri para la Argentina. La gente se ríe desde que se sienta hasta que se va, porque tiene una estructura dramática muy sólida, muy firme y también porque nos hemos tomado en serio el trabajo. Hacer comedia es lo más difícil que existe, pero cuando tenés un texto que se hizo en 50 países y que tiene dos versiones cinematográficas, si no lo hacés en serio va a quedar en la nada y te lo van a cobrar.
- El elenco cuenta con dos ventajas: Cooney y Chapman son considerados los grandes herederos del vodevil francés y Olivieri es uno de los mejores directores de comedia del país.
- Totalmente. Carlos es un sabio, con un enorme sentido del humor, de la comedia y de los tiempos, con una enorme capacidad de observación de la cotidianidad, de la contingencia y del sentido común. La obra no es una sucesión de gags, es una historia hilvanada que la gente compra y se compromete constantemente. El vodevil es la comedia de situación, en la que se juega mucho con la urgencia y con la mentira, con las cosas que se dicen sin pensar y despiertan la hilaridad. La comedia americana es más de texto, mientras que la europea es más de situaciones.
- En este verano fuiste protagonista de escándalos (con Flor de la V y con Martín Seefeld)...
- Ya pasaron, son cosas antiguas y no quiero hablar de eso; sólo quiero hablar del teatro y del gran momento que atravesamos.
ACTÚA HOY
• A las 22 en el teatro Alberdi (Jujuy y Crisóstomo Álvarez).
Fabián Gianola evoca con alegría esos tiempos iniciáticos en las tablas de la mano de su padre, sólido actor y dramaturgo fallecido en 1981. Como a él, le cae bien la definición de que es un obrero del teatro, que lo conoce como pocos. Y así lo disfruta, según le confesó a LA GACETA en una entrevista realizada con motivo de su protagónico en “Sé infiel y no mires con quién”, la comedia que se pondrá esta noche en el Alberdi.
- ¿Te queda algo pendiente, quizás como mandato paterno?
- Como mi viejo, tengo sueños más cotidianos y más contingentes, que no pasan por hacer tal o cual gran personaje. Mi aspiración es tener trabajo siempre, poder darle de comer a mi familia, cubrir sus necesidades, y no aburrirme en mi profesión. Puede o no llegar ese gran éxito, no sabés cuándo pasa. Mi disfrute es hacer teatro, cine o televisión, soy un agradecido a Dios y a la vida de haber podido hacer de mi vocación, mi profesión y, además, que me vaya bien. Soy un actor que amo lo que hago, cada día soy más feliz arriba del escenario.
- ¿Cuánto pesó ser el hijo de Beto, con todo el reconocimiento que tuvo tu padre en su tiempo?
- Fue costoso al principio, porque tengo un apellido del cual se esperaba mucho en momentos en que yo no tenía la experiencia, el oficio ni el poco o mucho talento como para equiparar la imagen que había dejado mi viejo en el teatro. Con los años fui haciendo mi propia carrera, aunque todo me costó mucho: no soy una persona que protagonizó un éxito al mes de aparecer y se hizo conocido. Estuve 11 años haciendo bolos chiquitos y otros un poco más grandes, personajes más o menos conocidos hasta que llegó “Los Benvenutto” en el 98. Hoy lo llevo con orgullo, con cariño y con la tranquilidad de haber hecho una buena carrera.
- Sos un visitante frecuente de Tucumán.
- Estuve el año pasado; siempre vamos porque es una muy buena plaza de teatro. Quien va sabe que trabaja bien y cómodo, que la gente lo acompaña. Lo primero que hago cuando salgo de gira es ir al teatro a ver cómo está y, si puedo, agarro el pincel y ayudo con la pintura hasta que los técnicos me echan. A mí me encanta ese clima.
- ¿Qué es “Sé infiel...”?
- Es una propuesta distinta a lo que venía haciendo. Es un vodevil clásico, con una estructura impresionante de comedia, muy bien escrita por los ingleses Ray Cooney y John Chapman, y mejor adaptada por el director Carlos Olivieri para la Argentina. La gente se ríe desde que se sienta hasta que se va, porque tiene una estructura dramática muy sólida, muy firme y también porque nos hemos tomado en serio el trabajo. Hacer comedia es lo más difícil que existe, pero cuando tenés un texto que se hizo en 50 países y que tiene dos versiones cinematográficas, si no lo hacés en serio va a quedar en la nada y te lo van a cobrar.
- El elenco cuenta con dos ventajas: Cooney y Chapman son considerados los grandes herederos del vodevil francés y Olivieri es uno de los mejores directores de comedia del país.
- Totalmente. Carlos es un sabio, con un enorme sentido del humor, de la comedia y de los tiempos, con una enorme capacidad de observación de la cotidianidad, de la contingencia y del sentido común. La obra no es una sucesión de gags, es una historia hilvanada que la gente compra y se compromete constantemente. El vodevil es la comedia de situación, en la que se juega mucho con la urgencia y con la mentira, con las cosas que se dicen sin pensar y despiertan la hilaridad. La comedia americana es más de texto, mientras que la europea es más de situaciones.
- En este verano fuiste protagonista de escándalos (con Flor de la V y con Martín Seefeld)...
- Ya pasaron, son cosas antiguas y no quiero hablar de eso; sólo quiero hablar del teatro y del gran momento que atravesamos.
ACTÚA HOY
• A las 22 en el teatro Alberdi (Jujuy y Crisóstomo Álvarez).
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