13 Mayo 2014
IMPUTADA. Heit (a la derecha) es acusada por secuestro y abuso sexual. dyn
BUENOS AIRES.- Sonia Molina aseguró ayer a la Justicia que pasó tres meses secuestrada en poder del pastor evangélico Jesús Olivera y de la periodista Estefanía Heit y que en ese tiempo sufrió abusos sexuales. La declaración de la víctima se dio en le marco de la primera jornada del juicio contra la pareja que se realiza en Bahía Blanca.
“El primer inconveniente que tuve fue por $ 200 y Jesús me llamó para controlarme, pero me dijo que no lo denunciara porque conocía los movimientos de mi hija y que la iba a violar”, aseveró la mujer, de 33 años, ante el tribunal. También sostuvo que le daban de comer polenta con agua salada, alimento para perros, agua con excremento y que la obligaban a beber mate cocido hirviendo que le quemaba el paladar, además de los abusos sexuales de los cuáles dio detalles. “Estefanía se hacía llamar pastora y me asesoraba en términos legales” -prosiguió-. “Vendí una casa en Santa Rosa y le hice una entrega de dinero a ellos, sin constancia, para que se encargaran de los trámites”. Además, indicó que había donado una moto a la pareja. Antes de ingresar al juicio, Molina dijo a la prensa que espera que “se haga justicia” y replicó el planteo de la defensa al manifestar que “una persona no puede estar por su propia voluntad en el estado que yo estaba”. Para la mujer, tanto Olivera como Heit “tienen la misma responsabilidad” en lo ocurrido.
En este marco una testigo declaró que la víctima no quería denunciar el hecho porque la Policía local “sabía” lo que ocurría con ella. Liliana Herr testificó que había contratado a Molina para cuidar de un anciano en una casa a la que la denunciante fue a pedir auxilio cuando escapó de su cautiverio. Herr recordó que, en esa ocasión, Molina llegó a su casa a bordo de un taxi. “Estaba golpeada, en un estado deplorable, calamitoso y no sabía qué hacer”, recordó que además dijo que tras haber contratado a la víctima constató que ésta (Molina) era “muy limpia y pulcra”. (DyN - Télam)
“El primer inconveniente que tuve fue por $ 200 y Jesús me llamó para controlarme, pero me dijo que no lo denunciara porque conocía los movimientos de mi hija y que la iba a violar”, aseveró la mujer, de 33 años, ante el tribunal. También sostuvo que le daban de comer polenta con agua salada, alimento para perros, agua con excremento y que la obligaban a beber mate cocido hirviendo que le quemaba el paladar, además de los abusos sexuales de los cuáles dio detalles. “Estefanía se hacía llamar pastora y me asesoraba en términos legales” -prosiguió-. “Vendí una casa en Santa Rosa y le hice una entrega de dinero a ellos, sin constancia, para que se encargaran de los trámites”. Además, indicó que había donado una moto a la pareja. Antes de ingresar al juicio, Molina dijo a la prensa que espera que “se haga justicia” y replicó el planteo de la defensa al manifestar que “una persona no puede estar por su propia voluntad en el estado que yo estaba”. Para la mujer, tanto Olivera como Heit “tienen la misma responsabilidad” en lo ocurrido.
En este marco una testigo declaró que la víctima no quería denunciar el hecho porque la Policía local “sabía” lo que ocurría con ella. Liliana Herr testificó que había contratado a Molina para cuidar de un anciano en una casa a la que la denunciante fue a pedir auxilio cuando escapó de su cautiverio. Herr recordó que, en esa ocasión, Molina llegó a su casa a bordo de un taxi. “Estaba golpeada, en un estado deplorable, calamitoso y no sabía qué hacer”, recordó que además dijo que tras haber contratado a la víctima constató que ésta (Molina) era “muy limpia y pulcra”. (DyN - Télam)