Si alguien pensó que ganarle a Bosnia iba a ser un simple trámite, estaba equivocado. Para ganar en los mundiales hay que transpirar la camiseta. Y si se trata del debut, las complicaciones aumentan. Bosnia no es un seleccionado de primera línea en Europa, pero tiene futbolistas en las ligas más importantes. Que nadie se sorprenda si aparece jugando en octavos.

Argentina entró con el pie derecho y eso es lo que vale. Ya tiene tres puntos y más de la mitad de la clasificación en el bolsillo. El triunfo, 2 a 1, es lo único valioso porque en la cancha el equipo no mostró nada nuevo. Desparramó sobre el césped del Maracaná los mismos defectos y las mismas virtudes desde que comenzó el ciclo de Alejandro Sabella. Sigue sufriendo a la hora de defender más allá del sistema. Arrancó con el 5-3-2, pasó al 4-3-3 y terminó parado en la cancha 4-4-2. Pese a que los cambios mejoraron la imagen de la Selección, no alcanzaron para terminar los 90 minutos tranquilos. Sergio Romero respondió cuando lo exigieron y evitó los dolores de cabeza.

Cuando Lionel Messi se iluminó, despejó el camino en el segundo tiempo. Hizo el gol del 2-0 y le dio al equipo el respiro necesario para sostener la victoria cuando, sopresivamente, el tanque de oxígeno se agotó y el equipo comenzó a dar ventajas en lo físico.

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