BUENOS AIRES.- El gobierno ha dado varias señales de lo que será la última etapa de su estancia en la Casa Rosada. Tanto la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner como el ministro de Economía, Axel Kicillof optaron por construir un manejo cuanto menos hermético de la economía y cuando no poco claro.

Una de los primeros primeros tópicos es que manejará nuevamente las estadísticas con poca transparencia. El otro elemento, es que hay una ratificación del dispendio fiscal como herramienta de política económica ante un frente financiero totalmente adverso. El tercer punto es que la administración Kirchner dejará una pesada herencia al próximo gobierno, de una magnitud inimaginable.

La difusión del índice de precios de abril dejó sentado que la suba de precios será la que elabore el Indec sin que se conozcan las metodologías, los precios relevados ni tampoco la inflación por regiones.

La Argentina ha ingresado de lleno en un período de inflación combinada con estancamiento que impactará de lleno en la calidad de vida de la población.

No es casual, entonces que Kicillof lance a los empresarios una súplica de mesura en la suba de precios porque el propio ministro está calculando que la “estanflación”, dibujará el paisaje de la economía en el segundo semestre. De hecho, las proyecciones privadas indican que el PBI caerá 1% durante 2014 y la inflación se ubicará en 35%, al tiempo que el dólar oficial se ubicará por encima de los $ 10, el paralelo rozará los $ 15 y el desempleo más el subempleo aumentará al 20%, con un nivel de pobreza cercano al 20%.

La devaluación de enero y la suba de tasas de interés solo sirvieron para ganar tiempo. Los efectos combinados son devastadores en el tiempo y si no se corrige la ecuación fiscal sólo sirven para potenciar la inflación. Cuando las tasas de interés nominales son altas y la demanda cae, la oferta disminuye la producción para evitar la acumulación de stocks. El problema aparece cuando se repongan los insumos con los nuevos precios que potenciarán nuevamente la inflación.

Está claro que la Casa Rosada ha apostado todas sus fichas al ingreso de divisas proveniente de la cosecha gruesa durante el segundo trimestre del año, para asegurar una “pax cambiaria” y con ello, intentar bajar la inflación, para luego hacer que converjan el dólar y las tasas de interés.

De nuevo, esto no es suficiente para hacer sustentable el modelo hasta fines de 2015, si es que no se resuelve el problema fiscal. El ejercicio 2014 mostrará un déficit primario del 1% del PBI, mientras que el desequilibrio de caja, luego del pago de los servicios de la deuda se elevará a 3% del PBI, un equivalente a U$S 15.000 millones. Este déficit no debería traer inconvenientes, siempre y cuando se cuente con financiamiento. Pero no es el caso de la Argentina que estará obligada a financiarlo nuevamente con el uso de reservas que, se prevé, caerían por debajo de los U$S 20.000 millones a fin de año. Pero tanto Kirchner como Kicillof están mostrando impericia en el manejo de los escasos recursos disponibles. Ayer la Presidenta dejó en claro que el sistema previsional está en quiebra y que de no ser por los recursos provenientes del Tesoro y de las provincias y, por los ahorros confiscados a los trabajadores, el sistema es inviable.

Para justificar que no se puede elevar el mínimo no imponible de ganancias, Cristina de Kirchner se escuda en que el impuesto a las ganancias sirve para que la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) les pague a los más pobres. Una picardía efímera porque el sistema no tiene sustentabilidad.

No es el Tesoro el que usa recursos de la Anses. Es la Anses la que usa fondos del Tesoro y de las provincias con el cual la Presidenta hace proselitismo, con el silencio cómplice de los gobernadores e intendentes de todo el país.

Aun con todo, el sistema previsional no cuenta con recursos infinitos ya que la inflación está acumulando decenas de miles de juicios del sector pasivo contra el Estado, por falta de actualización de los haberes que la Anses no puede cancelar. Este va a ser otro de los pasivos contingentes que no están contabilizados y que serán pasados al próximo gobierno.

Por ahora, todos estos desajustes no se reflejan en el tipo de cambio. Sólo por ahora...

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