La gran aventura argentina

En 48 horas Cristian y Fernando decidieron ser felices

¿EL DOBLE? Caio podría pasar perfectamente por Morgan Freeman. FOTO LA GACETA / GUILLERMO MONTI. ¿EL DOBLE? Caio podría pasar perfectamente por Morgan Freeman. FOTO LA GACETA / GUILLERMO MONTI.
Cristian Klewanievic y Fernando Gariglio jugaban juntos al baby fútbol en Sol de América, uno de los tantos clubes repartidos por los 100 barrios porteños. En su caso, de Ciudadela. Ni Cristian ni Fernando sabían que en Tucumán también hay una Ciudadela, cuna de uno de los clubes más populares del norte del país. Pero esa es otra historia. Esta es la de Cristian, el arquero titular en aquel equipito infantil, y la de Fernando, el suplente en el mismo puesto. La amistad se afianzó en las aulas del colegio San Antonio de Padua. Pasaron los años y, de repente, en un ramalazo de inspiración, saltaron de Buenos Aires a Belo Horizonte.

“El viaje se armó en 48 horas –cuenta Fernando-. Nació el domingo pasado, durante el almuerzo familiar. Hablaba de lo mucho que me gustaría venir al Mundial y mi hermano me dio el empujón. Se llama Daniel, le dicen ‘El Tano’. ‘Yo te consigo la entrada para el partido Argentina-Irán’, me avisó. Conté que estaba ahorrando para irme a vivir solo y ‘El Tano’ me embaló. ¿Qué me dijo? ‘Dale, animate, tenés todo para ir, para ser feliz’. Y acá estoy”. “Acá” es el Parque Municipal de Belo Horizonte, un remanso de puro verde atornillado al centro de la ciudad. El escenario: un puente que conduce a la “Isla del amor”. Allí colgaron la bandera que hicieron Cristian y su papá, Víctor. Desde cerca mira Caio, un clon de Morgan Freeman que lee el tabloide sensacionalista Súper Noticias y posa para la Gaceta con los dedos en v. Junto al celeste y blanco relucen las camisetas de San Lorenzo y de Vélez. Porque Fernando y Cristian son grandes amigos, pero en el fútbol de Primera ocupan tribunas opuestas y, en apariencia, irreconciliables. “Es verdad, antes hasta nos peleábamos”, revelan.

Fernando (empleado del Poder Judicial) aceleró y Cristian (trabaja en el bar del Hotel Faena) aceptó la invitación. Consiguieron el permiso de sus jefes y afinaron el lápiz. Estarán 11 días en Brasil y cada uno gastara alrededor de 20.000 pesos. Según ellos, la plata mejor invertida de sus vidas. “Esto es impagable. El contacto con la gente es único, estuve hablando con un griego. ¡Con un griego! Es la clase de cosas que te da el Mundial”, afirma Cristian. Tras el brindis con “refrigerante” ponen proa rumbo al Fan Fest. Próxima parada: las garotas.

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